Foot cover de NoticiaEl grupo de poder vinculado a las tecnologías financió la campaña y catapultó a Donald Trump a la presidencia en 2024. Autor: Tomado de Internet Publicado: 27/09/2025 | 11:36 am
En enero de 2024, Donald Trump regresó a la Casa Blanca para un segundo mandato. Sus nueve primeros meses en el cargo han constituido un «terremoto» político y económico tanto para Estados Unidos como para el mundo.
Su desafío a las normas democráticas internas ha polarizado la sociedad estadounidense y reconfigurado las fuerzas conservadoras. En tanto, la política exterior de su administración ha provocado un caos en las relaciones comerciales globales, dañando, además, nexos con sus aliados de la OTAN.
Para entender a Trump en su nueva versión es imprescindible analizar las interioridades y evolución del trumpismo, un movimiento populista formado en torno a su figura, conocido por sus siglas en inglés como MAGA (Make America Great Again, Hacer América Grande Otra Vez).
En 2016, el magnate llega a la presidencia de EE.UU. aupado por un movimiento al que hipnotizó con su carisma y estilo populista y confrontativo.
Su discurso, bajo el eslogan «America First» (América Primero), apelaba al nacionalismo económico, una férrea política migratoria y la defensa de los valores tradicionales de los estadounidenses. Temas que encontraron eco en sectores de la sociedad que se sentían marginados por las élites políticas de ese país.
Sus características personales y el amplio empleo de las redes sociales —inusual dentro del círculo político estadounidense— le permitieron a Trump movilizar a la clase trabajadora blanca (granjeros y obreros) ubicada en los Estados sureños y en el Cinturón del Óxido, grupos evangélicos y votantes decepcionados del sistema. Esa masa se convirtió rápidamente en el núcleo de su base electoral.
A pesar de que Trump trató de proyectar una imagen de político antisistema, que se expresaba en su rechazo público a las élites tradicionales, incluso, dentro de su propio Partido, el magnate se vio forzado a conformar su gabinete con elementos del trumpismo y del establishment tradicional. En ello fue determinante la heterogeneidad de las fuerzas que lo llevaron a la presidencia y la carencia de una ideología que distinguiera al trumpismo; y al mismo tiempo sirviera de soporte en la materialización de las ideas del movimiento.
Como es lógico, el establishment limitó la capacidad de Trump de poner en práctica muchas de sus promesas de campaña, en particular aquellas que modificaban el status quo.
Por esa razón, desde mucho antes de perder la Presidencia en 2020 ante Biden, los ideólogos del movimiento MAGA se dieron a la tarea de consolidar a Trump como líder indiscutible del Partido Republicano y dotarlo de una base ideológica.
El tanque pesante ultraconservador Heritage Foundation, su mentor ideológico durante su primera administración, a través del documento programático Proyecto 2025: mandato para el liderazgo 2025. La promesa conservadora formuló y delineó claramente la ideología del movimiento trumpista, la cual se sustenta en cuatro pilares fundamentales:
- El realismo como columna vertebral de la política exterior estadounidense.
- Nacionalismo económico.
- Retorno a las raíces del tradicionalismo norteamericano y,
- Abandono de la ideología «woke» implementada por neoconservadores y liberales.
El retorno de Trump a la Casa Blanca para un segundo mandato no dependía únicamente de la masa crítica de su electorado. Ella, por sí sola, no contaba con la capacidad económica para llevar nuevamente a su líder a la Oficina Oval, sobre todo en un país donde el dinero dicta las reglas del juego.
En un contexto interno caracterizado por la profunda crisis económica, la fragmentación social y una arraigada desconfianza hacia las instituciones y élites políticas, entró en acción una nueva clase dominante que ha emergido con fuerza dentro del país norteño.
Conocidos como los tecnócratas de derecha, el nuevo establishment lo componen los hombres más ricos de EE. UU., multimillonarios del Silicon Valley y dueños de los gigantes tecnológicos. Fue precisamente ese grupo de poder vinculado a las tecnologías quien financió la campaña y catapultó a Donald Trump a la presidencia el pasado año.
Los tecnócratas controlan recursos de comunicación estratégicos como las redes sociales y monopolizan las tecnologías de la inteligencia artificial. Entendidos en este tema destacan que, a través de ella, la nueva élite político-económica, ha logrado penetrar las agencias de inteligencia estadounidenses y acceder a valiosos secretos del establishment tradicional.
La nueva clase dominante tiene muchos puntos en común con la ideología del trumpismo, y aunque existen antagonismos en sus intereses, fue precisamente en la afinidad ideológica donde vieron una oportunidad para llegar a las más altas estructuras de poder en los EE. UU. e imponer su agenda, como viene sucediendo en la práctica.
Hoy, en el movimiento MAGA se pueden identificar claramente dos corrientes principales; los tradicionalistas de derecha y los tecnócratas de derecha.
En 2019, Tucker Carlson advertía que la verdadera amenaza para el pueblo estadounidense no provenía del Gobierno, sino de las grandes corporaciones tecnológicas y Wall Street.
Por otro lado, el trumpismo refleja la profunda división existente en la sociedad estadounidense, que se extiende a la propia masa republicana, caracterizada históricamente por su disciplina partidista. El movimiento MAGA está construido en torno al Partido Republicano, pero sus seguidores son leales a Trump y no a la institución.
El trumpismo es una ideología en toda la regla de la palabra que está replanteando la identidad estadounidense, pero depende, en gran medida, de su líder.