Noya: «Somos la fuerza juvenil organizada políticamente más grande de la historia de la nación» Autor: José M. Correa Publicado: 21/09/2017 | 05:29 pm
CARACAS.— Venezuela vive días de tensa calma. La contrarrevolución local y transnacional le está metiendo presión a la olla. El esquema desestabilizador contra la Revolución Bolivariana contiene al menos cuatro «frentes» públicos ya probados aquí entre 2002 y 2004; y otros que luego intentaron en 2007.
Ninguno triunfó. Pero están revitalizando la misma «hoja de ruta». (Y otras novedades). El primero es la manipulación mediática. Periódicos, radios y televisoras tienen a tutiplén dentro y fuera del país. Y dinero para pagar, les sobra.
El segundo, la generación de zozobra en la población, usando como eje una escasez artificial de productos alimenticios y otros, y un incremento especulativo de los precios a pesar de que, pasada la Navidad y el fin de año, debían descender.
El tercer «frente» de la nueva arremetida reaccionaria consiste en la realización de acciones punitivas. No se ha demostrado aún, pero las interrupciones al servicio eléctrico son sospechosas. Los sabotajes contra el sistema electroenergético ya son una práctica habitual de los grupos más beligerantes.
El cuarto «flanco» busca promover escenarios que conduzcan a inestabilidad, desobediencia y violencia física. Es especialmente peligroso. Difiere de las estrategias empleadas durante el fracasado golpe de Estado de 2002, cuando se utilizó como carne de cañón a sectores de clase media y el lumpen proletarismo. También, del desarticulado sabotaje petrolero iniciado en diciembre de ese año, cuando la oligarquía y la tecnocracia petrolera quedaron trasquiladas.
Ahora intentan replicar los conflictos generados en 2007. Entonces echaron mano a jóvenes y estudiantes universitarios de derecha como punta de lanza. El primer episodio fue el reciente foco de violencia en Táchira. Sectores reaccionarios de la universidad local, y paramilitares, arremetieron como vándalos contra instituciones de esa jurisdicción andina.
Los hechos, que episódicamente se están repitiendo en algunos estados, fueron interpretados por analistas (y también es criterio de este redactor), como un esfuerzo de los grandes poderes hegemónicos por replicar aquí el guión de la llamada Primavera Árabe, tanto por el uso de jóvenes, como por el empleo de las redes sociales para promover ingobernabilidad.
La actual arremetida de sectores de la oposición está utilizando como basa para intentar desequilibrar al país, la sentencia judicial que prorrogó el acto protocolar de juramentación del cargo de Hugo Chávez como Presidente reelecto y que legitimó la continuidad administrativa del poder ejecutivo.
La derecha ha desconocido el fallo del Tribunal Supremo de Justicia. Aluden, incluso, a una supuesta paralización del Gobierno y un «vacío de poder».
¿Qué hilos están moviendo a los grupos juveniles y estudiantiles de la ultraderecha; y cuáles son sus potencialidades?
JR conversa con Xoan Noya, coordinador de Relaciones Internacionales de la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela (JPSUV). Con 26 años de edad, es graduado en Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela y diputado al Parlamento Latinoamericano (Parlatino).
—En 15 meses de estancia ininterrumpida aquí, soy testigo de la ascendencia en la juventud venezolana, del bolivarianismo y el presidente Hugo Chávez, ratificada una y otra vez por las firmas encuestadoras que estudiaron los procesos electorales de 2012. ¿En qué descansa ese gran apoyo?
—La juventud venezolana siempre ha sido mayoritariamente patriótica. Si usted se remonta al siglo XIX y revisa la conformación de las tropas independentistas, se dará cuenta de que la formaban muchos estudiantes y jóvenes. De hecho, la gran oficialidad libertadora era muy joven. El día de nuestra juventud, que es el 12 de febrero, conmemora la Batalla de La Victoria, un poblado al occidente de Caracas donde prácticamente toda la tropa estaba conformada por estudiantes.
«En el siglo XX, igual. Jóvenes y estudiantes siempre estuvieron, hegemónicamente, del lado de la soberanía, contra las dictaduras, contra los gobiernos antinacionales. Ocurrió lo mismo a fines del XX, el Comandante Hugo Chávez dirigió a gente joven. Y hoy muchos ministros y dirigentes del Gobierno revolucionario provienen de las filas estudiantiles, los que defendieron la educación pública, gratuita, de calidad».
—¿Cuáles son los principales logros de la juventud dentro de la Revolución Bolivariana?
—Hemos tenido enormes conquistas. La inclusión universitaria, masiva y gratuita, es una. Durante el neoliberalismo —años 80 y 90—, cuatro quintas partes de la población vivían en la pobreza, pero en las universidades el 20 por ciento de los ingresos provenían de esos sectores. El 80 por ciento lo integraban hijos de familias pudientes.
«La Revolución cambió la pirámide. De medio millón de estudiantes en 1998, pasamos a más de dos millones hoy. Luego de Cuba, somos —per cápita— el segundo país en América Latina con mayor matrícula universitaria. Y el quinto en el mundo.
«En el sector productivo han sido grandes los beneficios. Las instituciones, incluso el sector privado, consideran a la juventud. Se les brinda muchas facilidades. Somos parte esencial de la política y el desarrollo económico del país.
