Ciento setenta y un años después de su muerte, el rey Badu Bonsu II, de Ghana, regresa a su tierra.
Quiso la casualidad que un inquieto escritor descubriera la cabeza del jefe africano en un frasco con formol, mientras escarbaba para tejer la historia de Kwasi Boachi, un príncipe entre los suyos, pero extranjero y negro entre los europeos.
En sus pesquisas para escribir The two hearts of Kwasi Boachi, el holandés Arthur Japin consiguió el permiso para acceder al depósito del Museo de Anatomía de la Universidad de Leiden, en su país. Allí vio la cabeza del rey ghanés asesinado en 1838, y posteriormente indagó sobre las circunstancias de su muerte.
Cuando el entonces presidente de Ghana, John Kufour, estuvo en visita de Estado en Holanda, en octubre de 2008, Japin llamó la atención sobre esa historia, y el gobierno ghanés inmediatamente pidió la devolución de lo que queda de Bonsu a través de su Embajada en La Haya.
Luego de permanecer en silencio en torno al asunto, y de negociaciones con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Holanda, la institución educativa decidió finalmente devolver la cabeza del rey ghanés, que viajará a esa nación africana este viernes, según AP.
Bonsu fue ejecutado después que dos oficiales holandeses fueran asesinados durante una rebelión contra el gobierno europeo en Ghana, entonces conocida como Costa de Oro. Allí se encontraba una de las bases más conocidas de los esclavistas, y era también una de las rutas por donde los colonizadores sacaban hacia Europa otros recursos naturales como oro y marfil.
Esta es otra de las deudas de Europa con el expoliado continente africano.