Asentamiento judío en Cisjordania. Autor: Apaimages Publicado: 13/01/2020 | 05:45 pm
Tan pronto comenzó 2020, Israel aprobó la construcción de 1936 viviendas en colonias judías en la Cisjordania ocupada militarmente en 1967, como parte del despojo del pueblo palestino.
Un total de 786 unidades recibieron el respaldo para edificación firme e inmediata, incluidas 258 que se construirán en Haresha, un «puesto avanzado ilegal» al oeste de la ciudad de Ramallah en Cisjordania.
Reprobada por el grueso de la comunidad mundial, por ser violatoria del derecho internacional y de resoluciones claves sobre Oriente Medio adoptadas en Naciones Unidas, la decisión del gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, cuenta con el decidido apoyo del presidente Donald Trump e influyentes grupos de poder de Estados Unidos.
Desde su ingreso a la Casa Blanca, Trump decidió entablar un contubernio a prueba de críticas con Netanyahu, quien está sujeto a tres procesos legales por corrupción y abuso de poder, a cambio de contar con el jugoso respaldo financiero del lobby judío-sionista estadounidense, crucial para su reelección y enriquecimiento mediante el tráfico de influencias mientras ejerza el poder.
Las trayectorias de Trump y Netanyahu se han ido entrecruzando y cada vez resultan más parecidas, tanto así que el mandatario norteamericano ya cuenta también con un proceso de impugnación a su investidura en el Congreso, que pudiera amenazar su batalla electoral.
Netanyahu, por su parte, después de fracasar por segunda vez en su afán de formar Gobierno, recurre a sus más conocidas armas frente a un electorado derechista y antipalestino, que se beneficia del despojo territorial, para dar un golpe de gracia en el tercer intento electoral.
En septiembre último prometió como ofrenda a los colonizadores imponer la soberanía israelí sobre dos zonas que representan cerca de un tercio de Cisjordania.
Unos 650 000 judíos israelíes viven actualmente en más de cien asentamientos construidos desde 1967, cuando Israel ocupó Cisjordania y Jerusalén Este.
Al comentar la decisión del gobierno de construir casi 2000 nuevas casas para colonos judíos, el movimiento Peace Now advirtió que de las nuevas unidades, 89 por ciento están en asentamientos que Israel tendría que evacuar en virtud de un futuro acuerdo de paz con Palestina. Es decir, son ilegales.
Desde la firma de los Acuerdos de Paz de Oslo, que trazaron una ruta para la solución pacífica del conflicto, derivado de la proclamación del estado de Israel en Palestina, en 1948, los palestinos cuentan con esos territorios, junto con la Franja de Gaza, para el establecimiento de un futuro Estado, con el sector oriental de Jerusalén como su capital.
En realidad, la política del gobierno israelí apunta a todo lo contrario, valiéndose de castigos contra la población como la falta de licencia para construir, casi imposibles de obtener.
Datos de la ONU muestran un aumento del 45 por ciento en la demolición y confiscación de estructuras palestinas en Cisjordania durante 2019, en comparación con 2018.
De acuerdo con un informe de B'Tselem, la principal organización de derechos humanos de Israel, las fuerzas militares israelíes destruyeron 521 viviendas palestinas el año pasado, de ellas 256 en Cisjordania y otras 265 en Jerusalén Este.
Se trata de uno de los métodos utilizados para imponer una estructura demográfica que asegure una mayoría judía en Jerusalén, otro modo de ejecutar la limpieza étnica.
El informe de B'Tselem subraya que de esta manera Israel obliga a los palestinos a emigrar de la región y fabrica la impresión de que se van «por su propia voluntad».
No hay de que preocuparse, diría Netanyahu. Su amigo Trump instaló en la Casa Blanca para ocuparse de los asuntos de Oriente Medio un equipo a la medida del gusto israelí, todos de ascendencia judía y partidarios del «Gran Israel», encabezados por su yerno y asesor Yared Kushner, ideólogo del llamado Tratado del Siglo, con el que piensa «eliminar» el problema palestino.
Apenas comenzado 2020, el embajador de Estados Unidos en Israel, David Friedman, dijo que el siguiente paso de Washington después de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel y la soberanía israelí sobre los Altos del Golán (territorio sirio), es la anexión de Cisjordania ocupada.
«Desde que vine aquí he trabajado para ayudar a encontrar una solución a los problemas que aún persisten en la Guerra de los Seis Días», dijo en una conferencia de prensa, junto con el ministro de Defensa israelí, Naftali Bennett.
Friedman admitió que Cisjordania es el tema más complicado —debido a la gran cantidad de palestinos que viven allí— y agregó que Estados Unidos propondrá su visión para la solución, en referencia al Acuerdo del Siglo.
Según trascendió, al ser presentado a mediados del año pasado, los asentamientos hebreos en Cisjordania permanecerán bajo control de Israel. En otras palabras, serán legalizados. El valle del río Jordán, en la frontera con Jordania, se quedará en manos israelíes.
Friedman agregó que Israel lo «recuperó» de Jordania en 1967, después de que esa nación lo «ocupó» durante 19 años.
Como colofón, el jueves pasado, en Washington, los senadores estadounidenses aprobaron el paquete de ayuda anual a Israel, que asciende a 3 300 millones de dólares. Un regalo bien atado, además, con un lazo de oro, que obliga al Senado a ignorar cualquier disposición dirigida a boicotear a Israel por sus prácticas propias de un régimen de apartheid.
La Ley de Autorización de Asistencia de Seguridad Estados Unidos-Israel de 2020 fue copatrocinada por dos fervientes partidarios (y beneficiarios) del lobby sionista, el senador demócrata por Delaware, Chris Coons, y el republicano de Florida, Marco Rubio.
Resulta claro que la administración de Trump y sus seguidores en el Partido Republicano carecen de escrúpulos para ventilar su respaldo a los ilegales apetitos expansionistas del estado sionista, en plena sintonía con sus objetivos en Oriente Medio.
Protesta de palestinos contra asentamientos judíos en Cisjordania.