El Cairo, 3 de agosto._ Un incidente armado inusual en esta capital sirvió de difícil estreno al gobierno del primer ministro Hesham Qandil, volcado hoy a mejorar la situación de seguridad y satisfacer las expectativas de un heterogéneo espectro social.
Según PL, Qandil presentó el jueves su Ejecutivo y poco después prestó juramento ante el presidente Mohamed Morsy, quien lo instó a «satisfacer las aspiraciones de la población y mejorar sus condiciones de vida» en todos los sentidos.
De hecho, el flamante jefe de gobierno subrayó en su primera rueda de prensa tras presentar a los ministros que sus prioridades son combatir la crisis económica y los problemas de seguridad, pese a que este país se distingue en sentido general por un ambiente tranquilo.
«El período por venir no es fácil, todos estamos en el mismo barco», subrayó Qandil, cuyo equipo, sin embargo, no incluyó a ningún joven representante de agrupaciones que iniciaron la sublevación causante de la renuncia de Hosni Mubarak el 11 de febrero de 2011.
A juicio del fundador del movimiento juvenil 6 de Abril, Ahmed Maher, el anuncio del gabinete «es un ejemplo más de una cadena de extrañas decisiones tomadas sin consultas o algún criterio demostrable», de ahí que reclamó transparencia en la designación.
Tampoco hay entre los 35 jefes de carteras muchas caras nuevas, dado que Qandil ratificó a siete ministros del anterior gabinete y designó a otros que ocupaban puestos intermedios en dependencias estatales o son reconocidos empresarios egipcios.
El Ministerio de Defensa, que ocupa desde 1993 el mariscal de campo y exjefe de la Junta Militar, Mohamed Hussein Tantawi, así como los de Finanzas y Relaciones Exteriores son los más significativos que se mantienen con los mismos responsables.
Sin embargo, aunque Qandil señaló que los egipcios «debemos dejar de usar términos como ellos y nosotros, y que éste es cristiano o copto o musulmán», su gabinete quedó por debajo de las expectativas de un gobierno de unidad nacional, como Morsy había prometido.
El partido El-Nour, la principal organización salafista del país que ganó un 25 por ciento de los escaños del ahora disuelto parlamento, boicoteó el nuevo gabinete y declinó una oferta para formar parte del mismo, según reveló uno de sus dirigentes.
Analistas sostienen que el gobierno es resultado de un compromiso que refleja el precario balance de poder entre el Ejército, encabezado por Tantawi, y el presidente, apoyado por la influyente Hermandad Musulmana y su brazo político, el Partido Libertad y Justicia (PLJ).
Mientras apenas hay dos mujeres titulares -una de ellas cristiana copta-, el PLJ logró colocar a cuatro de sus miembros en el Ejecutivo, incluidos los ministros de Educación y de Información, este último un puesto clave dado que monitorea y dirige a la prensa estatal.
Pero la relación de jefes de carteras parece quedarse corta de gente con ideas nuevas y osadas, como la juventud asegura que necesita Egipto tras 17 meses de convulsa transición hacia la democracia.
Así, el ministro del Interior, general Ahmed Gamal Eddin, ocupó ayer su oficina coincidiendo con un tiroteo en un hotel capitalino por aparente disputa de salarios adeudados, pero que dejó 18 detenidos, paralizó el tráfico y movilizó a casi un centenar de policías.
Los hechos ilustraron uno de los tantos desafíos que deberá encarar Qandil para cumplir los planes prioritarios dentro de los primeros 100 días de mandato de Morsy, quien sorprendió a muchos al nombrar consejero presidencial al hasta ayer primer ministro Kamal El-Ganzouri.
Incluso, un día antes de la juramentación del Ejecutivo en el palacio presidencial, medios locales reportaron enfrentamientos callejeros en la localidad de Giza, adyacente a El Cairo, debido a la muerte la semana pasada de un joven musulmán por otro cristiano.
Para rematar el estreno, el jueves se registró un intercambio de disparos entre policías egipcios y soldados israelíes en la frontera cerca del puesto de Carmit, aunque todo pareció ser resultado de una confusión sin mayores consecuencias, según la prensa oficial.