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Liz Truss, ¿otra dama de hierro?

A la tercera mujer en ocupar el cargo de jefe del Gobierno británico no le gusta la comparación con Margaret Thatcher, pero…

Autor:

Juana Carrasco Martín

En mentís a la delicadeza que sugiere su nombre se le califica de ultrahalcónica y ha sido elegida por los afiliados al Partido Conservador Británico para suceder a Boris Johnson como primera ministra del Reino Unido, lo que confirmó este martes la reina Isabel, durante una audiencia en el Castillo de Balmoral, residencia privada en las Tierras Altas de Escocia, que no posesión del Reino, lugar preferido de veraneo de la soberana desde julio hasta principio de octubre.

Las acreditaciones para tal conceptuación las mostró como secretaria de Asuntos Exteriores, fundamentalmente con sus pronunciamientos sobre Rusia en el actual conflicto en territorio ucraniano, cuando alentó incluso a los súbditos que quisieran servir en las filas militares de Kiev. En declaraciones a la BBC dijo que lucharían por la «democracia», «no solo por Ucrania, sino por toda Europa», y según el Financial Times se sintió frustrada porque Washington no tomó una «línea dura» frente al presidente Vladímir Putin, y en alianza con el  Gobierno de Volodomir Zelenski, al que describió como «el más grande amigo».

Acotamos que soldados ucranianos se entrenan en territorio británico y unidades de fuerzas  especiales del Reino Unido están en el escenario bélico ucraniano, además de la ayuda en armamentos al Gobierno de Zelenski.

Para dejar claro cómo piensa esta señora —que se ha fotografiado sonriente saliendo de la escotilla de un tanque Challenger 2 del Ejército Británico cerca de la frontera rusa en Estonia—, antiwar.com afirma que ante una reciente pregunta del periodista John Pienaar acerca de cómo se «sentiría» si tuviera que ordenar un ataque nuclear, que probablemente significaría la aniquilación global, la respuesta daría escalofríos hasta al más neutral: «Creo que es un deber importante del primer ministro y estoy lista para hacerlo».

Lejos queda la influencia materna, quien la llevaba a marchas antinucleares cuando era estudiante de la secundaria en Paisley, Escocia. Fue durante sus años de estudiante en la Universidad de Oxford cuando se mudó de demócrata liberal a las filas del Partido Conservador.

A China la sitúa en la misma habitación excluyente que a Rusia y pretende una «OTAN global» que traspase líneas continentales y se asome con fuerza al Asia-Pacífico, donde comparte la posición washingtoniana de Beijing como «amenaza» a la seguridad nacional británica. Supongo que los aplausos se hayan escuchado en la Casa Blanca.

También de línea dura en cuanto al Brexit, la designación de la Truss dio motivo para que otra dama fuerte del Viejo Continente,  Ursula von der Leyen, jefa de la Comisión Europea, tuiteara ante el reto de trabajar de conjunto, que esperaba de la británica una posición «constructiva» respecto a los acuerdos ya tomados entre ambas partes luego de la secesión del Reino Unido de la Unión Europea.

Otras voces fueron menos diplomáticas y mostraron preocupación; pero los parabienes llegaron desde políticos del Este, que dice la BBC que aplaudieron la firmeza de la nueva primera ministra hacia el Kremlin, y citó a la jefa de Gobierno de Estonia, Kaja Kallas, quien tuiteó su foto junto a Liz Truss cuando esta era jefa de Relaciones Exteriores, y escribió: «Confío en que nuestra asociación solo crecerá».

Al pasar revista a las líneas políticas de la principiante, la BBC alude a un problema crucial en las relaciones con los vecinos franceses de la otra orilla del Canal de La Mancha: la migración  y los refugiados. Cuando dirigía la diplomacia, prometió ser «firme» para detener el creciente número de esos viajeros poco deseados que intentan llegar al Reino Unido, pero el medio oficial británico comenta que «ser demasiado asertivo, o combativo con respecto a París, es poco probable que garantice la cooperación francesa necesaria en Calais».

Quizá el reto mayor tenga su clímax el 15 de septiembre, cuando Bruselas pudiera imponer costosas barreras comerciales al Reino Unido, en momentos en que esta también poderosa economía mundial enfrenta la crisis global provocada por la pandemia y acrecentada por las operaciones militares en Ucrania y las duras medidas que, especialmente Estados Unidos, la Unión Europea y algunos otros aliados, han impuesto a Rusia. Algunos analistas comentan que uno de los impacientes con el Reino Unido es el canciller alemán Olaf Scholz.

Y aunque Truss se inicia al frente de toda la nación, tiene experiencia política como parte del Gabinete en tres gobiernos: fue secretaria del Medio Ambiente de David Cameron; secretaria de Justicia bajo Theresa May; y desde el 2021 hasta ahora fungió como secretaria de Exteriores de Boris Johnson.

Amén de no pocos problemas internos y en su frontera isleña, la primera ministra Liz Truss tiene por delante dos años complejos, en los que juega la ficha de mantener a los conservadores como inquilinos del número 10 de Downing Street en las elecciones verdaderas, las generales en que votarán todos los ciudadanos, en enero de 2025.

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