Estamos de lo más contentos, casi que podemos brincar de alegría, y todo eso se debe al hecho de ya no tenemos que recoger y botar en la basura la cantidad de propaganda política que desde hace meses nos llega al buzón del correo. Los carteros también están de fiesta, ya que se les aligera la carga. Por ahora no tendrán que seguir entregando diariamente las toneladas de cartulinas en las que estaban impresas las fotografías de los diferentes candidatos a las elecciones con sus mentiras, sus promesas y sus ataques a los adversarios. Las que si están de luto son las compañías de publicidad, los medios de comunicación y los miles y miles de personas que formaban parte de las distintas campañas electorales. Para todos ellos se les acaba de acabar la zafra. Por fin, después de tanto tiempo, terminó el barraje de propaganda política en la radio, la televisión y los periódicos. Una verdadera danza de los millones acaba de finalizar. Por supuesto, todo esto es solo por ahora, ya que dentro de unos meses más, en vez de esta zafra chica, empiezan los grandes centrales a moler. Esto es solo un descanso para que el pueblo coja un poco de aire y los medios y las agencias publicitarias comiencen a aceitar la maquinaria para la zafra mayor, la zafra en la que ganarán millones y millones de dólares más.
Semanas atrás les dije que desde que vivo en este país, que son muchísimos años, no había visto nunca tanto entusiasmo para votar en unas elecciones de medio término como en estas que acaban de terminar. Todos los analistas políticos están de acuerdo que es el factor Trump el que ha motivado a los electores a participar en esta contienda. Siempre en Estados Unidos, incluso en las elecciones presidenciales, existe una enorme cantidad de ciudadanos con derecho al voto que no lo ejerce, aunque en las elecciones generales que se llevan a cabo cada cuatro años la participación es siempre mayor que en cualquier otra elección. En Estados Unidos algunas veces se han llevado a cabo elecciones locales en las que los votantes no han llegado ni a un 15 por ciento de los electores inscritos. Hay alcaldes que han sido elegidos con el nueve o diez por ciento de los votantes registrados.
Existe una gran contradicción entre el dinero que se gasta en la propaganda política y la gran cantidad de ciudadanos que ni se enteran que se va a llevar a cabo una elección. Es más, unos días antes de estas elecciones, una planta de televisión nacional le preguntaba a la gente en la calle sobre por quién iban a votar y muchos de ellos no solamente no conocían a los candidatos, sino que ni siquiera sabían que se iban a realizar unos comicios.
Según algunos, los más positivos, aclaran que este fenómeno de la indiferencia de una gran parte de la población sobre las elecciones se debe a que están tan confiados en el sistema que ni siquiera se toman el trabajo de asistir a las urnas, ya que, no importando quién salga elegido, el sistema seguirá funcionando de la mejor manera. Claro que hay otros, los más pesimistas, que afirman que la gran cantidad de personas que dejan de votar lo hacen porque, no importando quién salga elegido, en nada les va a mejorar sus vidas. ¿Quiénes tienen razón? Vaya usted a saber.
Bueno, en definitiva, no importa quién tenga la razón, o no importa por la razón que sea, lo cierto es que el abstencionismo queda, en casi todas las elecciones que se llevan a cabo en este país, si no en un amplio primer lugar, de seguro en un honroso segundo puesto.
En las elecciones que se llevaron a cabo la semana pasada, más del 40 por ciento de los votantes no ejercieron su derecho al voto. Eso fue así, a pesar de los cientos de millones de dólares que los políticos gastaron en sus campañas.
Como los lectores deben de saber, en esas elecciones los republicanos perdieron, por amplio margen, el control de la Cámara de Representantes, algo que se esperaba que sucediera. Esa pérdida no le es nada favorable a Mr. Trump, ya que el no contar con esa Cámara le limita en mucho el poder para pasar cualquier legislación. Se sabía que iba a ser casi imposible que los demócratas obtuvieran una victoria en el Senado, entre otras razones porque de los 35 escaños que iban a elección, 26 eran demócratas buscando una reelección, y muchos de ellos en los Estados donde la mayoría había votado a favor de Trump en las elecciones de 2016. Este cuadro será totalmente diferente en las elecciones generales de 2020.
Como decía al principio de este comentario, por ahora tendremos un descanso de esta pesadilla electoral que se repite cada dos años en este país, aunque claro que seguiremos con la pesadilla que nos crea diariamente el personaje que actualmente ocupa la Casa Blanca.