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La masacre perpetrada por México el pasado sábado 15 de junio en el Rose Bowl de Pasadena, bien pudiera terminar siendo una de dos cosas para el fútbol cubano: mientras algunos ya hablan del trauma insalvable que sería para una nueva generación de futbolistas que no acaban de ver un horizonte favorable por ninguna parte, por el otro lado, tal vez sería un escarmiento, pues el balompié de la Isla lleva tiempo encasillado en la categoría de deporte «cenicienta».
Mucho hemos hablado de los posibles llamados a jugadores que se desempeñan fuera de nuestras fronteras. Resulta que, en primera instancia, la política actual de convocatoria es obsoleta. Lo peor es que si miramos hacia los reglamentos de la FIFA, en donde se establecen de forma sencilla y contundente las vías para llamar a jugadores oriundos o de ascendencia cubana, el problema no parece tal.
Lo otro, que posiblemente sea más importante que la incorporación a los Leones del Caribe de los curtidos «legionarios», es el tema de infraestructura y organización.
El estadio nacional Pedro Marrero no está a la altura, ni tampoco las instalaciones que lo rodean. No es cosa fácil convertirlo de la noche a la mañana en uno de categoría mundial, pero que ni la cancha —en pésimas condiciones— ni las luces —hasta ahora inexistentes— sean una garantía, deja mucho que decir de la gestión de esta disciplina en el país desde hace buen tiempo.
Luego, habría que referirse a los campeonatos nacionales, que a pesar de haber cambiado varias veces de estructura, e incluso de identidad visual, siguen estando por debajo de los estándares de un área geográfica que ya nos pasó «por el lado» en materia futbolera.
Visto lo visto, definitivamente lo de la Liga de Naciones de Concacaf fue un espejismo del tamaño de la Luna. Sin demeritar la actuación de nuestros muchachos, sí hay que decir que todavía estamos a años luz de los mejores del área.
Hecho este diagnóstico, el mismo que otros colegas han realizado a través de diferentes plataformas y medios, nos queda esperar un verdadero milagro para que la situación cambie. De momento, esperemos lo que hoy ocurra contra Martinica.
