Contaditos con una mano, o con dos, pero, «contaditos», son los atletas cubanos que luego de subir a un podio mundial, a la pregunta de ¿dónde comenzó su carrera atlética?, no responda: «Me inicié en los Juegos Escolares».
Y el detalle, aunque parezca simple, tiene una connotación que, los propios periodistas deportivos, no hemos valorado en toda su profundidad. Por eso, fue una genialidad —una de las tantas— de Fidel cuando 60 años atrás fue el artífice de estas lides infantiles.
Uno, en la vorágine de la vida misma, llegó a creer como algo casi normal que todas las provincias del país tengan gigantescas escuelas del deporte, pero quienes nos visitan afirman que es algo así como un sueño irrealizable en países subdesarrollados.
No obstante, nuestra Revolución lo hizo. Y vinieron entonces muchas, pero muchas alegrías para un pueblo que ama al deporte como su historia misma. De Cuba se habla, por cualquier tema en el mundo, pero tal vez algo más por sus glorias deportivas.
Y de eso se trata este 60 cumpleaños de los Juegos Escolares, de no dejar que se pierda una de las esencias de esta obra que entre todos construimos. Vengan entonces los futuros campeones. Nuestra cubanía desde ya los aplaude.