Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Las procacidades del señor Godard

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Han pasado varios días, y todavía se siente la misma incomodidad que cuando la traductora de la ONU repitió las frases, no por rebuscadas menos procaces, del representante de Estados Unidos ante la Asamblea General, momentos después de que el plenario volviera a asestarle un duro golpe a la política norteamericana de asfixia contra Cuba.

Si no fuera porque cada año dicen lo mismo —o parecido—, habría que pensar que el señor Ronald Godard, asesor principal de la Casa Blanca para Asuntos del Hemisferio Occidental, o no conoce nada de la realidad de esta Isla, o padece miopía congénita.

Quizá fuera por contraste que su réplica resultó más cavernaria y anquilosada que la de los 21 de sus colegas a quienes, en igual número de ocasiones, en años precedentes, les ha tocado el trago amargo de defender lo indefendible en Naciones Unidas…

Frente al discurso transparente, enérgico, racional pero, sobre todo, actual y consecuente del Canciller cubano, que daba cuenta de la voluntad de paz de nuestro país y de sus deseos de convivencia respetuosa —lo que es hoy un imperativo en el mundo— los reproches mentirosos y con sabor a condicionamientos de Godard lo pintaban como dinosaurio.

Tal vez no haya mejor evidencia que escuchar cada año a los enviados de Washington cuando se condena el bloqueo en la Asamblea General, para comprobar lo anclados en el pasado que están, sobre todo con respecto a Cuba, rezumando todavía las fiebres de la llamada Guerra Fría, mientras aquí se emprenden pasos audaces y poco ortodoxos buscando siempre, y sobre todo, el desarrollo del país y el bienestar de su población…

¡Claro!, solo que esos pasos buscan perfeccionar el modelo y, por ende, seguir consolidando la Revolución cuya pervivencia, precisamente, es lo único que molesta a los sectores de poder estadounidenses representados en el señor Godard.

Parecen ser esos los únicos interesados en seguir internacionalizando una política infructuosa que, cada vez, encuentra más críticos entre su propia gente.

Justo porque nunca como en estos tiempos Cuba ha emprendido transformaciones tan desinhibidas para hacer más eficiente nuestra economía socialista, molesta que el enviado estadounidense alegara que nuestro país mantiene «uno de los sistemas económicos más restrictivos del mundo». O que nuestros dilemas económicos son por «insuficiencias» nuestras, sin que ellos tuvieran algo que ver. Desafiar la sangría, precisamente, es lo que nos ha hecho fuertes.

Y es sobre todo en ese punto donde vale la pregunta de si, acaso, personeros yanquis como este asesor, siguen pensando que pueden poner cortapisas o «metas» a la firme, pero sobre todo orgullosa isla de Cuba.

Más allá de la pertinaz e impertinente mentira de que nos agreden para «ayudar a los cubanos» o eso de que el bloqueo es un asunto «bilateral», la acusación de que este país es «restrictivo» no puede ser interpretada más que como un divertimento, cuando el sistema económico y social cubano se descentraliza, se expande, y se potencia.

Mas lo esencial no es, en verdad, lo que Godgar diga, a riesgo de hacer el ridículo en el escenario internacional.

Lo que debe quedar claro para tales voceros es que nunca nos ha importado, en verdad, lo que ellos nos recetan. A fin de cuentas, el bloqueo lo impusieron ellos, y Cuba no tiene que hacer concesiones para que cese una política tan injusta como cruel e inmoral.

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