Por su talento, imaginación y sensibilidad cívica, Ares ocupa un lugar cimero entre los artistas visuales de su generación. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 20/02/2023 | 07:41 pm
He descubierto la importancia cardinal del humor gráfico para el estudio de los procesos socioculturales gracias al hallazgo de la obra visual del caricaturista francés Jean Plantureaux (Plantu) durante mi investigación de posgrado. Al incluir las caricaturas de Plantu en los anexos de la tesis —junto a otras fuentes historiográficas de marcada trascendencia—, asumí casi de manera involuntaria cuánta potencialidad reflexiva, poder de sugestión y capacidad de síntesis poseía esta manifestación de las artes visuales, con presencia cada vez más sostenida en el mundo editorial, la publicidad y la academia.
Resultaba inexcusable por tanto no procurar un diálogo con Arístides Esteban Hernández Guerrero —nuestro apreciado Ares— sobre los retos de los diseñadores de prensa en un universo marcado por la omnipresencia de lo visual.
Aunque no me resultaban ajenos los hitos de su carrera como creador gráfico, sí detecté —gracias a la serendipia, palabra nunca empleada en términos más felices— la amplia presencia de Ares en medios de prensa foráneos, producto de una visita a la mediateca de la Alianza Francesa.
Con agudeza de sicoanalista y dotado de la picaresca de los ancestrales trovadores, Ares ha satisfecho mi repertorio de inquietudes. Sin ocultar su sensibilidad ciudadana y su certero sentido de problematización, nuestro colega ha compartido su perspectiva sobre los fenómenos que nos hacen sentir inquietos y a la vez afortunados de haber vivido esta época de la historia civilizatoria en la que estamos inmersos.
—¿Cómo se conjugan el arte y el periodismo en su ejercicio del humor gráfico?
—La caricatura es una expresión de las artes visuales que nació en las páginas de los periódicos, comentando los sucesos de la cotidianeidad. Cuando trabajo la caricatura me queda claro que estoy ejerciendo una labor periodística. Por eso, y por muchas razones, intento mantenerme bien informado, reviso las noticias cada día en medios muy diversos e intento expresar la visión que tengo sobre determinados acontecimientos: mi opinión personal, resultado de esas múltiples lecturas y de mi experiencia y mis convicciones.
«Pero la generación de esa opinión periodística no puedo dejar de verla también como la concepción de una obra de arte. Cuando estoy haciendo mis caricaturas estoy pensando no solo en el mensaje, sino también en su aspecto formal, en la obra física que estoy generando. En eso radica esa conjugación. Simplemente no sé hacerlo de otro modo».
—¿En qué medida su colaboración con publicaciones internacionales (Le Monde, Courrier International, Le Temps) le ha permitido rebasar la barrera idiomática dentro de la comunidad lectora?
—La relación de trabajo que he ido estableciendo durante años con numerosas publicaciones internacionales no la defino como una causa; es en realidad una consecuencia del tipo de trabajo que realizo.
«Desde los inicios de mi labor como caricaturista intenté evadir los textos y decirlo todo solo con imágenes. Con tal premisa genero un tipo de obra que puede ser entendida sin interferencias idiomáticas, y los elementos visuales que utilizo para establecer mi «diálogo» pueden ser decodificados en cualquier latitud. Es esta una de las razones que facilita la reproducción de mis trabajos en cualquier espacio interesado en ellos.
«Creo que otras aristas de mis dibujos que contribuyen a ese intercambio tienen que ver con la manera particular de abordar los temas, con mi preocupación por el sentido estético de mis caricaturas y con el hecho de que mi mirada no es desmedidamente localista. Ando siempre mirando a mi país, pero sabiendo que somos parte del resto del mundo».
—¿Cuánto le ha aportado a su profesión el estudio de la caricatura de prensa en Cuba desde las primeras décadas del siglo XIX hasta la época contemporánea, a través de exponentes como Ricardo de la Torriente, Eduardo Abela, Conrado Massager y Juan David-Posada?
