Participé en una conferencia que dio Leonard Weinglass (el de Daniel Ellsberg/los famosos Papeles del Pentágono, el de las tribulaciones de Amy Carter, y otros esfuerzos por lograr justicia en momentos en los que todo estaba en contra) en la Facultad de Derecho de la Universidad Howard el miércoles 12 de septiembre. Me quedé pasmado por lo que reveló el abogado Weinglass.
Como militar durante 31 años, ocasionalmente me tropecé con Cuba. En ejercicios de entrenamiento, recuerdo vívidamente que en simulacros de combate en «el escenario cubano» lo que sucedía era que la marina norteamericana, el FBI, la Policía Estatal de la Florida, la Guardia Costera, y otros, nos veíamos envueltos no en invadir a Cuba, sino en evitar que un grupo de cubano-americanos de la Florida lo hiciera. Pudiera agregar que tales acciones violaban las leyes de Estados Unidos, y por eso en los entrenamientos —que eran desde mi punto de vista muy realistas— nos dedicábamos a tratar de impedir a varios cientos de pequeñas embarcaciones, cargadas de armas automáticas, explosivos, y muchos cubano-americanos, que llegaran a Cuba. Así que yo estoy familiarizado con algunas de las rarezas de la política de Estados Unidos hacia Cuba.
En la Universidad Howard la pasada semana conocí la verdad acerca de otra de estas rarezas —el caso de «los Cinco Cubanos»—. Aquí tienen algunos antecedentes.
Como el gobierno cubano había llegado a la misma conclusión que los militares norteamericanos y no quería ser invadido por un montón de cubano-americanos de la Florida, decidió enviar a cinco cubanos a "espiar" a este «grupo invasor». (Y lo que yo no he mencionado es que este grupo de habitantes de la Florida es considerado por las autoridades cubanas como un grupo terrorista. ¿Por qué? Porque durante años este grupo supuestamente ha llevado a cabo actos terroristas en Cuba y ha asesinado a cerca de 3 000 cubanos. Uno de estos actos fue el derribo de un avión civil cubano con 76 almas a bordo, todas las cuales perecieron).
Cuando estos cinco cubanos empezaron a informar a La Habana acerca de lo que ellos estaban descubriendo en la Florida, el cuadro se aclaró. Rápidamente, las autoridades cubanas se convencieron de que su país realmente tenía mucho de qué preocuparse.
Así que en La Habana pensaron, vamos a darle estas evidencias que nuestros cinco «espías» han reunido al FBI. Seguramente, el FBI entenderá lo que ya entienden los militares estadounidenses, es decir, que la amenaza a la paz en el Estrecho de la Florida es en la Florida, no en Cuba. Y así fue que La Habana hizo justamente eso. Le entregó al FBI la evidencia que sus cinco hombres habían reunido en el sur de la Florida.
¿Qué hizo el FBI? Bueno, este es el quid de la cuestión. El FBI le entregó las evidencias al gobierno de Estados Unidos, y este a cambio utilizó la evidencia no para investigar, y de ser necesario arrestar y juzgar a los cubano-americanos infractores de la ley y a sus seguidores en el sur de la Florida, sino que arrestaron y finalmente apresaron de por vida a los cinco hombres que «espiaron» a estos buenos y leales ciudadanos de la Florida.
Cuando el caso fue a juicio, se justificaba un cambio de sede y así se solicitó porque ningún tribunal de Miami iba a darle a los Cinco un juicio justo, ya que la ciudad está en buena parte en las manos de algunos de esos mismos cubano-americanos y sus seguidores que han supuestamente perpetrado estas atrocidades al pueblo cubano y que están preparados para invadir la Isla. Pero la moción de cambio de sede fue denegada. Y por supuesto los Cinco fueron condenados.
Pero en la apelación, en una decisión tomada por tres jueces de la Corte de Apelaciones del Onceno Circuito, los resultados del juicio fueron descartados —como por supuesto debían serlo solo por haberse denegado la moción de cambio de sede—. Los Cinco regresaron a Cuba y a sus familias, ¿cierto?
No, porque en un pleno de la Corte del Onceno Circuito con todos sus 12 miembros presentes, la decisión de los tres miembros fue revocada y los Cinco volvieron a la cárcel, donde han estado ya por nueve años.
Mientras escribo el caso está siendo revisado una vez más. Esta es una de las razones por las que Leonard Weinglass ha dado esta conferencia en la Universidad Howard a la cual yo asistí. Él quiso informarnos de este aparentemente atroz injusto fallo y solicitar nuestro apoyo en lograr que esta decisión sea revocada.
Si los hechos son como los expuso el abogado Weinglass, es difícil creer que este caso, en primer lugar, haya ocurrido, a menos, por supuesto, que uno tenga en cuenta el poder real de este grupo de cubano-americanos en la Florida y el control que ellos ejercen sobre el gobierno de Estados Unidos.
Pero este caso se lleva las palmas: castigar con cadena perpetua a hombres que vinieron aquí para determinar cómo y cuándo su país iba a ser atacado por personas que violan las leyes norteamericanas. Estos hombres estaban desarmados, no intentaron hacer ningún daño físico a Estados Unidos, y sus motivos eran proteger a sus conciudadanos de una invasión y de reiterados ataques por parte de cubano-americanos que viven en la Florida.
Y debemos preguntarnos también, ¿cómo es que nos hemos convertido en un refugio para supuestos terroristas? ¿Cómo es que nosotros —los Estados Unidos de Norteamérica— podemos tener un puesto en nuestra propia lista de estados patrocinadores del terrorismo?
Si los hechos son como el abogado Weinglass contó, este caso realmente llega al fondo del foso. Me costó mucho trabajo creerlo, pero no tenía nada con lo cual refutar la magnífica presentación del señor Weinglass. Pero más que eso fueron mis cuatro años dentro de la administración Bush. Saben, yo conozco las profundidades en las cuales nuestro gobierno es capaz de sumergirse. Tortura. Mentiras. Falsas informaciones de Inteligencia. Tiranía. ¿Es realmente tan increíble la continua incapacidad para resolver de forma justa este caso en contra de los Cinco —incluso aunque comenzó en la segunda administración Clinton— cuando actúan en contra los personajes de la actual administración?
Hable con su congresista, por favor. Esto es una farsa. Y, por cierto, si usted puede refutar algo de lo que sostiene el señor Weinglass, ¡hágalo! Estados Unidos tiene tantas acciones desastrosas en su cuenta de descrédito en este momento, que eliminar una de tanta importancia sería un regalo de los dioses. (Traducido por antiterroristas.cu)
*Lawrence Wilkerson es conferencista en el Programa de Honor de la Universidad George Washington. Sus últimos cargos en el gobierno fueron como Jefe de Despacho del secretario de Estado Colin Powell (2002-05). Antes de trabajar en el Departamento de Estado, sirvió 31 años en el ejército de Estados Unidos, incluyendo asistente especial del general Powell cuando fue Jefe del Estado Mayor Conjunto (1989-1993)