Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cada vez es más sucia la guerra contra Pedro Castillo

Maniobras legislativas y fiscales, y el descrédito fabricado desde los medios, hacen crecer las amenazas a su mandato

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Un senador de esa oposición que sigue amenazando sacar a Pedro Castillo de la jefatura del Gobierno de Perú, ha dicho que «el presidente tiene que darse cuenta de que no puede estar llamando a la violencia…».

Pero ha sido otra falsa acusación. Castillo solo ha recibido el respaldo de algunas de las fuerzas sociales peruanas en un momento en que pareciera que únicamente el resguardo popular, en efecto, podría contener la avalancha que se le va encima.

Quizá todavía haya tiempo de fortalecer un entorno popular pacífico pero fuerte que proteja su mandato después de las simpatías que ha perdido desde su elección hace un año, según dicen las encuestas y se ve en la calle, a merced, como ha estado este ejecutivo de cada capricho de esa oposición en el Congreso, y víctima de una labor manipuladora desde la prensa que lo avasalla y desprestigia.

Hace algunos días, ciudadanos a favor y en contra de su mandato se manifestaron. La subida de precios que campea en todas partes como resultado de la crisis europea, se ha sumado a la que dejó la COVID-19 y ha afectado a amplias capas poblacionales que tienen otro motivo para el desaliento.

Hace 12 meses, sin  embargo, solo le criticaban los ricos, mientras los de abajo cerraban filas en torno a su figura y frente a las mentiras de Fuerza Perú y Keiko Fujimori, intentando robarle las elecciones.

Las presiones constantes desde el legislativo para que Castillo sustituya a los distintos titulares del gabinete que nombra provocaron ya muchos cambios ministeriales que seguramente desvirtuaron algo su hoja de ruta original, y han hecho parecer su mandato como el de un gobierno sin rumbo que, encima de todo, los artífices de esa maniobra critican —¡es su campaña manipuladora!—  con el apoyo mayoritario de los medios.

Para colmo de males, esa aceptación de las exigencias que le ha impuesto la derecha en el Congreso le ha costado al mandatario el fin de su relación con el partido que lo postuló, Perú Libre, una agrupación inconforme con ese proceder del Presidente a merced de la oposición.

Perú Libre prioriza la convocatoria a una Asamblea Constituyente, proceso igualmente difícil con un parlamento de mayoría derechista que torpedea cada intento de establecer un referendo, porque en la Constitución no está explícitamente aprobada una consulta popular.

La Constituyente, sin embargo, ha sido también el principal reclamo de las bases ciudadanas desde que se hicieron a la protesta en noviembre del año 2020 y forzaron la salida del efímero presidente Manuel Meriño, quien pagó así la represión de las manifestaciones que siguieron a la democión de Martín Vizcarra, mediante un ardid del Congreso similar al que se quiere instrumentar contra el actual mandatario: la llamada vacancia presidencial.

Aunque, a decir verdad, Vizcarra fue víctima de menos ensañamiento, porque la medida que lo sacó del poder por alegados actos de corrupción no demostrados se aprobó de una sola vez, y contra el actual mandatario ya ha habido dos intentos fallidos, pues quienes le impugnan no lograron conseguir los 87 votos necesarios para cesantearlo.

Al mismo tiempo, se abren en su contra investigaciones judiciales sucesivas que esta semana llegaron a seis, entre las que se halla la que lo señala como supuesto traidor a la Patria, por una declaración en que el Presidente dijo a la prensa que estaría dispuesto a conversar con Bolivia la posibilidad de ofrecerle una salida al mar.

¡Con esa saña se le vigila!

Perú Libre rompió alianza con el Presidente, pero no le ha  abandonado a su suerte ni se ha convertido en su enemigo, como lo demuestran las posiciones de su bancada en el Congreso, que han contribuido a impedir las trapisondas e, incluso, como puede percibirse en las declaraciones del titular de esa agrupación política, Vladimir Cerrón, quien le marca el camino pero denuncia las maniobras tergiversadoras, y es víctima él mismo y su familia de persecución judicial, instrumentada por la derecha.

