Cuba, isla bella que se yergue cual rígida palma entre las aguas azules del mar Caribe, solidaria, hermana y guía de la América Latina. País que hace una Revolución, que unió a los pobres de la tierra en igualdad de derechos a solo 90 millas del imperio más poderoso del mundo: Estados Unidos.
Nos enfrentamos hoy a nocivas influencias ideológicas y en muchos casos convivimos con ellas sin notar su peligrosidad. El capitalismo apuesta a los más bajos instintos y solo podríamos preservar nuestros mejores valores si sembramos conciencia. Estamos llamados a ser revolucionarios más profundos, sinceros y en la defensa de nuestras causas no tiene cabida la consigna vacía y el compromiso banal, sino un claro sentido del deber.
El pueblo cubano resiste y vence una política hostil que durante 60 años ha implementado el Gobierno norteamericano. Dentro de esta política resalta la firma de la ley más genocida y atropellante aplicada a un país, la Helms-Burton.
La administración Trump ha decidido activar el Título III de la ley con el fin de ahogar al pueblo cubano, de acorralarlo económica y financieramente, de aislarlo del desarrollo comercial del mundo, con fuertes medidas a los que se atrevan a violar las leyes impuestas contra nuestro país, el cual debe asumir pagos costosos por terceros países al no efectuar transacciones directas que pueden ofertar productos de primera necesidad para los cubanos, incluso con los mismos Estados Unidos.
Los cubanos que hemos vivido las últimas décadas del siglo XX y comienzos del XXI somos afortunados en haber iniciado nuestros pasos en la vida con la conducción certera de Fidel, y que nos haya legado la filosofía de lucha de resistir y vencer, de persuadir y convencer con la dignidad de la verdad como bandera, de la máxima martiana de lucha: «trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras».
Somos jóvenes de una bella Isla, pequeña en tamaño, pero grande en derechos, en dignidad humana, en solidaridad internacional. Somos de un país donde la palma real se despeina en los verdes campos, donde las personas ríen por la libertad disfrutada, donde los niños, adolescentes y jóvenes desandan los pasillos de las escuelas sin temor a morir, donde se canta, baila y practica deportes sin pagar un solo centavo, donde los profesionales de las batas blancas batallan en los hospitales para salvar a cualquier precio la vida humana.
De Cuba no se apoderarán, como no lo hicieron de Guisa en 1958. Es esta una Isla cespediana, martiana, guevariana, maceísta, fidelista y de tantos otros que abonaron su sangre en los campos cubanos en el proceso de liberación nacional.
Las actuales generaciones junto al pueblo heroico mantenemos las victorias alcanzadas en batallas decisivas. Somos la generación que ha tenido el privilegio y el compromiso de compartir el mismo tiempo de Fidel, Raúl y su continuidad con Díaz-Canel; somos la generación que mantendrá irreversible el proceso revolucionario y continuará forjando los sueños de aquel niño de Birán que se convirtió en guerrillero, en defensor de los humildes, en ardiente profeta de la aurora, en soldado incansable de las ideas. Somos la generación continuadora.
A Trump le decimos que la Ley Helms-Burton no pasará por nuestro suelo, que desista de tan descabellada idea. La generación del presente no dejará caer jamás la Revolución que hoy está en nuestras manos. El futuro seguirá brillando aquí como aquel 1ro. de enero de 1959.
(*) Presidente del Movimiento Juvenil Martiano en Granma