El refuerzo villaclareño Ariel Borrero estuvo en noche de lujo Autor: Juan Moreno Publicado: 21/09/2017 | 06:05 pm
Hasta el gato sabía, previo al comienzo, que el duelo entre los Alazanes granmenses y los Tigres avileños se presentaba como el menos predecible en esta postemporada. Si el béisbol se tratase solo de pegarle a la pelota con el madero, los primeros no tendrían ni que salir al terreno. Pero resulta que sus rivales no son precisamente una perita dulce en el cajón de bateo, y si a eso se suma lo precario que han lucido últimamente la mayoría de los lanzadores de Carlos Martí, entonces queda más que justificada la duda.
Este jueves, con la noche bayamesa como testigo, los bateadores avileños se encargaron de desnudar las carencias monticulares del anfitrión. Al zurdo Dariel Góngora le dejaron sacar apenas un out antes de mandarlo directamente a las duchas, después de cuatro cañonazos consecutivos, el de Yoelvis Fiss válido para dos bases.
Un inning más tarde, obligaron al alto mando granmense a buscarle un recambio a José Armando Peña, a quien de forma sucesiva Raúl González y Yeniet Pérez le desaparecieron la pelota más allá de los límites del terreno.
Fue el rescatista César García quien mejor suerte corrió en el bullpen local. Tomó un respiro después del cuadrangular de dos carreras salido del bate de Osvaldo Vázquez en el tercer capítulo, pero fue el mismo enmascarado avileño quien le mostró la puerta de salida con su segundo estacazo de la noche, justo antes de completar las tres entradas de actuación.
En resumen, fueron 25 zarpazos muy bien ligados por la tropa de Roger Machado para equilibrar el match. Entre ellos, cinco llevaron las firma del refuerzo villaclareño Ariel Borrero, quien igualó las 102 remolcadas del indómito Rolando Meriño, y en los próximos juegos debe convertirse en el máximo impulsor en postemporadas. También cerca está la caída del tope de 189 hits, que ahora comparte Borrero con el capitalino Carlos Tabares.
No obstante, de nada hubiese valido tanta furia sin la notable faena del derecho Yander Guevara, dueño de control y flema para trabar la temible maquinaria ofensiva de los Alazanes. Y eso no es poco.
A Yordanis Samón, el verdugo del pitcheo avileño en el enfrentamiento anterior, lo retiró tres veces. Roel Santos nunca le pudo llegar a primera en igual cantidad de turnos y también frente a sus envíos sucumbió en un trío de ocasiones el siempre peligroso José Guillermo Avilés. Toleteros tan terribles como Alfredo Despaigne o Urmani Guerra tuvieron que conformarse con un hit ante sus disparos.
Ese férreo dominio durante seis capítulos completos fue la piedra angular del desenlace, porque después de su salida, tanto Leorisbel Sánchez como Yunier Cano titubearon a la hora de mantener con absoluta firmeza la brida a los caballos. El propio Despaigne, con su segundo cañonazo, empujó par de anotaciones y la hasta entonces enmudecida afición tuvo, al menos, sus minutos de ilusión. Pero nada más.
Con este desenlace, ambas novenas toman la carretera rumbo a la tierra de la piña, a donde llegarán en igualdad de condiciones. A partir de mañana, el José Ramón Cepero servirá como teatro de operaciones para tres batallas cruciales. Desde ahora quedan planteadas las interrogantes. ¿Podrá el pitcheo avileño volver a contener el feroz ataque de los Alazanes? ¿Harán sonar el madero los Tigres, ahora frente a sus parciales? Habrá que esperar, pero me seduce pensar que este cruce termina donde empezó.
Mientras esperamos para despejar tanta duda, en la isla más joven de nuestro archipiélago Cocodrilos y Piratas vuelven a la carga con la serie igualada a un triunfo por bando y la posibilidad de ver un duelo de zurdos entre el yumurino Cionel Pérez y el «incorporado» tunero Darién Núñez. Allí también pudieran vivirse tres emocionantes jornadas, y quién sabe si alguna cargada de sorpresas. Nada mejor pudiera pasarle a estos finales.