¿Tiene un pueblo derecho a su autodeterminación respecto a una potencia extranjera? ¡Por supuesto! Sería el caso de los palestinos, deseosos de que Israel abandone de una buena vez las tierras árabes de Cisjordania y Jerusalén Oriental, ocupadas en 1967.
Ahora bien, ¿tienen derecho a la autodeterminación los habitantes de las Malvinas? Para responder, primero veamos quiénes son ellos: se denominan los «kelpers» o «islanders», y son descendientes de colonos británicos que arribaron desde 1833, cuando los ingleses, con una fuerza naval muy superior, expulsaron a los argentinos de las que aquellos llamaban Islas Falkland (en honor de un noble que auspició una expedición a la zona). El país sudamericano, que recién se independizaba, heredó normalmente los territorios antes pertenecientes a España, incluido el archipiélago descubierto por Magallanes en 1520, y puesto a merced de la Corona española. ¡Cuando de pronto, Londres metió la cuchareta!
Los «islanders», pues, no son sujeto de autodeterminación, dado que permanecen ligados por lazos étnicos y culturales a la potencia ocupante. El gobierno británico, como lo acaba de hacer esta semana Chris Bryant, alto funcionario del Foreign Office (Relaciones Exteriores), no puede afirmar: «nuestra soberanía sobre las Islas Falkland (…) está apoyada en el principio de la autodeterminación democrática: los isleños quieren seguir siendo británicos». ¡Hombre!, ¿y qué querrán ser si no? ¿Acaso morsas o ballenas? ¡Pero si son ellos mismos!
Por cierto, es de notar que los isleños solo tienen ciudadanía británica desde 1983, luego de la Guerra de las Malvinas. Únicamente entonces la primera ministra Margaret Thatcher se acordó de ellos, que vivían allá en el fin del mundo y sin mucha atención por parte de Londres.
Hoy, sin embargo, el mismo Bryant declara el interés «de apoyar al gobierno de las Islas Falkland en el desarrollo de sus negocios legítimos en su territorio».
¿De qué negocios habla? ¡Adivinaron!: del petróleo. No se trata de algo nuevo. En 1976, el Gobierno británico publicó el informe de un equipo de especialistas dirigidos por Lord Shackleton, que se dio un viajecito por el sur. En el texto se tenía por muy cierta la existencia de hidrocarburos en el mar circundante a las Malvinas, aunque se aconsejaba explorar y explotar esos recursos solo tras lograr un acuerdo con Argentina, pues hacerlo unilateralmente desalentaría las inversiones en una zona de alta tensión política. Más de 30 años después, los consejos de este caballero han quedado olvidados en un estante lleno de polvo. ¡Y las barrenas perforan!