—Soy curioso por naturaleza, y este interés por la historia de la caricatura en Cuba surge por una combinación del azar con esa obsesiva pretensión personal de búsqueda e investigación de cualquier índole.
«Ha sido muy provechoso para mi trabajo ese proceso de descubrimiento y redescubrimiento de muchos aspectos de esa historia, y el haberme edificado un criterio muy personal respecto a cómo ha evolucionado el género en nuestra Isla. Evidentemente, esto me ha ayudado a conocer y entender mejor muchas cosas. Me ha ayudado también a afinar el tiro en mi camino de creación personal, al beber, entre otras muchas fuentes, de esos antecedentes, defendiendo siempre mi impronta personal.
«Pienso, en definitiva, que los caricaturistas cubanos actuales seríamos nada sin toda esta historia y tradición que nos precede, y de la que ahora somos parte».
—¿Qué nivel de comunicación creativa sostiene con los diseñadores que integran la plataforma Cartooning for Peace en temáticas como la lucha contra la censura, la desigualdad social, el cambio climático o la incomunicación y la desinformación modernas?
—Cartooning for Peace (CFP) es una organización internacional de caricaturistas fundada por el ex secretario general de las Naciones Unidas Kofi Annan y el caricaturista Plantu. Agrupa a creadores de países, credos y opiniones políticas muy diferentes que participan en proyectos comunes. CFP organiza exposiciones de temas específicos, la edición de libros y numerosos eventos vinculados con importantes temas del mundo actual. Soy miembro de CFP desde hace muchos años y participo habitualmente de muchas de las actividades que desarrollan.
«Mantengo una comunicación bien fluida con todo el equipo organizativo y los colegas que forman parte de esta organización, y me causa mucho regocijo el ver muchos de mis trabajos expuestos o publicados en lugares inimaginables gracias a la labor de promoción de CFP».
—¿Cuánto representó para su carrera haber recibido en 2015 el premio Ranan Lurie de las Naciones Unidas?
—Este galardón es uno de los reconocimientos de mayor relevancia que he recibido por mi labor como caricaturista. Fungen como jurados representantes de diferentes países en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), quienes realizan una votación para seleccionar a la que consideran la mejor caricatura editorial publicada en el mundo durante el año precedente.
«Ese premio lo obtuve con una caricatura que comenta el asalto terrorista a la publicación humorística Charlie Hebdo, en París. En ese suceso fueron asesinados varios colegas de la publicación, con algunos de los cuales mantuve una relación de amistad, como Georges Wolinski (1934-2015), quien nos visitó en múltiples ocasiones y tuvo siempre una actitud solidaria con los colegas cubanos, y Charb (Stéphane Charbonnier, 1967-2015), quien era el director de Charlie Hebdo y organizó una exposición de mis trabajos en París en el año 2007. Por todo ello fue un suceso que sentí muy cercano desde el punto de vista afectivo, y que expresé en un dibujo a tinta, realizado en muy pocos minutos, que se reprodujo rápidamente en incontables publicaciones de todo el mundo».
Diseño de Ares para la portada de la publicación francesa Courrier Internacional.
—¿Cuán desafiante resulta, tanto profesional como espiritualmente, simultanear su esfuerzo creativo con los múltiples roles de conferencista, curador de exposiciones e ilustrador de obras literarias?
—Los desafíos son parte de mi labor creativa y mi manera de trabajar. Me he formado una manera de desempeñar mis labores en la que concibo varias cosas a la vez, produciendo y creando en diferentes expresiones y líneas.
«No es algo que me cree problemas, aunque algunas cosas conlleven más esfuerzo que otras. Maniobro y organizo mi tiempo para todas, van saliendo paso a paso y hay otras que nunca salen, pero de eso solo me entero yo. El desafío más importante es vivir».