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Cercanos al padre de la alta fantasía

Con una muestra expositiva, abierta hasta el próximo 30 de septiembre en el lobby de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, y una jornada de charlas, se conmemoró el aniversario 50 del fallecimiento del escritor británico John Ronald Reuel Tolkien

Autor:

Yurisander Guevara

El pequeño John adoraba pasear por el bosque de Moseley, jugar cerca del molino de Sarehole y disfrutar de las colinas de Clent y Lickey, en la campiña británica. Allí pasó buena parte de su infancia, soñando con otros mundos y absorbiendo todo de su entorno para plasmarlo, años más tarde, en obras que pasaron a ser clásicos de la literatura moderna.

Eran los años finales del siglo XIX y los primeros del XX, y en la pequeña villa de Worcestershire —hoy forma parte de Birmingham—, se tejió la personalidad de John Ronald Reuel Tolkien, quien se convertiría en el padre de la alta fantasía.

De la mano de J.R.R. Tolkien cobraron vida obras como El hobbit y El señor de los anillos, que cautivaron a millones de personas.

Este escritor, filólogo, poeta y profesor universitario, nacido en Sudáfrica el 3 de enero de 1892 y fallecido en Reino Unido el 2 de septiembre de 1973, es hoy aclamado en todo el orbe, Cuba incluida.

Gonzalo Morán Miyares. Foto: Cortesía de Gonzalo Morán

Por eso desde el pasado fin de semana y hasta el 30 de septiembre la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNCJM) acoge en su lobby una muestra expositiva de sus libros y otras obras en torno a sus creaciones, organizada por Gonzalo Morán Miyares, un «tolkiendil» empedernido que materializó, además, la conmemoración por el aniversario 50 del fallecimiento de este genio literario.

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La sala del Teatro Hart, en la BNCJM, se repletó el pasado sábado, sobre todo de jóvenes, a quienes dio la bienvenida su director, Omar Valiño. Este apuntó que esperaba que el encuentro fuera el primero de muchos similares, para regocijo de los amantes de la literatura fantástica, que llegaron hasta allí a recordar el legado de un hombre cuyos libros han acompañado los días y las noches de muchos adolescentes y jóvenes a lo largo de décadas, tal y como destacara luego el embajador del Reino Unido en Cuba, Sir George Hollingbery.

«La obra de Tolkien permite construir mundos nuevos y un universo que vive en tu mente; es algo que se logra en relación directa con sus libros», apuntó el diplomático, quien luego ponderó la importancia de un encuentro como ese.

Hollingbery invitó, además, a participar en la 11na. edición de la Semana de la Cultura Británica en Cuba, a celebrarse a inicios de diciembre, y que estará dedicada a la literatura fantástica, con la obra de Tolkien incluida y otras más recientes, como la saga de Harry Potter. 

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Tolkien, un pacifista declarado, veterano de la Primera Guerra Mundial, reconocía el valor de la tecnología, pero no aceptaba esos cambios de buena gana. Sobre esa idea central versó la conferencia de Yoel Salazar Ponce, director del proyecto Echando Humo, dedicado a la cultura steampunk.

Salazar Ponce rememoró pasajes de la vida de Tolkien y qué aspectos de su realidad quedaron plasmados en sus obras —como las dos torres cercanas a su patio de juegos, que luego serían inmortalizadas en El señor de los anillos, según coinciden muchos, como Barad-dûr, la torre de Sauron, y Orthanc, la torre de Saruman—.

Este año se lanzó una moneda conmemorativa en Reino Unido en honor a Tolkien. Foto: Cortesía de Gonzalo Morán

Los cambios de su entorno también están muy presentes en sus obras, agregó Salazar Ponce. Transitar de la campiña inglesa a la ciudad de Birmingham, envuelta en los humos de la revolución industrial, fue un hecho que se muestra con mucha fuerza cuando vemos el entorno de Hobbiton, el apacible pueblo de los hobbits, y pasajes como la frase del personaje de Saruman quien, al impulsar la maquinaria de guerra de los orcos, asevera: «Este mundo arderá y caerá bajos los fuegos de la industria».

Además de rechazar los cambios tecnológicos, Tolkien fue un amante declarado de los árboles, y en su formación como estudiante gustaba de pertenecer a comunidades. Eso tendría igualmente un reflejo en El señor de los anillos con la Comunidad del anillo, que da vida al primer libro de la hoy icónica trilogía, explicó Salazar Ponce, entre otras muchas curiosidades sobre su vida y obra.

La velada tuvo, asimismo, un momento de humor a cargo de Jorge Bacallao Guerra, declarado «tolkiendil» y amante del género fantástico, quien animó la sala sobremanera con paralelismos entre las obras del afamado escritor y nuestra realidad actual.

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Probablemente Gonzalo Morán Miyares sea hoy el hombre que, en Cuba, cultiva con mayor pasión el seguimiento de todo lo relacionado con este autor y su obra. Desde 2007 impulsa la celebración del Día de Tolkien en el país. Y esa tenacidad lo llevó a aliarse, para bien, con la BNCJM, en aras de constituir un espacio ameno de discusión en torno a J.R.R.

Al hablar sobre los homenajes a Tolkien realizados este año, Morán Miyares presentó la moneda conmemorativa acuñada en Reino Unido, y de la cual se puede disfrutar como parte de la exposición que acoge el lobby de la BNCJM.

La moneda, de dos libras esterlinas, tiene en el reverso el monograma que el mismo Tolkien diseñó en base a sus iniciales, enmarcado por un patrón rúnico. En el anverso hay una imagen del rey Carlos III.

Asimismo, lleva grabada en su canto una frase del escritor: Not all those who wander are lost (No todos los que vagan están perdidos), perteneciente al poema titulado El acertijo de Trancos. Este poema hace referencia a Aragorn, futuro rey de Gondor, y también alude al hecho de que mucha gente que puede parecer perdida está en realidad en pleno camino a su meta, aunque ello no siempre resulte evidente, ni para quienes presencian su andar, ni para sí mismos.

«Inventar un mundo creíble que exista por completo en el reino de la fantasía requiere una imaginación poderosa —reza el sitio web de la institución acuñadora— y, en el caso de John Ronald Reuel Tolkien, un gran intelecto».

Morán Miyares compartió además mensajes en video llegados desde diferentes rincones del mundo, realizados por otros «tolkiendiles» que enviaron su apoyo a este homenaje en Cuba.

El legado de Tolkien está hoy más vivo que nunca, y su obra, es evidente, perdurará, sentenció Morán Miyares ante el auditorio. Recordé entonces aquella frase de Gandalf cuando asevera: «Descubrí que las pequeñas acciones cotidianas de la gente común son las que mantienen a raya a la oscuridad». 

Tiene razón Gonzalo Morán Miyares. Son muy sólidas las bases para seguir recordando a Tolkien. Aunque lo intenten encasillar como un escritor de ficción, él fue, antes que todo, un erudito y académico que estudió las lenguas que se hablaban en el norte de Europa hace más de mil años: el nórdico y el inglés antiguo. Fue, durante décadas, profesor de inglés antiguo en la Universidad de Oxford, la más prestigiosa de Reino Unido. Bebió igualmente del Kalevala, la recopilación de mitología finlandesa. Esa faceta académica impactó firme en sus obras y creó un ejército de seguidores que con cada lectura descubren nuevos detalles y se transportan hasta la Tierra Media para ser partícipes de múltiples aventuras.

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