Edificio de los internacionalistas cubanos en Huambo. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 25/05/2019 | 11:28 pm
Cuando el 19 de abril de 1984 un nutrido grupo de constructores, educadores y personal de la salud pública cubanos regresaban al edificio que los albergaba en la ciudad angolana de Huambo tras finalizar ese día sus labores internacionalistas, una inmensa explosión estremeció y destruyó gran parte de la instalación.
A las 4 y 45 de la tarde (hora de Angola), un vehículo cargado con 350 kilogramos de trinitrotolueno (TNT) estacionado a 20 metros del edificio de 11 plantas, en una céntrica calle de Huambo, (segunda ciudad en importancia del país) estalló provocando una terrible onda expansiva.
Impacto en una de las habitaciones del predio cubano.
El atentado terrorista contra los cooperantes internacionalistas cubanos era parte de una escalada en las acciones del grupo Unión Nacional para la Independencia de Angola (Unita) y de los Gobiernos de Estados Unidos y de África del Sur.
La frustración de estos dos últimos países que pese a su enorme poderío militar y político no habían podido derrocar al Gobierno del Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA) —que declaró la independencia el 11 de noviembre de 1975 y desde un principio contó con el apoyo y la solidaridad de internacionalistas militares y civiles cubanos—, los motivó a utilizar el terrorismo para tratar de crear el pánico entre la población.
Recordemos que en octubre de 1975 tropas sudafricanas invadieron Angola por el sur, y cuando casi tenían al alcance a la capital, Luanda, fueron detenidos por internacionalistas cubanos y batallones del MPLA, que en cuatro meses derrotaron y obligaron a salir a los invasores hacia la frontera con la entonces ocupada Namibia. Por el norte, el ejército zairense y el del Frente Nacional de Liberación de Angola, también atacaron para tomar Luanda pero fueron detenidos y expulsados.
El Gobierno de Ronald Reagan entregaba armas y dinero a Jonas Savimbi, jefe de la Unita vinculado con Sudáfrica y agente de la CIA. Avituallamientos y armamentos eran entregados en forma secreta, a través de un puente establecido desde Zaire hasta las cercanías de Jamba (campamento de Savimbi en el sur de Angola).
El general Nunda de la Unita y Herman Cohen, director para África del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, en entrevista con el investigador Piero Gleijeses, (autor de dos libros sobre la epopeya de Cuba en África) informaron:
«Los estadounidenses enviaron equipos de comunicaciones mejores que los entregados por Sudáfrica, misiles antitanques Tow y los Stingers, mísiles de alta precisión que se disparaban desde el hombro, tierra aire, con un rango efectivo de cerca de tres millas. Con las armas venían los instructores. Entrenamos a la Unita en cómo usar esas armas; la CIA tenía personal en Jamba».
El colofón de esa estrecha relación entre Estados Unidos y la Unita se consolidó con el recibimiento de Jonas Savimbi por Ronald Reagan en la Casa Blanca, en enero de 1986. Como señaló The Wall Street Journal, Savimbi se había convertido «en el héroe anticomunista favorito de los conservadores estadounidenses».
Antes del atentado en Huambo, agrupaciones de la Unita habían atacado del 2 al 10 de agosto de 1983 el poblado de Cangamba, posición defendida por combatientes cubanos y las FAPLA, y como resultado de los combates cayeron 18 cubanos y 27 resultaron heridos.
Siete meses después, el 25 de marzo de 1984, otra gran agrupación de la Unita atacó la ciudad de Sumbe donde, además de los habitantes, se encontraban cooperantes civiles de diversas nacionalidades, entre ellos 230 cubanos, constructores, maestros y personal de la salud. Como consecuencias de la criminal acción, perecieron nueve internacionalistas cubanos.
Abastecida y aupada para realizar esas acciones por Sudáfrica y Estados Unidos, la Unita se responsabilizó también con el atentado en Huambo que según comunicado emitido, se había dirigido contra una residencia ocupada por «oficiales cubanos y soviéticos».
Contrariamente a lo divulgado por la prensa occidental, en ese edificio no residía un solo militar cubano o de otra nacionalidad, sino exclusivamente trabajadores civiles de la Isla, entre ellos un elevado número de mujeres.
La detonación segó la vida de 15 constructores internacionalistas cubanos y de diez civiles angolanos, incluyendo entre estos a mujeres y niños.
La onda expansiva del artefacto dinamitero causó también cerca de un centenar de heridos de ambas nacionalidades, de ellos 66 cubanos: 34 mujeres y 32 hombres, en su mayoría constructores y personal de la educación y algunos de salud pública que cumplían la misión de impartir clases, curar enfermos, construir viviendas... en esa hermana nación víctima de una feroz guerra impuesta por el régimen del apartheid y el imperialismo estadounidense.
Los trabajadores internacionalistas fallecidos fueron: José Ramón Baracaldo Priedes, Remigio Ramón Díaz Quintanilla, Gerardo Fernández Rodríguez, Inocente García Gómez, Manuel García Ponce, Raúl Martínez Cabrera, Ramón Morales Bedoya, Raúl Palacios Amaro, Felipe Pérez Francisco, Ángel Alfredo Pérez Rivero, Jesús Pérez Vidal, Miguel Ángel Rodríguez Cardoso, Néstor Gregorio Rodríguez Pérez, Luis Salomón Pier y Lázaro Benito Tabio Hernández.
Este 25 de mayo cuando se conmemoró otro aniversario de la creación de la Organización de la Unidad Africana (OUA), hoy Unión Africana (UA), recordamos con admiración a los cubanos caídos en aras de la independencia de los países africanos.