Una corbata de regalo para Ivanchuk en su cumpleaños. ¿Vendrá para elpróximo Memorial Capablanca? Ojalá... En Niza, la bellísima ciudad francesa asentada a orillas del mar Mediterráneo, se desarrolla por estos días un singular evento de ajedrez. Se trata del XVII Torneo Amber, donde no se juega al estilo clásico, sino en partidas rápidas y «a la ciega».
Si nos guiamos por el Elo de los participantes y su ubicación en el ranking mundial, este es el certamen más fuerte del año. Imagínense que entre todos promedian un astronómico 2752, lo cual le confiere la categoría XXI de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, por sus siglas en inglés).
La nómina la lidera el campeón mundial de la India, Viswanathan Anand (2799). Pero compiten además los rusos Vladimir Kramnik (2799) y Alexander Morozevich (2765), el búlgaro Vesselin Topalov (2780), el azerbaijano Shakhriyar Mamedyarov (2760), el húngaro Peter Leko (2753), los ucranianos Vassily Ivanchuk (2751) y Sergey Karjakin (2732), el armenio Levon Aronian (2739), el israelí Boris Gelfand (2737), el noruego Magnus Carlsen (2733) y el multicampeón de Holanda, Loek van Wely (2681).
Estos 12 «monstruos» se enfrentan en un todos contra todos. Cada día, los mismos rivales juegan dos partidas, una en cada estilo. Si en el duelo rápido el jugador A lleva las piezas blancas, entonces sale con negras en el cotejo a la ciega. Por cierto, tal y como su nombre lo sugiere, en esta última modalidad los competidores no pueden ver las fichas. Ambos se guían entonces por un ordenador, donde se refleja durante pocos segundos la notación del movimiento que acaba de realizar el oponente.
Después de cuatro jornadas, Topalov, Kramnik, Ivanchuk y Carlsen son los mejores a la ciega con 2,5 puntos, en tanto Aronian manda en las rápidas con tres unidades. El propio Aronian lidera también la clasificación combinada (sumando una y otra), con cinco rayas, las mismas que Topalov e Ivanchuk. Este último, muy querido por la afición cubana, celebró el martes su cumpleaños 39. Mírenlo en la foto junto a su esposa, pues entre col y col cabe siempre una lechuguita.