Si la Revolución Cubana es triunfadora se debe, entre otras muchas distinciones, a que los grandes patriotas del país, desde Félix Varela hasta Fidel Castro, comprendieron, tomaron conciencia, de que para hacerla había que comunicarla.
No es nada casual que el independentismo y la lucha por la justicia y la dignidad nacional siempre estuvieran acompañados por algún proyecto de prensa, desde El Mensajero Semanal, del Padre Varela, hasta la Radio Rebelde y su prometedora Cadena de la libertad en la Sierra Maestra.
Desde el presbítero que nos enseñó primero en pensar, pasando por el Apóstol que nos enseñó a unirnos, hasta el Fidel que nos enseñó a triunfar, los líderes de los más importantes movimientos revolucionarios criollos no solo pensaban y actuaban como grandes políticos, sino además como excepcionales comunicadores.
La comunicación nunca fue un apéndice de segunda en ninguno de los momentos y tremendos gestos libertarios que fueron dando forma a los escalones que ahora completan, como un todo inseparable, la preciosa trama independentista y justiciera cubana.
A 20 años del programa Mesa Redonda de la Televisión Cubana, vale la pena subrayar que para Fidel hacer política era inseparable de hacer comunicación; y que no era posible acometer exitosamente ninguna campaña política que no estuviera acompañada de su respectiva campaña de comunicación.
Lo anterior no se trata de un raro trabalenguas, sino de una certeza política visionaria. Para el Fidel político y comunicador la estremecedora y singular contienda en la que se sumergía el país por devolver a su Patria a un niño, cobardemente secuestrado y convertido en rehén del empecinamiento imperial y de la derecha anticubana, así como la de más largo aliento, conocida como la Batalla de ideas, tenía que ser acompañada de una nueva forma de comunicar.
En el primer aniversario de la Mesa Redonda —que estimuló con la misma pasión de la creación de ese espacio— lo definiría como un nuevo y poderoso instrumento para favorecer la información, el análisis y la toma de conciencia por el pueblo, acompañado en paralelo por la secuencia de movilizaciones populares y tribunas abiertas.
Elián González Brotons será para siempre un niño símbolo de la dignidad y la capacidad de vencer de los cubanos, no solo porque era una causa justa, que despertaba la sensibilidad de cualquier ser humano que la conociera, sino porque contó con el instrumento o los instrumentos adecuados para promoverla y expandirla.
A 20 años de que naciera la Mesa Redonda, cuando las alertas de los congresos de la Unión de Periodistas de Cuba y de la Unión de Escritores y Artistas son más graves que cuando le permitieron comprender a Fidel la urgencia de innovar con ese espacio, metidos en el terreno pantanoso de la llamada era de la posverdad y las nombradas guerras de tercera generación, si algo no tenemos el derecho a perder de vista es que el imperialismo y su derecha acompañante de cualquier parte del planeta lo que pretenden es que la Revolución no sea transmitida.
Ahora, como si pareciera un asunto de vida o muerte, para que la Revolución siga siendo triunfadora tiene que ser certera y modernamente comunicada.