Un niño indígena de la Amazonía mira con temor el arma del soldado brasileño. Autor: Reuters Publicado: 11/11/2017 | 11:26 pm
ARMAS automáticas de guerra en ristre y uniformes de enmascaramiento merodearon desde el 6 de noviembre hasta el 13 en la ciudad brasileña de Tabatinga, limítrofe con la colombiana Leticia y la peruana Santa Rosa, camuflando las verdaderas intenciones mediante el cambio de las gorras y cascos de oficio por unas de color blanco que suponen describen sus acciones de asistencia humanitaria y de ayuda ante desastres naturales.
Un general brasileño subió a su cuenta en Twitter la foto de la tropa con ese atuendo, entre la que se cuentan 1 500 efectivos de los anfitriones, unos 50 estadounidenses, entre ellos miembros del Montana Air National Guard, los que estarán basados en las afueras de la ciudad de Manaus, capital de la provincia de la Amazonía para proveer transportación aérea de equipos y personal en Hércules C-130, según dijo en una declaración la Embajada de Estados Unidos en Brasilia.
Los militares de los cuatro países involucrados han ocupado una «base militar temporal» que llevó su tiempo en construirse con esmero para el ejercicio de apenas una semana y los más suspicaces consideran que no se desmantelará la instalación que bien pudiera considerarse como un sello de garantía a las muy mejoradas relaciones en el campo de la defensa entre los dos países gigantes del Hemisferio, distanciados durante los Gobiernos de Lula y de Dilma Rousseff.
Amazonlog 2017, que así se llama el entrenamiento militar, fue anunciado en mayo pasado, luego de que en marzo el entonces Comandante del U.S. Army South, el mayor general Clarence K.K. Chinn, fuera condecorado en Brasilia, tras haber visitado instalaciones militares en Amazonas, y el Congreso brasileño del presidente no electo Michael Temer le diera el visto bueno a acuerdos bilaterales de cooperación militar y de información de seguridad.
Vientos alisios anuncian huracán
Ya, del 6 al 17 de junio de este año, el Comando Sur de EE. UU. había realizado maniobras militares en los mares cercanos a las aguas territoriales de Venezuela —concretamente en Barbados y Trinidad y Tobago, según decía un comunicado de prensa de esa fuerza estadounidense—, y la alarma se prendía en la República Bolivariana, donde segmentos de la oposición apuestan todavía a la violencia y hasta piden la intervención.
Vistos a la distancia de cinco meses, Tradewinds 2017 (Vientos alisios 2017), que así se llamó aquella maniobra se desenmascara y también expone lo que se esconde tras la gorrita blanca de Amazonlog 2017. Según el comunicado del Comando Sur, el objetivo era establecer acciones conjuntas «para contrarrestar el crimen organizado transnacional, el terrorismo y las operaciones de socorro en casos de desastre».
Los «alisios» de junio, agregaba el Comando Sur, eran «una maniobra multinacional de seguridad marítima y respuesta a desastres en el Caribe», y sería de tontos no preguntarse dónde están los entrenados y sus habilidades humanitarias en un Caribe asolado en septiembre y octubre por los ciclones Irma y María, este último verdugo mortal sobre los puertorriqueños, los que portan una identificación de ciudadanos estadounidenses, a la que evidentemente le falta un sello que diría «colonizados».
Si aquellos vientos alisios, más ciclónicos que los de la temporada hidrometeorológica, amenazaban por el norte a Venezuela, las maniobras de la Amazonía representan la otra hoja de la tijera al rojo vivo que deja «olor a azufre», como hubiera dicho el Comandante Chávez.
La verdadera intención está a la vista: Venezuela es uno de los objetivos principales y no es cosa de que los pueblos y las izquierdas del continente y del mundo escondan la cabeza como el avestruz. El presidente Donald Trump, en su paso por las Naciones Unidas este septiembre, hizo intentos de lograr apoyo a su política injerencista contra el pueblo bolivariano pero, al parecer, no obtuvo la respuesta deseada, al menos en lo que a la intervención militar se refiere.
Sin embargo, los integrantes del trío sudamericano participante en Amazonlog 2017 están «alineados en una agenda de “cerco y asfixia” diplomática contra Venezuela desde la Organización de Estados Americanos (OEA)», comentaba Resumen Latinoamericano.
Las preocupaciones son más que válidas y Venezuela no se ha quedado de brazos cruzados, pues sus Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas están listas para repeler cualquier posible agresión cuando hay fuerzas y equipos estadounidenses tan cerca de sus fronteras y son aviesas las intenciones y las declaraciones que emanan de la Casa Blanca de Washington.
Por su parte, el general brasileño encargado de la operación en la Amazonía dice estar «sorprendido» por las críticas a la presencia estadounidense en una región que, además, es emporio de riquezas apetecidas y pulmón de la Tierra.
El general Guilherme Theophilo Gaspar de Oliveira, quien alude a que el ejercicio ocurre en un mundo de relaciones globalizadas y que su país las tiene por igual con Rusia, China o Estados Unidos, lanzó su propia acusación para manipular conciencias: «Es una teoría de la conspiración sin sentido levantada por los partidos izquierdistas».
Con gorrita blanca el general Theophilo visita sus tropas en la selva profunda. Foto: Twitter
Por supuesto, el comandante de la logística en el ejército brasileño completó sus declaraciones a los reporteros que también participan en las acciones de Tabatinga, elogiando la profunda experiencia y saberes de Estados Unidos en el alivio de desastres… eso, repito, que se lo cuente a los puertorriqueños.
Resulta más cercano en la intención que recordemos que a comienzos de mayo, justo cuando Brasil anunciaba la operación de la Amazonía, hubo un encuentro en Washington entre Julio Borges —una de las caras más visibles de las intenciones golpistas de la oposición venezolana y entonces ocupando la presidencia del Parlamento—, con nada menos que el general retirado H.R. McMaster, consejero de seguridad nacional de Donald Trump, y otros políticos con grandes espuelas antichavistas y posiciones ultraconservadoras y belicistas, los senadores Marco Rubio, Ben Cardin y John McCain, entre otros de los que hacen o impulsan listas de sanciones contra Venezuela y Cuba, por ejemplo.
Quizá, la visión más elocuente de las múltiples preocupaciones esté dada por la foto del pequeño indígena en Tabatinga que mira indagatoriamente y con temor a un soldado brasileño durante el ejercicio «de asistencia humanitaria».
Suficientes elementos para ver las cosas como son. Nada de humanismo y mucho de intervencionismo e intentos de amedrentamiento.