C.O.: Tengo una relación hace ocho años. El problema es que a pesar de nuestro inicio excelente, nos hemos separado ocho veces. Nuestros hijos, ya adultos, nos han pedido que resolvamos los problemas internamente o nos separemos. No hemos podido evitar que nuestras diferencias de carácter nos separen reiteradamente, para reunirnos luego como si nada hubiese pasado. Ahora, después de casi un año separados, acabamos de tener un fin de semana bonito y lleno de sueños. Deseamos seguir, no quiero conocer a nadie más. ¿Qué me recomiendan? Tengo 50 años.
Una pregunta cuya respuesta ya se ha ejecutado: pasaron un fin de semana soñando con el futuro deseado, sin querer conocer a nadie más, de manera que eligen la difícil diferencia de carácter. Solo resta estar a la altura de ese deseo y defenderlo más allá de los cánones de la pareja ideal.
Las repetidas separaciones de ustedes parecen constituir su manera de arreglárselas con lo espinoso de cualquier lazo amoroso, que junto a sus nudos tiene también sus excesos y agujeros. Eso que hasta hoy los empuja a separarse como única forma de elaboración posible, continuará existiendo.
A toda pareja se le presenta algo que para sus miembros es desbordante, incómodo, casi imposible. En ocasiones eso también está asociado a lo que disfrutan y se inventan sus maneras de lidiar con todo ello.
No hay fórmula para amar, no hay universidad para la vida en pareja y esa relación tan soñada no existe, a pesar de los deleitables encuentros amorosos. Tal vez pueda haber otras maneras, pero tendrían que crearlas también a la altura de sus deseos y de sus «caracteres».