Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El FBI pretende intimidar a los portoriqueños

Simulacros de allanamiento intentan desalentar las celebraciones por el Grito de Lares y los homenajes a Filiberto Ojeda

Autor:

Marina Menéndez Quintero

El FBI pretende intimidar a los boricuas y reprimir la lucha de los independentistas. Foto: Indymedia Como debe ser costumbre, los agentes del FBI no mostraron órdenes de registro ni algún otro documento. En algunos casos forcejearon y tironearon de los portones. En otros, adivinando, quizá, los apartamentos vacíos pues habían transcurrido pocas horas desde el amanecer, tocaron las puertas de los vecinos, hasta donde llegaron luego de violentar la entrada del edificio...

La «ronda» de intimidación fue protagonizada por los agentes de cuatro unidades, a bordo de sus respectivos autos. Algún corresponsal ha denominado los hechos como «intentos de allanamiento» que los líderes independentistas de Puerto Rico identificaron como una acción que busca el amedrentamiento, previo a los actos con que el pueblo boricua conmemorará, el sábado, el Grito de Lares. Pero, además, se rechazará la infamia que ha hecho esa efeméride más actual aún: el primer aniversario, en esa propia fecha, del brutal asesinato de Filiberto Ojeda.

Ciertamente, los ocupantes tienen motivo para recelar. El crimen contra el patriota y dirigente del grupo armado Machetero sigue impune y duele; sobre todo, después de que un informe emitido por el Departamento de Justicia de Estados Unidos hace algunas semanas, justificara la acción del 23 de septiembre de 2005, cuando un comando de agentes armados hasta los dientes la emprendieron contra un hombre solo al que, luego de herir, dejaron en brazos de una lenta muerte por desangramiento.

La acción, brutal, tuvo el efecto catalizador que ignoran siempre los poderosos: la comunidad de Hormigueros —donde fue muerto Filiberto—, y cientos de hombres y mujeres del resto del pueblo puertorriqueño, se hicieron a las calles para protestar contra el allanamiento de la localidad, la ocupación por unas 24 horas del perímetro alrededor de la casa de Ojeda Ríos... y, en definitiva, contra el abuso a un compatriota.

Ahora, las amenazas formuladas este lunes por algunos de los agentes encargados de «advertir» a simpatizantes del independentismo —cuyas casas ya fueron allanadas hace aproximadamente un año— parecen relacionadas, justamente, con ese sentimiento nacionalista y antiocupación que el crimen de Filiberto ha fortalecido, y extendido entre los boricuas. No puede interpretarse de otra manera el comentario con que uno de ellos «explicó» al reverendo José Morales —directivo de una agrupación ecuménica para la comunidad, quien fue interceptado en casa de sus hijos—, cuáles eran las «motivaciones» del aparatoso y escandalizador simulacro de redada, porque a fin de cuentas no se arrestó a nadie.

Según contó Morales a un diario, el agente señaló que estaban preocupados por la situación del país y por los jóvenes en la Universidad, un referente que apunta a la incrementada resistencia con que estudiantes y padres de familia se oponen al enrolamiento de los jóvenes por parte del ejército de Estados Unidos en las mismas aulas, para llenar con ellos el hueco que se agranda entre la tropa destacada en Iraq.

Pero otra vez las políticas de fuerza pueden enrumbar las cosas al puerto equivocado. Las extralimitadas funciones del FBI suben el punto al amargo sabor que deja la ocupación entre los puertorriqueños, y exaltan ese sentimiento patriótico reverdecido y moldeado en las jornadas de desobediencia civil que sacaron a la Marina yanqui de Vieques, o en la indignación provocada por el asesinato de Filiberto... Igual que en los años 50, los jóvenes de entonces se negaron a servir de carne de cañón en la guerra contra Corea, los muchachos nuevos saben que nada tienen que ver con la cruzada «antiterrorista» de Bush.

Dirigentes independentistas calificaron los hechos como «una provocación», y reiteraron que nada deslucirá los actos previstos el sábado, cuando se anuncian marchas, vigilias, y el siempre estremecedor discurso de Rafael Cancel Miranda.

No, Puerto Rico no se ha resignado a ser colonia.

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