Keniano Kipchoge baja de las dos horas en la maratón Autor: Tomada de La Vanguardia Publicado: 12/10/2019 | 02:05 pm
«Soy un hombre muy feliz por haber podido correr en menos de dos horas y por poder inspirar a la gente. Ningún humano tiene límites, puedes hacerlo. Espero que más atletas en el mundo corran en menos de dos horas después de hoy», afirmó el africano luego de finalizar la prueba.
El actual campeón olímpico de la distancia falló por 25 segundos en su intento anterior, durante el Gran Premio de Italia en el circuito de Monza en 2017.
Kipchoge fue asistido por un equipo de 42 personas que se tomaron turnos para marcarle el paso, incluidos el vigente titular olímpico de los 1 500 metros, el estadounidense Matthew Centrowitz, y otros medallistas en citas bajo los cinco aros como el norteamericano de origen keniano Paul Chelimo y los tres hermanos noruegos Ingebrigtsen: Jakob, Filip y Henrik.
Sus entrenadores se acercaron en bicicleta para alcanzarle agua y geles energéticos, una práctica diferente a la de las maratones competitivas, cuando el corredor debe aproximarse a una mesa por las bebidas.
Además, un coche guía le proyectó sobre la pista con luz fluorescente el recorrido idóneo a seguir.
Este tipo de ayudas no están permitidas bajo las reglas de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, razón por la cual no reconocerá la marca de de Kipchoge como el récord oficial de una maratón.
El corredor keniano ostenta, de cualquier forma, el primado universal reconocido en una maratón oficial con un tiempo de dos horas, un minuto y 39 segundos conseguido en Berlín el pasado año.
Miles de personas madrugaron para animar al atleta en una prueba que tuvo lugar en un circuito completamente llano de 9,6 kilómetros, del que la inmensa mayoría del recorrido es recto y al resguardo de los árboles.
Aunque la carrera estuvo calculada hasta el más mínimo detalle para batir la cota del orbe, correr a un ritmo tan brutal y romper el muro de las dos horas permite a Kipchoge ingresar a la leyenda del deporte mundial.
Kipchoge fue asistido por un equipo de 42 personas que se tomaron turnos para marcarle el paso, incluidos el vigente titular olímpico de los 1 500 metros, el estadounidense Matthew Centrowitz, y otros medallistas en citas bajo los cinco aros como el norteamericano de origen keniano Paul Chelimo y los tres hermanos noruegos Ingebrigtsen: Jakob, Filip y Henrik.
Sus entrenadores se acercaron en bicicleta para alcanzarle agua y geles energéticos, una práctica diferente a la de las maratones competitivas, cuando el corredor debe aproximarse a una mesa por las bebidas.
Además, un coche guía le proyectó sobre la pista con luz fluorescente el recorrido idóneo a seguir.
Este tipo de ayudas no están permitidas bajo las reglas de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, razón por la cual no reconocerá la marca de de Kipchoge como el récord oficial de una maratón.
El corredor keniano ostenta, de cualquier forma, el primado universal reconocido en una maratón oficial con un tiempo de dos horas, un minuto y 39 segundos conseguido en Berlín el pasado año.
Miles de personas madrugaron para animar al atleta en una prueba que tuvo lugar en un circuito completamente llano de 9,6 kilómetros, del que la inmensa mayoría del recorrido es recto y al resguardo de los árboles.
Aunque la carrera estuvo calculada hasta el más mínimo detalle para batir la cota del orbe, correr a un ritmo tan brutal y romper el muro de las dos horas permite a Kipchoge ingresar a la leyenda del deporte mundial.
Las 7 razones para no homologar el récord
- No era una competición oficial controlada ni por la Federación Internacional (IAAF) ni por la federación del país donde se disputa la prueba (Austria).- El recorrido no ha sido medido y certificado por un medidor oficial.
- No ha habido, al menos, tres competidores con intención de ganar la prueba.
- No ha habido un control antidopaje.
- El atleta se aprovechó de un vehículo a motor (un coche) que le marcaba el ritmo.
- Las liebres salieron y entraron descansadas durante la carrera.
- El avituallamiento se sirvió de acuerdo a un plan determinado y no desde estaciones oficiales.