L. G.: En el grado 12 empecé a llevarme muy bien con un profesor. Al andar juntos, nos contábamos las cosas y me fui enamorando de él hasta que un día nos hicimos novios, a pesar de que mi mamá no lo aconsejaba. Los días más felices de mi vida fueron esos. Pero se enfureció cuando supo que se lo había contado a mi mamá, quien me apoya en todo. No quiso entender y me dejó de hablar. Lo amo mucho, y al mismo tiempo lo quiero olvidar. Ayúdenme. Tengo 17 años.
Podrás superar esta experiencia aunque quizá siempre recuerdes la felicidad de estos días. Al amar descubrimos cómo emerge nuestro amor. Esta historia puede ayudarte a comprender que necesitas las fantasías, las miradas y los detalles a partir de los cuales sentiste que encarnabas ese ser de mujer única y sorprendente que fuiste con este hombre.
Tan solo el asomo de la posibilidad de comprometerse lo espantó, con independencia del placer de la relación. Es eso lo que te obligará a aceptar que el amor no fue tal y seguir adelante.
Es usual que en el alumnado aparezca el deslumbramiento por profesores. En la medida en que a alguien se le supone un saber, se le ama. Además se ama a su ser en tanto se le cree dueño de una satisfacción que buscamos y podría ofrecernos. Si bien todo enamoramiento implica alguna idealización, esta es superior cuando se dirige hacia nuestros profesores y médicos, entre otros profesionales.
No es recomendable establecer lazos amorosos con ellos mientras cumplen su función profesional con nosotros. No solo cuentan con una posición de poder y deben evitar aprovecharse de ella para su beneficio, sino que pueden ser muy diferentes al ideal que infunden.
No es recomendable para ellos tampoco, pues mucho del sentimiento que inspiran se desvanece cuando ya no se cumple su función profesional.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica y psicoanalista