El pueblo debe aprobar la ansiada Constituyente. Una cargada agenda internacional donde tienen prioridad los vecinos y, en lo interno, las adecuaciones que permitan instrumentar la Asamblea Constituyente, son los derroteros que centran el quehacer del presidente electo de Ecuador, Rafael Correa, antes de tomar posesión.
Seguir los pasos del candidato de Alianza PAÍS —aunque sea por medio de los reportes de prensa—, confirma apego a los principales puntos del programa que anunció durante la campaña... Lealtad obvia porque es cualidad que se deslinda de la honestidad pero, además, necesaria para que los diversos y dispersos sectores que le dieron el voto puedan fraguar aquella concertación, dada en la urgencia de la cita con las urnas.
Argentina y Chile son los nuevos destinos de Correa luego de sus visitas a Brasil, Bolivia y Perú, y de su asistencia a la Cumbre de la Comunidad Sudamericana de Naciones, eventos de donde han trascendido el deseo de que Ecuador se sume al MERCOSUR, la aspiración de unir al puerto ecuatoriano de Manta y al brasileño de Manaos, o la posibilidad de que parte del crudo ecuatoriano sea refinado en Venezuela, lo que podría concretarse en la estancia que el mandatario electo realizará en Caracas; también irá a Colombia a su vuelta de Santiago de Chile. Y, por supuesto: ha reiterado que no firmará TLC con EE.UU.
Del otro lado están los muchos derroteros trazados en lo doméstico, entre los que descuella la instalación de la Constituyente: paso definitorio que dará idea de la magnitud y la trascendencia del mandato.
El tema se mantiene en el candelero y se prepara con diligencia, a tenor con reportes del periódico La Hora que dan cuenta de la búsqueda de consensos. Según el rotativo, Alianza País ha sostenido reuniones con organizaciones sociales y gremiales, partidos políticos y personalidades «para tejer los hilos» de un acontecimiento que también —y sobre todo— deberá contar con la venia de la gente de a pie: la llamada sociedad civil.
Todo indica que la vía escogida para materializarla será la convocatoria a una consulta popular o referendo, según ha confirmado el propio Correa antes de partir a sus respectivos encuentros con Néstor Kirchner y Michelle Bachelet. Se trata de que sea el pueblo quien apruebe la Asamblea y los procedimientos de su instalación para contar con un gran «consenso ciudadano»... Indispensable, además, cuando Alianza PAÍS, dando fe de su descreimiento en la política tradicional, se abstuvo de presentar candidatos en la elección legislativa, razón por la cual no tiene un solo representante en el Parlamento.
Un atisbo de la profundidad que se pretende dar a la Asamblea puede ser su concepción de que el poder constituyente tiene la capacidad de reestructurar, limitar, y hasta disolver el poder constituido y no solo en el Congreso sino, además, en el ejecutivo. En declaraciones formuladas la víspera, Correa reconoció también que el trayecto no será fácil, porque «las mafias que están perdiendo su poder van a hacer lo imposible para no perder sus privilegios».
Los pasos en firme arrancan el 15 de enero. Veremos...