«Cuadrar la caja» es una expresión económica aplicable, además, al buen funcionamiento de algo o alguien, sobre todo cuando se trata de garantizar eficiencia en los procesos que benefician a la mayoría. Y eso, precisamente, es lo que necesita hoy el país: un «cuadro que cuadre»
No me refiero al «buena gente», sino al que, como lo definió el General de Ejército Raúl Castro Ruz, razone con argumentos sólidos, sepa escuchar aunque no le agraden algunas opiniones, valore con mente abierta los criterios de los demás, al tiempo que rebata, con fundamentos y energía, aquellos que resulten inaceptables.
Hacen falta esos que colegien opiniones, estimulen la unidad y fortalezcan la dirección colectiva, que sean ejemplo de trabajo, disciplina, conocimiento, motivación y compromiso con la obra de la Revolución. Ellos son muy necesarios para el éxito del futuro que pretendemos construir en Cuba en medio de la actualización del modelo económico.
Y en ese contexto debe ser un responsable negociador de esperanzas, aglutinador de esfuerzos, controlador incansable, asesor certero; pero también inconforme y propositivo, innovador, exigente y humano. Debe saber aceptar la crítica como una vía para mejorar su desempeño y el de sus subordinados.
Sin embargo, aunque existen ejemplos que dignifican lo anterior, desafortunadamente no todos cumplen estos requisitos, por lo que en esos casos han existido fallos en su elección, y no se han aprovechado al máximo las amplias opciones de capacitación y entrenamiento.
En ese sentido, ya en el país se efectuaron 14 diplomados de Administración Pública y Dirección y Gestión Empresarial que, de acuerdo con la prensa nacional, además de las respectivas materias relacionadas con cada línea, ofrecen información actualizada a fin de elevar la cultura jurídica, económica, de dirección de procesos y el uso de las tecnologías de la informática y la comunicación para la correcta toma de decisiones.
La mayoría de los reportes de prensa relacionados con estos cursos acuñan que los diplomantes culminan en mejores condiciones para realizar una gestión eficiente y están listos para incorporar los nuevos conocimientos a sus prácticas laborales habituales y contribuir al desarrollo económico y social del país desde sus puestos.
No obstante, pese a algunas aplicaciones exitosas de nuevos métodos y estilos de trabajo basados en las experiencias adquiridas en esos diplomados, la inquietud radica en quienes no lo logran, realidad que abre una puerta a la duda e identifica entre las principales causas de tal desacierto a la errónea designación de la persona.
Ya desde el 2do. Congreso del Partido, la Resolución sobre la política de formación, selección, ubicación, promoción y superación de los cuadros, además de definir los requisitos para ocupar cargos de dirección, alertaba sobre la elección de personas sin condiciones ni requisitos para el puesto. En el Informe Central del recién concluido 7mo. Congreso, aunque se reconoce un avance, también se señalan insatisfacciones con la elección y preparación de los cuadros.
«Se han dado pasos importantes en la preparación y recalificación de los cuadros partidistas, estatales, gubernamentales y empresariales, aunque se requiere insistir en la preparación específica para el desempeño de los cargos asignados. Grandes potencialidades se pierden a causa del inadecuado trabajo con las reservas de cuadros y por la débil influencia de los responsables en el proceso de selección y formación de la cantera», refleja el documento.
Esas debilidades dejan espacio para que asuman responsabilidades vinculadas al control y disposición de recursos materiales y financieros, personas que, en vez de «cuadrar», crean caldo de cultivo para la corrupción y otras indisciplinas. Un cuadro que cuadre velará entonces por la planificación, organización, control y sistematización; no dará margen a improvisar, ni a esa supuesta ingenuidad que pudiera poner en riesgo nuestra soberanía, el socialismo y la Revolución.