Magnus Carlsen retomó la cima del Memorial Gashimov. Autor: Sitio Web del torneo Publicado: 21/09/2017 | 05:48 pm
Recapitulemos. Rondas cuatro y cinco. El rey, el monarca universal, hinca rodilla en tierra un par de veces, como si la gripe o un desplante —vaya usted a saber— se hubiese empecinado en recordarle que por pequeñísimos espacios de tiempo es humano. El resto de los contendientes albergan esperanzas: Magnus Carlsen (2881 unidades Elo) también sangra. Ahora aterricemos. Rondas seis y siete. «Dejen el embullo». Dos victorias seguidas —¿una aspirina y un beso?—. Nuevamente a la cima del Memorial Gashimov.
El hombre más temible en el mundillo del ajedrez, el nene que convirtió en gatito al Tigre de Madrás —Viswanathan Anand (2785)— tras destronarlo en noviembre pasado, derrotó el sábado al anfitrión Shakhriyar Mamedyarov (2760) y el domingo le repitió la dosis al estadounidense Hikaru Nakamura (2772), durante la fortísima justa azerí.
Entonces ya había vuelto a dominar la tabla de posiciones, por lo que su paridad de este lunes frente al ruso Sergey Karjakin (2772) aconteció como un trámite para relajar las neuronas.
El escandinavo llevó piezas blancas y entabló después de 38 lances de una defensa India de Dama. Ahora acumula cinco rayas y deja escapar 1,4 puntos en el ranking en vivo. Quedan dos jornadas competitivas. Sigue siendo el favorito.
Detrás marcha el bambino Fabiano Caruana (2786), dueño de 4,5 unidades y reciente victimario del local Teimour Radjabov (2713), luego de 52 movimientos de una defensa India de Rey, Variante Clásica, en la que llevó figuras claras.
También venció Nakamura, de negro, ante Mamedyarov, tras 47 jugadas de una defensa Eslava. Así, el samurái norteamericano, Radjabov y Karjakin guardan cuatro puntos, y ocupan los puestos del tres al cinco, mientras Mamedyarov se hospeda en el sótano (2,5).
Entre martes y miércoles se disputarán los últimos duelos del certamen. Casualmente Carlsen pulseará frente a Radjabov y Caruana, los dos sesudos que lo hicieron caer a mitad del evento. ¿Llegará el desquite de la computadora humana?