«También hemos ganado derechos políticos muy importantes. Se creó un Ministerio de la Juventud, una Ley de la Juventud y otros sistemas que no solo nos dan espacio legal, político y jurídico dentro de la Revolución, sino que somos tomados en cuenta para llevar las riendas del país. Participamos en la toma de decisiones a todos los niveles, comunal, municipal, regional, en los ministerios, en el Gobierno».
—Las universidades latinoamericanas fueron siempre rebeldes, progresistas, izquierdistas, ¿cuál es la génesis, aquí, de los grupos derechistas dentro de estas?
—Durante los años 60 y 70 del pasado siglo, la universidad venezolana fue firmemente de izquierda, pero ya en los 80 y 90 se convirtieron en espacios de la derecha. Durante el auge del neoliberalismo, estábamos sumergidos en un proceso de privatizaciones, incluido el sector universitario.
—A pesar de poner la pirámide sobre sus pies, aún en las universidades locales hay reductos derechistas.
—Estudié en la Universidad Central de Venezuela, que es autónoma; es decir, pública, pero su manejo aún es prácticamente privado. La juventud venezolana, en su gran e inmensa mayoría, acompaña fuertemente a la Revolución Bolivariana. Lamentablemente, hay un pequeño grupo todavía, sobre todo enquistado en las universidades privadas, que se mueven en un mundo paralelo, que ni siquiera han tratado de escuchar que esta Revolución también es para ellos, que mucho los beneficia.
—¿Por qué la reacción utiliza a sectores jóvenes como punta de lanza en los actuales intentos de desestabilizar al país?
—Durante los primeros años de la Revolución la oposición no utilizó la «carta estudiantil». Se apoyaron en los partidos políticos tradicionales, pero cuando tuvieron la necesidad lo hicieron. Así ocurrió en 2007, cuando ya no le quedaba ninguna otra carta bajo la manga luego de los fracasos del golpe de Estado de 2002, el sabotaje petrolero de 2002-2003, y el referendo revocatorio de 2004. La Revolución siempre les ganó.
«En 2007 empezaron a jugar la «carta estudiantil». Sabían que dentro del imaginario venezolano, los jóvenes y los estudiantes tienen una gran valoración. Entonces, mediáticamente, trataron de posicionar la idea de que la gran mayoría de las nuevas generaciones eran partidarias de la ideología de la derecha, que estaban en contra de Chávez.
«También quisieron hacer creer que el movimiento estudiantil de derecha era espontáneo, sin financiamiento, libre de instrucciones de los partidos políticos tradicionales. Pero rápido quedó demostrado que no era así. Sus liderazgos se incorporaron pronto a los principales partidos opositores.
«El pueblo sabe que la gran mayoría de los venezolanos jóvenes siempre, a lo largo de la historia, hemos estado al lado del pensamiento nacionalista, soberano, antiimperialista».
—¿Qué lecciones dejó el 2007?
—Entonces no habíamos logrado aún una organización coherente, es por eso que a partir del año 2008, nos unimos para fundar la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela (JPSUV). De los siete millones de militantes que hay en el PSUV, 2 200 000 pertenecemos a la JPSUV.
«Somos la fuerza juvenil organizada políticamente más grande en la historia de la nación. Tenemos un gran impacto electoral y en las movilizaciones que permanentemente hay en el país; pero también nuestros miembros imparten docencia en las universidades, son directores de empresas, especialistas, alcaldes, ministros».
—¿Cuáles serían las acciones de JPSUV ante las actuales provocaciones para intentar desequilibrar al país?
—Nuestra estrategia inmediata está direccionada al gran objetivo: la continuidad de la Revolución y la nación. Ante los factores desestabilizadores, la JPSUV tiene un papel determinante en la consecución de la paz y de evitar que esos procesos de desarticulación ocurran.
«Seguiremos fortaleciendo nuestra estructura, que incluye una dirección nacional, equipos por cada estado del país (24, incluido el Distrito Federal), equipos por cada municipio (335), y un equipo por cada parroquia de la nación: que son más de 1 120. Todos estamos atentos y prestos ante cualquier situación que la derecha pretenda, infructuosamente —porque será infructuoso—, en contra de la estabilidad en Venezuela».
—¿Cómo se moverían los grupos de derecha en los próximos días en el uso de sectores estudiantiles y juveniles?
—Ellos van a emplear la misma estrategia de 2007. Tratarán de reorganizar u organizar, en dependencia de la situación, a un conjunto de movimientos muy pequeños, pero separados, que van a tener seguramente el apoyo mediático de la oposición. De todos modos, repito, el movimiento estudiantil de derecha está muy desacreditado. En 2007 se descubrió incluso que hasta tenían instrucciones de agencias publicitarias sobre cómo actuar en cada marcha y dar la impresión de que se les reprimía.
«Ese minúsculo movimiento ya viene con un ala caída. Les va a ser mucho más difícil organizarse. Primero, porque el pueblo venezolano ha ido ganando conciencia año tras año; y segundo, porque ellos se desacreditaron por mentirosos y falsos en 2007. Creemos que no tendrán ningún éxito. De todos modos, estaremos muy atentos. No les daremos ningún espacio. No permitiremos de ninguna forma, acontecimientos desestabilizadores.»