Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Bolton padece de Cubafobia

Autor:

Juana Carrasco Martín

El perro Bolton ladró de nuevo contra Cuba. Apenas la comunidad internacional dejaba claro en la ONU que el bloqueo era vil y obsoleto, y tendía en la arena a un contendiente de mayor peso, pero de escasa moral, el Consejero de Seguridad Nacional de Donald Trump —aunque ya lo había anunciado— demostraba que no sabe sacar enseñanzas de las derrotas apabullantes y ponía sobre la mesa nuevas sanciones.

El escenario escogido no podía serle más propicio a la vez que añejo y poco creativo a la hora de demostrar un odio visceral: Miami y su llamada Torre de la Libertad, refugio de batistianos y ladrones, de mercenarios, también frustrados perdedores de otro Girón, el de hace 57 años. El discurso lo tituló:  «Las políticas de la administración Trump en Latinoamérica». Y vaya políticas, injerencia sin tapujo, amenazas, sanciones, agresiones para el ablandamiento que —de acuerdo con sus planes— los lleven a un «cambio de régimen» en tres países de la América Nuestra que le han plantado cara al imperio.

Con un lenguaje momificado en la guerra fría, altanero, insultante y peligroso dijo: «la troika de tiranía en este hemisferio —Cuba, Venezuela y Nicaragua— finalmente ha encontrado su rival». Y los improperios con que llenó el discurso fueron ovacionados por la caterva que le escuchaba, anclada en un pasado que el pueblo cubano tiene bien claro que no volverá. Pero con los asuntos y promesas «seriamente» expuestos contentaba al auditorio.

Entre otros, ampliar la lista de las entidades cubanas con las que ciudadanos de Estados Unidos no pueden negociar parece que será cosa hecha, y a las 180 listadas por Trump el año pasado le añadirán otra veintena.

Permitir que los cubanoamericanos con propiedades confiscadas en la Isla puedan demandar en cortes federales a compañías extranjeras con presencia en Estados Unidos que tienen negocios en esas «propiedades», puede que sí o que sea harina de otro costal, porque tendría la administración Trump que aplicar la sección III de la Ley Helms-Burton, que entró en vigor en 1996, y todos los gobiernos de EE. UU. han suspendido porque su efecto extraterritorial perjudicaría a importantes socios comerciales como la Unión Europea y Canadá, que tienen inversiones en Cuba. Aunque con el predecible Bolton y el impredecible Trump cualquier cosa puede suceder.

Ya en una entrevista que le diera a un diario de Miami dijo que en las próximas semanas revisaría nuevamente la política hacia Cuba para garantizar la implementación del memorando que el presidente Donald Trump firmara en esa ciudad ante un auditorio similar, sin entender que ya no responde a los deseos de relaciones normales con su nación de origen que tiene la mayoría de los cubanos residentes en Estados Unidos.

De igual manera, los presentes en el discurso de Bolton aplaudieron el anuncio de nuevas sanciones contra el Gobierno bolivariano para impedir que ciudadanos y compañías estadounidenses se involucren en las transacciones con el oro venezolano, una medida económica de la nación sudamericana para enfrentar la guerra económica que se le hace.

Para Nicaragua, las amenazas se resumían en esta advertencia: si no convocan a elecciones libres sentiría «todo el peso del régimen robusto de sanciones de Estados Unidos».

Si de hacer payasadas se trata, el personaje en cuestión no pierde el tiempo y las propuestas sobre Cuba, según la publicación McClatchy, fueron discutidas por la Casa  Blanca, que se asesora con otras buenas fichas, políticos del sur de la Florida —algunos de los cuales ni siquiera han puesto un pie en Cuba, pero se dicen cubanoamericanos—, y hacen capital a expensas de esos proyectos erráticos que no les dieron el resultado apetecido antes, como tampoco lo serán ahora, ni en el futuro.

Porque decimos que Bolton es predecible. Basta con sacar a la luz algunos capítulos de la trayectoria de este señor que ha trabajado con varias administraciones republicanas, y su Cubafobia, al parecer congénita, obsesión que acompaña a la política estadounidense y lo lleva —ya lo decía Fidel— «por un camino tortuoso lleno de mentiras, errores, fracasos y desaciertos».

El personaje inescrupuloso estuvo envuelto en el año 2002 en una siniestra maniobra contra Cuba, cuando era subsecretario de Estado para asuntos de control de armamentos y en una conferencia en la ultraderechista Fundación Heritage —uno de los muchos tanques pensantes y grupos de esa calaña a las que pertenece— dijo: «Además de Libia y Siria, hay una amenaza procedente de otro país signatario de la Convención sobre las Armas Biológicas, un país que se encuentra a solo 90 millas del territorio continental de Estados Unidos, a saber, Cuba», y el dolor continuaba: «Cuba tiene al menos un programa de armas biológicas ofensivas y puede estar transfiriendo sus avances a otros estados hostiles de Estados Unidos». Hasta el expresidente James Carter desmintió la farsa.

Bolton, que fue el Representante permanente de Estados Unidos ante la ONU desde agosto de 2005 hasta diciembre de 2006 sin obtener el necesario aval del Senado, también desde ese cargo intentó resucitar aquella mentira. Otro fracaso se le añadió al currículo, pero nunca ha dejado de insistir en ese guion.

Ahora, desde el 9 de abril de 2018, le dice al oído de Trump lo que debe hacer, y entre sus «enemigos» tiene a Cuba. La combinación perfecta la logró con la designación de Mauricio Claver-Carone —otro «cubanoamericano» que no tiene idea de cómo es tomar fresco con total tranquilidad en el malecón de La Habana— como director principal de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. De nuevo resucita la idea fija, y llamó «ataques» a los alegados problemas de salud de funcionarios diplomáticos estadounidenses en La Habana que justificaron dejar en la minima expresión a su Embajada y expulsar a 17 diplomáticos cubanos de la Embajada en Washington.

Por ahí llevan a que el presidente-golfista golpee la pelotica y trate de hacer dos hoyos de un tiro: cambiar el régimen en la Mayor de las Antillas —mi abuela les diría: «ilusiones vanas, como las avellanas»—, y garantizar que los candidatos republicanos ganen en las elecciones de medio tiempo del próximo martes coqueteando con un electorado de origen cubano y otros latinos. Esto me recuerda a otro presidente-golfista que inició, al final de su mandato, las primeras medidas de bloqueo, y tampoco pudo hacer la jugada…

Al decir de Bolton, las recientes elecciones en países claves, que llevaron a Ivan Duque en Colombia y a Jair Bolsonaro en Brasil, «son signos positivos para el futuro de la región»…

Otra vez ilusiones y mentiras se dan la mano. Ya les llegarán, como un boomerang, las pesadillas con que pretenden envolver a nuestro pueblo.

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