Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Benjamín

Autor:

Yurisander Guevara

Reza el refrán que nunca es tarde si la dicha es buena, y hay hombres en la historia del movimiento deportivo que así lo han demostrado.

Rafael Emilio Fortún Chacón no llegó «joven» a los Juegos Panamericanos, sin embargo se impuso con clase y pasó a la historia como el primer medallista dorado de Cuba en estas lides.

El bólido criollo nació el 5 de agosto de 1919 en la ciudad de Camagüey y sus primeros estudios transcurrieron a la par del trabajo.

En la década del 30 inició su incursión en el deporte jugando béisbol, donde exhibió dotes de buen fildeador y era «un rayo» en el corrido de las bases.

Con el tiempo, Fortún se convertiría en el hombre más rápido de Cuba gracias a su inagotable tesón. Durante muchos años entrenó descalzo, hasta que el sacerdote Pedro Jaime Massaguer le regaló las primeras zapatillas de competencia.

Antes de los primeros Juegos Panamericanos de Buenos Aires, Argentina, en 1951, el camagüeyano había competido en par de Juegos Centroamericanos (Colombia 1946 y Guatemala 1950), así como en los Olímpicos de Londres en 1948, entre otros eventos.

En Centroamérica, Fortún dominó el hectómetro durante sus presentaciones, pero en Londres no corrió la misma suerte y se quedó en la fase eliminatoria. El camagüeyano tenía para más pero el hambre y la miseria fueron sus principales contrincantes.

Su «desquite» aconteció entonces en el Estadio Monumental de River Plate, en Buenos Aires. Fortún acaparó los títulos en 100 y 200 metros planos. Su estupendo coraje en los 400 metros lisos contribuyó sobremanera a la plata obtenida por Cuba.

Sin discusión era el héroe de la delegación y uno de los grandes de aquella primera cita. Sus resultados le convirtieron en el más destacado atleta de la justa. Solo él, los peloteros y varios gimnastas cosecharon medallas para la Mayor de las Antillas. Tenía 31 años.

Al regresar a La Habana, el premio fue el despido de su trabajo por parte del Ministerio de Obras Públicas, según consta en el libro del colega Joaquín Ortega, Cuba en los Juegos Panamericanos.

Los Juegos Olímpicos fueron su asignatura pendiente. En Helsinki 1952 no pasó de semifinales y a Melbourne 1956 no pudo asistir.

La muerte lo sorprendió el 22 de junio de 1982 y le arrebató la alegría de conducir la antorcha hacia las manos jóvenes encargadas de encender el pebetero en el inicio de los Juegos Centroamericanos de La Habana.

Su nombre quedó en la lista de los cien mejores deportistas de Cuba en el siglo XX y fue exaltado al Salón de la Fama de la Confederación Centroamericana y del Caribe de Atletismo. Fortún fue el «benjamín» de la cadena dorada que ostenta este archipiélago en la historia panamericana.

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