La filiación revolucionaria y comunista de Cerrón, que él exhibe con orgullo, ofreció el primer atado de dardos que se lanzó contra Castillo.

En medio de una andanada descomunal de agravios y jugarretas, no debe extrañar que, finalmente, el maestro cajamarquino al frente de la presidencia haya comprendido que el único valladar ahora ante la ignominia tejida contra él estaría en el pueblo; porque la derecha, como denuncian muchos y él mismo, nunca aceptará a un campesino en el Palacio de Gobierno.

En un irrespeto inadmisible, quienes le acusan falsamente, coludidos con la Fiscalía, propiciaron la semana pasada un escandaloso allanamiento de la residencia presidencial. También hubo registros en la casa familiar de Castillo en la lejana Cajamarca.

Esta vez fueron en busca de la joven cuñada del Jefe de Estado, una muchacha a quien él y su esposa criaron y tienen como hija adoptiva, quien después se entregó ella misma bajo acusación, también sin pruebas, de actos corruptos relacionados con una empresa que construía obras sociales en su región natal, razón por la cual se dice que ella deberá estar en prisión diez días.

Castillo aseguró que aunque algunos sectores han golpeado seriamente a su familia, no van a quebrarlo, y afirmó que su administración seguirá trabajando por un país «con igualdades».

«Es evidente la confabulación entre una parte del Congreso, la Fiscalía de la Nación y un sector de la prensa para desestabilizar el orden democrático», denunció entonces en Twitter, y ratificó que no renunciará, mientras se reunía en Palacio con los ronderos, los campesinos que cuidan las comarcas rurales y de donde él procede, cuando la Central Única de Rondas Campesinas acudió a verlo para expresarle su apoyo.

Igual posición exhibieron líderes populares de la capital y de distintas organizaciones sociales.

«No me voy a desligar de este pueblo que por siglos reclama justicia», dijo Castillo, quien apuntó que desde el inicio de su mandato ha buscado mantener un diálogo con el Parlamento controlado por la oposición, pero el legislativo, señaló, tiene otra agenda.

Esa postura de conciliación es criticada por Perú Libre y otros sectores como la Confederación de Trabajadores del Perú.

En su afán por «contemporizar», el Presidente incluso se ha quitado el sombrero alón de alta copa de los ronderos que lo caracterizaba… La campaña de presiones desde el Congreso parece, por momentos, arrastrar a Castillo.

Ahora, el mandatario anunció que, en adelante, trabajará de la mano del pueblo y sus organizaciones y movimientos sociales.

Hace falta que ese pueblo lo sepa y lo crea, si no resulta enrolado por la manipulación, o está molesto por la actitud de un hombre que, ante los ojos de la izquierda, puede ser visto como un mandatario con tibiezas.

Futuro incierto

A pesar de ser un presidente perseguido y satanizado, Castillo anota entre sus realizaciones medidas tendientes a cumplir con parte de su programa y dirigidas a la población postergada, como lo que ha llamado la segunda Reforma Agraria de Perú, después de la proclamada por Juan Velazco Alvarado en1969.

Por ejemplo, en este año su Gobierno ha entregado 31 000 títulos para legalizar las propiedades de cientos de familias declaradas más vulnerables, y se trabaja por entregar insumos a los trabajadores rurales, entre otras decisiones.

Pero hay que ver hasta dónde este mandato puede soportar el constante aguijoneo de una oposición que no respeta la ley,  y lo persigue con sus campañas de descrédito y presiones.

En un gesto que pudiera expresar la gravedad de la situación, los gobiernos de México, Argentina, Bolivia y Ecuador dieron a conocer el sábado un comunicado conjunto en el que hacen un llamado «a todas las instituciones y fuerzas políticas» peruanas a fortalecer el diálogo como herramienta para superar la coyuntura, y a la construcción de «consensos amplios, inclusivos y participativos», al tiempo que expresan su «enorme respeto y amistad» con el pueblo de Perú, y la «solidaridad con las autoridades legítimamente constituidas».

Cualquier conjetura en torno al futuro del Gobierno y el país, pudiera resultar incierta.

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