Cuentan que al ex presidente galo Jacques Chirac, pocos tipos —excepto Bush— le caían tan indigestos como Tony Blair, primer ministro británico entre 1997 y 2007. Una vez, bromeando con los gobernantes de Rusia y Alemania, soltó una pulla sobre el inglés: «No se puede confiar en gente que cocina tan mal»; una indirecta que, de paso, gravita sobre todos los británicos. Y dicha por un francés…
Hago la acotación porque, si de algo se precian los ahijados de Juana de Arco, es de su haute cuisine (alta cocina), rica en extravagancias del paladar. El humorista norteamericano Will Cuppy ironizaba sobre el tema al narrar que, en los albores de la Edad Media, los francos empezaron a comer ranas y caracoles, y fue así como se trasformaron gradualmente en ¡franceses…!
Lo paradójico de la sátira de Chirac es que, en estos días de crisis económica, los franceses no se andan con lujosos y exóticos platos, sino que echan mano de lo que venga, incluso si ya está vencido. Lo dice un despacho de AP: en estos momentos, los consumidores no se fijan tanto en esta o aquella marca, sino en la fecha de vencimiento de los productos, rebajados sus precios en razón del tiempo. Así, en una tienda parisina, «al queso le queda apenas un día para que pase su mejor momento y las aceitunas ya han cruzado el umbral de demasiado viejas, pero los compradores las están adquiriendo», informa la agencia de prensa.
¿Quiénes hacen su agosto, literalmente? Pues los mercados de alimentos baratos, a punto de vencerse o ya vencidos, como la cadena NOZ: «Las ventas han aumentado un 20 por ciento durante el último año, como aparente resultado de la recesión», se frota las manos su director, Remy Adrion.
Y no solo este tipo de negocios crece como verdolaga. Todo tipo de comida rápida, de esa que no lleva condimentos mandados a buscar a la Conchinchina, está ganando la simpatía de millones de estómagos. Así como en el filme La Pantera Rosa, el inspector francés Clouseau se relame de gusto ante una hamburguesa en medio de Nueva York, otros toman nota: aun la «comida chatarra», tan denostada en los selectos círculos del bon manger (buen comer), puede ser una opción en tiempos de crisis. En este momento, dice la AP, muchos prefieren, en vez de la acostumbrada variedad de platos, torear a un sándwich de un euro, ¡y va que chifla!
Siempre, de todos modos, será mucho mejor que irse a la cama con un manojo de raíces en el vientre, que es como muchos en África intentan paliar el impacto de la crisis. La actual, sí, pero también la que los agobia desde que otros llegaron, esclavizaron, robaron y arrasaron…
Y ahora, ¡buenas noticias!: «la recesión ha terminado en Francia y Alemania». Una cifra lo avala, dice BBC: el Producto Interno Bruto creció un 0,3 por ciento entre abril y junio, en ambos países. Más cauta, la ministra gala de Economía, Cristine Lagarde, prefiere hablar de «salida de la crisis definitiva a mediados de 2010». Hasta ese momento mágico, «no hay que esperar milagros».
Previsiblemente, entretanto, muchos se convertirán en adoradores de la hamburguesa, y leerán, sin mayor disimulo, el ya conocido letrerito: «Consumir antes de: Ver fondo».