La plaza de la Bastilla ha sido escenario de protestas de los sindicatos. Autor: Cortesía de la fuente Publicado: 21/09/2017 | 05:02 pm
PARIS, octubre 18.— Multitudes de estudiantes protestaron en el centro de París y se registraron choques con la fuerza policial, en vísperas de una nueva huelga general contra el proyecto de reestructuración de las pensiones, impulsado por el presidente Nicolás Sarkozy, quien ratificó que la «reforma es esencial» y que la pondrá «en práctica».
Según ANSA, el transporte de camiones bloqueó calles de París, a 72 horas de la votación del proyecto en el Senado. La ley iba a tratarse el miércoles, pero los senadores decidieron postergar por segunda vez la fecha.
La lenta circulación de los camiones congestionó el tránsito e impidió la intervención de las fuerzas de seguridad. Hubo lugares en los cuales los camiones se detuvieron y bloquearon los sitios para la provisión de combustible.
Entretanto, multitudes de estudiantes se manifestaron en el centro de París y bloquearon la calle Rivoli, cerca del Ayuntamiento. Varios autos fueron incendiados, y hubo actos de protesta cerca del Arco de Triunfo y los Campos Elíseos.
Al menos un francés de cada dos piensa que es justo que los huelguistas sigan hasta el final, y siete de cada diez apoyan las protestas. Incluso los senadores se desaceleraron: faltan aún 500 enmiendas por examinar antes del voto del jueves.
La medida a la que apunta el Presidente francés prevé, entre otras cosas, un alza progresiva de la edad del retiro de 60 a 62 años antes de 2018.
«Sarkozy tendrá que escuchar»
Días atrás, cuando los trabajadores franceses advertían que habría batalla, quedé con un amigo, el sindicalista Sebastien Viscuso, en vernos en la parisina Plaza de la Bastilla, donde una vez estuvo la odiada fortaleza prisión adonde iban a dar con sus huesos quienes no le caian simpáticos al rey Luis XVI.
Llegué en el metro, y no imaginé lo concurrida que estaba la superficie: miles y miles de personas cantando, clamando por altavoces contra la reforma de las jubilaciones planteada por Sarkozy, quien, de un modo diferente a Luis XVI, también ha «perdido la cabeza», al pretender que los trabajadores más humildes paguen con la elevación de la edad del retiro los gastos del presupuesto que bien pudieran pagar los más ricos.
Mientras esperaba, me acerqué a algunos de los participantes. Un señor mayor, de barba gris, trabajador de la industria, me explicó: «El propósito es protestar contra la elevación de la edad de las jubilaciones, pero también contra el incremento de 65 a 67 años del momento para recibir los beneficios completos de la pensión. El 92 por ciento de los costos de las pensiones será cargado a hombros de los empleados, y solo el resto a las empresas. Los franceses no están de acuerdo con esta iniciativa de Sarkozy, un hombre que favorece a la élite».
«Hay muchos jóvenes desempleados, entonces ¿por qué no retirar a los trabajadores a la edad fijada, y darles esos puestos a ellos?», inquirió su compañera, profesional de la salud.
Se hacía casi imposible escuchar. La música y las consignas eran seguidas a coro por la multitud, y allí en la plaza, en la base de un obelisco coronado por un ángel dorado, unos jóvenes desplegaron pancartas y enormes telas. Más de 200 ciudades en toda Francia se habían sumado a la protesta. La CGT, el sindicato más importante, fijaba en dos millones de personas las que participaban en las demostraciones.
Un inmigrante africano, que prefirió reservarse el nombre —tal vez la expulsión pendía—, y que se dijo ingeniero en computadoras, expresó que no era de sindicato alguno, pero que apoyaba la manifestación: «La gente no está de acuerdo; dos o tres años más de trabajo significan demasiado para ellos, porque muchos no trabajan en cómodas oficinas, sino que ejercen oficios difíciles».
Uno que sí se identificó, Jean-Philippe Boudin, profesor de inglés, refirió que, aunque los cambios demográficos pueden demandar quizá la elevación de la edad del retiro, «el Gobierno pudiera acopiar más recursos para las jubilaciones mediante otras fórmulas, pues los ricos hacen mucho, muchísimo dinero, mientras que los salarios de los trabajadores son cada vez más bajos. Creo que habría que distribuir de mejor modo».
La calle, usualmente pulcra, era a esa hora de la tarde un río de desechos. Es parte de la protesta tirar latas y papeles al suelo, e incluso virar los depósitos de desperdicios: «Dentro de dos horas lo verás todo limpio», me dijo Sebastien, a quien acompañaba Eric Roulot, alcalde de la municipalidad de Limay y miembro del Partido Comunista Francés.
«La reforma es injusta —señaló este—, porque afecta a los más humildes. Sí, hay un problema demográfico, pero también de equilibrio entre entradas y gastos. El problema es dónde buscar los recursos para pagar las jubilaciones. Hay soluciones alternativas a la del Gobierno; por ejemplo, hay años en que sube la productividad de los trabajadores, y eso es suficiente para pagarse el retiro. Pero ese aumento de productividad a quienes enriquece es a los ricos, por lo que es necesaria otra manera de distribuir el dinero».
«Sarkozy debe negociar con los representantes de los trabajadores, con los sindicatos. Es lo que pedimos», agrega.
Finalmente, apunta Sebastien: «Una medida como la elevación de la edad de la jubilación se ha tomado, por ejemplo, en Cuba, donde de verdad hay un problema demográfico, y la solución se busca en el pueblo mismo. Aquí el tema no es solo la edad; es el dinero, que podemos ir a buscarlo a la empresa, al gran capital, a la bolsa. En Cuba la ganancia va a ser distribuida entre todos, pero aquí va a parar a los empresarios».
«Nosotros pedimos que ese dinero se destine a pagarnos las jubilaciones. Y aunque aprueben la ley, seguiremos rechazándola en la calle; en algún momento Sarkozy tendrá que escuchar. Un Gobierno que se dice democrático, tiene que escuchar a tantas personas».