Alejandro Giammattei. Autor: elsalvador.com Publicado: 27/08/2019 | 09:33 pm
La migración ilegal podría ser el primer asunto en que centre su atención el presidente electo de Guatemala, Alejandro Giammattei, a juzgar por declaraciones recientes. De hecho, ya lo hace, y emplea a fondo el largo lapso que media hasta que se le imponga la banda presidencial, en enero.
El interés adelantado es lógico y pareciera no estar dictado tanto (o no solamente) por la situación de los miles de ciudadanos de su país que intentan entrar de manera irregular a Estados Unidos y han formado parte de las caravanas centroamericanas, como por las responsabilidades que Washington deja sobre los hombros de su nación con el acuerdo que la declara como tercer país seguro, una pieza clave en la leonina estructura ideada por Donald Trump para enfrentar un fenómeno que, como sabemos, está agravado por la pobreza.
No solo México ha sido obligado por el jefe de la Casa Blanca a detener a los indocumentados que pasan por su país, a quienes esa nación atiende en tanto esperan los «trámites» en EE. UU. para decidir si los recibe, o no. Además, Trump ha acudido al controvertido acuerdo de tercer país seguro con Guatemala, plasmado en un documento contentivo de muchos acápites, pero que tiene su meollo en la obligación que tendrá el país de procesar como solicitantes de asilo a los ilegales que pasen por su territorio, en trayecto hacia el norte.
El documento fue dado a conocer en julio luego de críticas de la Corte de Constitucionalidad, que quería la aprobación del Congreso. Pero ese paso no se constató. Ahora Giammattei ha declarado que Guatemala no encaja en la definición de «país seguro» y, según AP, ha puesto sobre la mesa los problemas locales. «Si aquí no tenemos la capacidad con los propios (migrantes), imagínese con los ajenos», dijo.
Este martes se quejó de no haber podido participar en las negociaciones para implementarlo —aunque acaba de regresar de EE. UU.—, y se pronunció por la inversión para evitar que sus nacionales se vayan.
La suya es una postura interesante en un contexto regional marcado por el interés de Trump de frenar los ilegales a toda costa como as bajo la manga para la esperada relección y, si la posición de Giammattei se mantiene, podría depararle a ambos las primeras tensiones, cuando el guatemalteco jure la presidencia.
Claro que otros muchos problemas atenazarán su inicio de mandato, si se lo toma con igual atención: la lucha contra la corrupción —habló de su enfrentamiento en EE. UU. y parece que podría pedir dinero al Senado estadounidense—, la existencia de bandas delincuenciales y, obviamente la situación económica… Todo un conjunto de condiciones en que Jimmy Morales, el mandatario saliente, deja el país, y que es responsable de la altísima abstención de 61 por ciento registrada en las elecciones del pasado día 11, demostrativa de falta de confianza en la institucionalidad.
Giammattei ha tocado de cerca algunos de estos asuntos, pero existen dudas sobre la forma en que los resuelva. Fue director del sistema penitenciario de Guatemala, pero en 2010 resultó uno de los encartados en un caso relativo a ejecuciones extrajudiciales luego de dos matanzas en las cárceles. Resultó absuelto tras diez meses de prisión.
El suyo será un estreno añorado en la primera magistratura pues esta fue su cuarta postulación, ahora por el conservador partido Vamos. Obtuvo el triunfo en segunda vuelta con el 58 por ciento de los votos.
Ha reconocido que su mandato no será un paseo si se lo toma con ganas de hacer. «Hay tiempos difíciles por delante», reconoció tras su elección.