Lanuez Calera, escultor que pertenece a la ACAA y al Fondo Cubano de Bienes Culturales, en la restauración del cocodrilo matancero. Autor: Hugo García Publicado: 21/09/2017 | 06:05 pm
Matanzas.— La semifinal beisbolera entre Los Piratas y Los Cocodrilos se ha convertido en el acontecimiento más seguido por la afición y el pueblo de ambos territorios.
Específicamente en la ciudad de los Puentes se lleva a cabo una intensa labor en el Palacio de los cocodrilos, que incluye la terminación de la Avenida Martín Dihigo, la colocación de las seis gigantografías en las torres de iluminación, sumado a muchas otras iniciativas.
También los interiores del estadio han recibido mantenimiento y embellecimiento, se han cambiado los bancos y se remozó el club home.
Muchas son los organismos y empresas que han laborado incansablemente para que el espectáculo supere a los anteriores. Para ello las empresas de gastronomía y comercio, los cuentapropistas, Servicios Comunales, Transporte, Minint, Cimex, ARTEX, Propaganda del Partido, entre otras estructuras, se afanan por estos días en garantizar que todo fluya bien y que el pueblo sienta satisfacción.
Miguel Lanuez Calera, artesano de 38 años de edad, se ha esforzado por estos días para remozar el cocodrilo gigante que se encuentra encima de la pizarra.
«La idea surge del propio pueblo matancero que quiso hacer grande la estatura del cocodrilo: que se pusiera encima de la pizarra del estadio para que se viera bien. Era una obra compleja ya que en ese lugar se encuentra un tanque de agua. Se impuso entonces la idea de una escultura ligera, con características disimiles a las demás, de poco peso y a su vez duradera».
Al conversar con este diario el artista explica que se le ocurrió buscar materiales alternativos, pero resistentes, como papel, poliespuma y cabilla, que reunieran las condiciones para una estructura duradera, la cual hay que bajar todos los años para mantenimientos y remozamiento por el salitre y el sol, el agua y el sereno.
Lanuez Calera, escultor que pertenece a la ACAA y al Fondo Cubano de Bienes Culturales, en la restauración del cocodrilo matancero. Foto:Hugo García Fernández
La escultura mide seis metros de alto, por 2,5 de ancho, cuatro de largo, y un cuarto de tonelada de peso.
«La pieza está en el aire, apoyada desde la pared delantera hasta la trasera, y en dos años y medio no se ha deteriorado.
«Me demoré un mes en hacer el cocodrilo, y ahora con este mantenimiento puede durar tres años porque se ha hecho con los recursos que lleva», agregó.
Afirmó que es una pieza novedosa. «Al pueblo le ha gustado, todos vienen a tirarse fotos o quererse llevar un pedacito, y qué mejor gusto que hacer una pieza que le guste al pueblo.
«A Víctor Mesa le gusta porque lo que le gusta al pueblo le gusta a él. Los niños son fanáticos a hacerse fotos y tocarlo. El cocodrilo trasmite poder y energía positiva e impresiona al contrario», concluyó.