La población del condado de Miami Dade, según el censo del 2010, asciende a casi 2 500 000 habitantes. Ocupa el octavo lugar dentro de los condados con mayor población de Estados Unidos. Treinta y cinco municipios están incorporados al condado. Cada uno tiene un alcalde y varios concejales, además de un cuerpo de policía que responde directamente al administrador de la ciudad. El mayor de los municipios que componen el condado es el de la ciudad de Miami. El condado también es conocido por el nombre de Gran Miami.
De la población residente aquí, solo 1 221 592 personas están registradas para votar. Es decir, que más del 50 por ciento de ella no tiene edad para votar, no son ciudadanos con derecho al voto o, simplemente, no les ha interesado inscribirse.
De los que tienen derecho y están además inscritos en el registro electoral, solo un pequeño porcentaje se molesta en hacer uso de su derecho al voto y lo ejerce, a pesar de que existen varias formas para simplificar y facilitar el acto de votar por un candidato. Primero, varias semanas antes del día señalado para las elecciones, el elector puede solicitar una boleta por correo, llenarla y devolverla al Departamento de Elecciones personalmente o de la misma forma en que la recibió.
Dos semanas antes de las elecciones, en casi todas las bibliotecas públicas y en ciertos lugares señalados se instalan centros de votación adonde el elector puede acudir durante la mayor parte del día y emitir su voto. Como si eso fuera poco, el mismo día de las elecciones puede asistir personalmente a su precinto, que está abierto de siete de la mañana a siete de la noche, es decir, 12 horas, para poder votar. Digo esto para explicar las facilidades que tiene un ciudadano en este condado y en el país para emitir su voto; por lo que, quien no lo hace es porque no le da la realísima gana de hacerlo y no por falta de tiempo o de comodidad.
Pues bien, el martes 28 de junio se llevó a cabo la elección del alcalde del condado de Miami Dade. Del total de los electores registrados, solo el 16,36 por ciento (199 862), se molestaron en emitir su voto. El resto no se tomó ni el más mínimo trabajo de ejercer el tan traído y llevado derecho.
Los dos candidatos que se enfrentaban para el puesto de alcalde eran dos politiqueros cubanoamericanos, lo que, parodiando al escritor peruano Vargas Llosa, era como escoger entre el cáncer y el sida. Uno, quien era hasta hace poco el alcalde de la ciudad de Hialeah, está bajo investigación judicial por presuntos delitos de corrupción y recibió el apoyo de lo más recalcitrante y anticubano de esta ciudad. El otro, hasta ayer comisionado del condado y el menos malo de los dos, fue el que resultó ganador por estrecho margen de 51,10 por ciento contra el 48,90 de boletas para el alcalde corrupto.
Si sacamos la cuenta de los votos que recibió cada contendiente, el alcalde fue elegido por 101 865 votos, o sea, poco más del ocho por ciento de los electores inscritos, lo que a su vez representa más o menos el cuatro por ciento de la totalidad de la población del condado. ¿Democracia representativa? Siempre he afirmado que la tal democracia representativa no representa a nadie, pero en el caso del condado de Miami Dade, de la Florida, podría afirmar que a casi nadie.
Hace unas semanas escribí un comentario sobre las elecciones en Estados Unidos. El de hoy ratifica lo que en el anterior decía, y es que los ciudadanos están cansados de tanta politiquería, y de que las elecciones se hayan convertido en una escogencia entre un mal o un mal menor, entre un corrupto confeso o un corrupto en embrión, entre candidatos que no tienen programas de gobierno que representen cambios verdaderos, y candidatos vacíos ideológicamente quienes, en la mayoría de los casos, quieren llegar al poder no para satisfacer las necesidades ciudadanas, sino sus egos personales. Lo vuelvo a decir: ante esta situación, es mejor designar a los funcionarios que elegirlos. Elecciones, ¿para qué?
*Periodista cubano radicado en Miami