Estimados Presidentes y Jefes de Gobierno:
La crisis económica de alcance global que hoy se abate sobre la economía mundial es el tema que más ocupa hoy nuestra atención.
La economía mundial no podía seguir funcionando durante cualquier tiempo como un casino para el beneficio de unos pocos especuladores y el sufrimiento para el 80 por ciento de la población del planeta.
Desde Cuba, el Comandante Fidel Castro pronosticó esta crisis al menos con una década de antelación, y explicó en diferentes escenarios las razones que conducían a ella. En la llamada Cumbre del Milenio de Naciones Unidas, en Nueva York, el 7 de septiembre del año 2000 expresó: “Se ha inflado un enorme globo que un día revienta, y va a reventar ese globo por ley inexorable. Entonces vamos a tener la gran crisis que tal vez ayude a crear un nuevo orden político y económico mundial”, dijo textualmente.
El neoliberalismo y la desregulación financiera han sido serios agravantes, pero lo que ha entrado en crisis es más que eso. Se trata de la crisis del orden económico mundial injusto, sin equidad alguna, sobre el cual se apoya en buena medida el orden social y político más injusto de nuestra época.
Pero esta crisis no es la repetición de otras anteriores, ni siquiera de aquella que en los años 30 del siglo XX se conoció como la Gran Depresión.
En la actualidad, la crisis económica se acompaña de otros variados rostros de crisis como la energética, la alimentaria, la ecológica y por supuesto la social.
La crisis actual tiene lugar cuando la globalización de la economía mundial es más extensa e intensa que nunca antes.
Esta va más allá del neoliberalismo y de la crisis misma, para convertirse en un reto a la capacidad de los humanos para salvar la especie —mediante la construcción de un mundo mejor que este— de las recurrentes y devastadoras crisis económicas, de la suicida destrucción del medio ambiente y de la guerra global de exterminio.
El Plan de Rescate del gobierno de Bush y el Plan de Rescate europeo priorizan el rescate de los especuladores y banqueros que fueron declarados fracasados por el mercado. En pocos días han destinado unos 3 millones de millones de dólares para salvar la estructura especulativa fracasada, pero durante décadas no fueron capaces como grupo de cumplir siquiera el compromiso contraído de destinar el 0,7 por ciento del Producto Interno Bruto para la ayuda oficial al desarrollo, y el país más rico de todos retrocedió en los años de gobierno del señor Bush hasta apenas el 0,2 por ciento.
No fueron capaces de destinar entre todos unos 30 mil millones de dólares para atender los reclamos de la FAO en el intento de mejorar la producción agrícola en el Tercer Mundo, o 20 mil millones para cumplir con el programa de Educación para Todos de la UNESCO o apenas 10 mil millones para resolver los problemas de salud reproductiva de las mujeres de los países pobres, solicitados por la OMS.
Un reto global tan complejo requiere de un amplio y bien preparado debate con la participación de todos los países, sin exclusiones.
El sistema monetario internacional surgido en Bretton Woods, basado en el papel privilegiado del dólar de Estados Unidos, es un factor central en el nudo de contradicciones que conducen a la actual crisis económica.
Hacer fabulosos gastos militares sin aumentar impuestos es como una aspiradora que absorbe alrededor de 3 mil millones de dólares diarios del resto del mundo para sostener sus déficit y su consumismo.
Los países miembros del ALBA hemos optado por una fórmula avanzada de relación basada en la solidaridad, en la cooperación, en las ventajas compartidas y en la sensibilidad para encontrar solución a la deuda social acumulada en contra de los pueblos.
La crisis económica global nos enseña más sobre la necesidad vital de la integración regional que cientos de libros dedicados a explicar la teoría y las ventajas de la misma.
La más importante contribución que América Latina y el Caribe pueden hacer a la comprensión de la naturaleza de esta crisis global y a reducir su impacto es la efectiva integración regional no basada en el lucro de mercado, no atrapada por la especulación financiera, no diseñada para que los países de menor desarrollo queden rezagados.
Durante casi cincuenta años, sucesivos gobiernos norteamericanos intentaron ahogar a la Revolución Cubana imponiéndole el bloqueo económico más largo, intenso y con mayor desproporción de fuerzas entre el bloqueador y el bloqueado que registre la Historia. Pretendieron imponerle al pueblo cubano una situación económica tan severa que lo asfixiara y obligara a rendirse.
No lo lograron, y Cuba observa con el orgullo de su resistencia, desde su creciente integración en el ALBA y sus vínculos en desarrollo con casi toda la región, la tambaleante situación de la economía del rico país cuyos gobiernos trataron de aplastarla.
Nuestra modesta experiencia de resistencia y creación y nuestra sincera voluntad de trabajar por el ALBA y por una América Latina y el Caribe integrados y unidos, es la contribución que ponemos a disposición de todos.
Muchas gracias.