«No disparen» ha sido el lema de las manifestaciones en Ferguson. Autor: Common Dreams Publicado: 21/09/2017 | 05:58 pm
Paranoia o precaución. Quizá ambas están en la visión que las fuerzas del orden en Estados Unidos tienen acerca de cuánto pueda suceder inmediatamente que el Gran Jurado de St. Louis decida si incrimina o no a Darren Wilson, el policía blanco que el pasado 9 de agosto en Ferguson disparó contra un joven negro desarmado que levantaba sus brazos en signo de entrega. Michael Brown, de 18 años de edad, y casi a punto de entrar a sus estudios de Collage, perdió así la vida, como una víctima más de lo que parece ser una práctica habitual en Estados Unidos, que evidencia las profundas raíces del racismo unidas al abuso del poder.
Jay Nixon, gobernador de Missouri, ordenó el estado de emergencia y movilizó a las tropas de la Guardia Nacional hacia la pequeña localidad, cercana a St. Louis, donde desde aquel fatídico día se han sucedido las manifestaciones, unas violentas y otras pacíficas, pero ambas justificadas por el actuar de la policía.
La agencia noticiosa ANSA decía este martes: «El FBI alertó a las fuerzas del orden de todo el país a prepararse para eventuales protestas de extremistas que podrían amenazar y atacar a policías o agentes federales», poniendo leña al fuego con esa versión en la que transforman en victimarios a las hasta ahora víctimas.
Según el FBI, agregaba ANSA, los manifestantes pacíficos podrían encontrarse en medio de «protestas violentas». Además, los considerados «hacktivistas» como el grupo Anonymous, podría intentar lanzar ataques informáticos contra las autoridades.
«El anuncio de la decisión del Gran Jurado podría ser usado por algunos individuos para justificar las amenazas y los ataques contra las fuerzas del orden y las infraestructuras críticas», apunta el FBI en su Boletín, e igual recurso propagandístico utilizaron algunos departamentos de policía, que llamaban a sus agentes a revisar procedimientos y protocolos para responder a las manifestaciones masivas.
Tanta prevención que denota en realidad la intención de amedrentar a los manifestantes, a juicio de no pocos, solo podría tener como resultado aumentar las tensiones y hasta servir de provocación, cuando ni siquiera se sabe a ciencia cierta en qué fecha se revelará la decisión del jurado de investigación.
Bob McCulloch, el controvertido fiscal del condado de St. Louis, cuya imparcialidad fue puesta en tela de juicio porque proviene de una familia de policías y su propio padre murió en un enfrentamiento con un delincuente, ha dicho que la decisión sobre Darren Wilson tendrá lugar entre mediados y fines de noviembre. Esto hace prever que Ferguson estará durante un número equis de días bajo el control de los fusiles y las botas de los uniformados, una inyección de desconfianza, incertidumbre y hasta malos augurios…
El jurado debe considerar si hay pruebas suficientes para acusar al policía Wilson de un delito y en caso de ser afirmativa la pesquisa, determinar qué cargo formularle; luego será tarea de otro jurado decidir si es culpable o inocente.
Ferguson es una localidad de 21 000 habitantes y casi el 70 por ciento son afroamericanos. Recordemos que en su cuerpo de policía solo tres responden a ese segmento mayoritario de la vecindad y ahora, el jurado de 12 personas «elegidas al azar de una muestra representativa de los ciudadanos» de St. Louis, está integrado por seis varones blancos, tres mujeres blancas, un varón negro y dos mujeres negras. En St. Louis, al contrario de Ferguson, el 70 por ciento de sus residentes son blancos.
No hay entonces una proporcionalidad que indique una mirada imparcial para el derecho a la vida que le fue conculcado al jovencito Michael Brown. Estados Unidos está todavía lejos de ser el país de oportunidades para todos…
El caso está abierto, las fuerzas de la ley deben pronunciarse, las del orden ya están en las calles listas para hacerse valer.