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Baracoa... una película en acción

Sobre pasado y presente, y ponernos al día sobre cómo se conectan sus éxitos internacionales en la escena con la materialización de su primer largo de ficción, Juventud Rebelde conversó con Luis Ernesto Doñas

Autor:

Joel del Río

Siempre tuve la sensación de que en Cuba se sabe demasiado poco sobre la carrera triunfal del cineasta Luis Ernesto Doñas en el mundo de la dirección de escena, particularmente, teatral y operística. Aproveché entonces la noticia de que está terminando su primer largo de ficción, titulado Baracoa, para enviarle un cuestionario y conversar por WhatsApp sobre pasado y presente. A él le desagrada el autobombo, pero terminó contándome muy por arribita su exitoso periplo.

—Primero, queremos saber sobre todos esos éxitos tuyos en la arena operística internacional, y cómo se conectan con la materialización de esta idea cinematográfica realizada tal vez a distancia, o tal vez muy cerca, tú dirás, del mundo escénico, teatral.

—Desde que terminé la especialidad de dirección en la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, me acerqué al teatro con la obra Bent, acompañado por mi profesor Stephen Bayly, y de inmediato al género lírico con Alcina, de Händel. A raíz de esta experiencia gané una beca de dos años en el Teatro de la Ópera de Roma, donde pude seguir de cerca el proceso creativo de todos los espectáculos de esas dos temporadas, y trabajé con grandes artistas como William Kentridge, Deborah Warner, Barrie Kosky, Mario Martone, entre otros.

«A partir de ahí se me ha abierto, inesperadamente, todo un mundo fértil donde logro canalizar energías y ensanchar fronteras personales de modo muy similiar a como había sucedido y sucede con el cine. Me focalizo mucho en el intérprete, actor o cantante, y desde ahí construyo mi estrategia creativa. Si bien la ópera me ha abierto los brazos con mayor bondad, y pienso en los montajes de La Fille du Regiment en el Festival Donizetti de Bergamo, en el Otello de Rossini en Tokio, o en el Werther de Massenet en la Ópera Nacional de Eslovenia, nunca he dejado de lado el cine, porque ocupa más tiempo desarrollar un proyecto, pero finalmente apareció la oportunidad de realizar mi ópera prima, primero llamada
Esencia Habana, luego Esencia Cuba, y ahora simplemente Baracoa».

—¿De qué habla Baracoa, a quién se dirige, y cuál es la relación que puede tener con películas cubanas con títulos igual de abarcadores como Suite Habana o Miel para Oshún, que por cierto concluye en Baracoa?

—Nuestra película cuenta un viaje físico y personal de dos hombres totalmente opuestos que atraviesan la isla con una promesa por cumplir y heridas por sanar. Es una historia sobre la amistad, sobre la identidad y el amor. Se conecta con los otros títulos que mencionas, en tanto el entorno narra y define a los personajes: se habitan mutuamente. Hay muchas Cuba y cada una de ellas define cada personaje. Voluntariamente es una película dirigida al público
internacional, a la vez que transita, por supuesto, por los consabidos valores de lo cubano».

—Teniendo en cuenta que escribiste el guion, hiciste la producción, la dirigiste, y seguramente participarás en la edición ¿se puede decir que la película se conecta con la tradición cubana e internacional del cine de autor?

—Como siempre sucede, el proyecto ha madurado mucho desde la idea inicial hasta el guion que filmamos. Cuando encontré el productor Francesco Papa y le presenté mi película, me dijo que necesitábamos incluir un personaje protagonista italiano para lograr levantar fondos en Europa, y para la rescritura me presentó al guionista Filippo Ascione, íntimo amigo de Fellini y conocedor sagaz de la industria del cine italiano e internacional.

«Desde el primer momento, junto al amigo y productor cubano Carlos de la Huerta, me expresaron la voluntad de mantener un respiro autoral sin menospreciar el valor comercial, y honestamente, después de varios años de desarrollo en los que no encontraba aliados en un panorama audiovisual que resultaba muy competitivo y desconocido para mí; abracé la idea como una oportunidad. Además, entre pandemia y óperas, ya llevaba varios años sin el ejercicio de sudar el cine. Y de pronto todo fluyó tan rápido que aún ni he concientizado que para mi primera película logré traer a Cuba por primera vez a una estrella como Giancarlo Giannini para un papel protagónico».

—Tienes un elenco de buenos actores que pudieran ser parte esencial en la calidad del resultado. ¿Cómo los encontraste y elegiste, principalmente a los protagonistas?

—El trabajo con los actores es de los aspectos que más disfruto y que considero principal en el proceso creativo, tanto audiovisual como escénico. Baracoa es una road movie, que tiene tres personajes protagonistas, hay dos que realizan todo el viaje, y aparecen varios personajes esporádicos que los van definiendo.

«Para interpretar a Pepe siempre tuve claro que quería invitar a Carlos Luis González. Además de ser un increíble actor, con mucho respeto y pasión por su profesión, es un galán indiscutible, lo cual es preciso para el personaje en tanto rey de La Habana. Carlos supo encontrar un justo camino entre poder e ingenuidad desde donde construyó un arco de transformación claro y honesto.

«Felipe, su padre, es un anciano italiano naturalizado cubano, como te decía anteriormente, fue un personaje incluído en la rescritura y hasta ahora no me creo que una leyenda viva como Giancarlo Giannini haya aceptado viajar por primera vez a Cuba durante una semana para acompañarme en mi ópera prima.

De izquierda a derecha: Carlos Luis González, Giancarlo Giannini y Yadier Fernández, actores principales. Foto: Claudia Cepero

«Tuve el tremendo placer de contar con actores de primer nivel en todos los casos. Personajes de corta duración, pero de profunda presencia, fueron interpretados por grandes actores como Ana Gloria Buduén, Giovanni Giusto, Paula Alí, Mireya Chapman, Yordanka Ariosa, Giulia di Quilo, entre otros.

«La tríada protagonista incluye al personaje de Jimmy, médico que atiende a Felipe durante su enfermedad y con quien Pepe se ve obligado a realizar un viaje hasta Baracoa. Yadier Fernández llegó al proyecto pocos días antes del inicio del rodaje y también fue una bella sorpresa. En breve tiempo tuvo que crear un personaje muy complejo y alejado de lo que habitualmente él había interpretado. Yadier es un actor con un aura especial y a través de su intuición y mucho estudio, creo que logró bordar un personaje muy claro, y nos regaló una extraña sensación de paz para todos. La química sutil y profunda que se creó en las relaciones de estos tres personajes protagonistas es uno de los logros de los que nos sentimos muy orgullosos».

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