La cola en Cuba Autor: Adán Iglesias Publicado: 06/02/2021 | 10:14 pm
Mi fraterno amigo Floro, luego de varios meses de pesquisas, investigación, y duro bregar con experiencias en el terreno de manera activa y pasiva, ha culminado su más reciente estudio sociocultural que ha dado como fruto un extenso volumen. Dicho ejemplar, al que ha titulado La cola en Cuba: tecnología aplicada, consta de varios capítulos, anexo, epílogo e introducción al tema.
Una extensa presencia gráfica apoyada en fotografías y caricaturas, así como disímiles tablas matemáticas y esquemas en bloque para mayor comprensión de neófitos y especialistas, redondean esta obra que podría convertirse en un best seller antes de que culmine el primer semestre del año. Sobre algunos tópicos que desarrolla Floro en su libro, ha querido comentar:
«Estimado Jape, he dedicado todo este tiempo de lamentable pandemia para enfocar mis estudios en un fenómeno que, a causa de la susodicha situación epidemiológica, y de inevitables carencias, ha proliferado con nuevos fundamentos de tipo social y científico.
En uno de mis capítulos al que he subtitulado La cola no es como ayer, hago énfasis en que el acelerado desarrollo de las comunicaciones, las ciencias aplicadas y la tecnología androide, han suplido ciertos protocolos preconcebidos en épocas anteriores. Ahora varía la apropiación del lenguaje en términos más elocuentes. O sea, son muy pocos los que marcan y anuncian la cantidad de acompañantes posibles que pueden aparecer en el trascurso de la HPCM (Hilera con Propósito de Consumo Mercantil), más conocido por la cola. La posibilidad de tener a disposición un móvil te da la oportunidad de localizar a cuanta persona disponible haya en tu lista de contactos sin un límite en número real. En muchos casos este límite tiende a más infinito cuando la oferta exponencial varía entre pollo, picadillo, detergente o papel sanitario.
«Antes de continuar, quiero aclarar que en terminologías autóctonas decir la cola es una expresión muy cubana, pues en algunos países del área del Caribe y Sudamérica referirse a la cola puede ser muy ofensivo y de mal gusto, incluso todo lo contrario, según el portador o portadora. Sobre este tema amplío información en el capítulo La buena cola, crustáceos y criollitas.
«El teléfono móvil también propicia la posibilidad de hacer colas en equipos al estilo Voleibol de playa (dos integrantes), Voleibol de sala (cinco integrantes), Béisbol (nueve), fútbol (once) y Maratón, que incluye todo el edificio o solar, el barrio, o la empresa. Esta modalidad permite llevar varias colas o HPCM (científicamente hablando) al mismo tiempo. Cada posición o fila será defendida, a capa y espada, por algún miembro del equipo. Simplemente el que está más cercano a ejercer la compra avisa al resto del team con la clave acordada, que pudiera ser esta variante: “¡Vengan para la cola del pan y la tortica, que ya me quedan dos personas!”. O esta otra, un poco más tecnicista: “¡Aborten perrito y tomate, prioricen jabón y desodorante, cambio!”».
Mi amigo Floro no ha querido dar más detalles sobre el contenido de este volumen que resulta interesante a primera vista. Es bueno decir que mi entrañable colaborador hace hincapié en que estos modos operativos, ligados a la tecnología, son realmente infalibles, que ni siquiera el viejo y reconocido estilo profiláctico del preticket puede detenerlos.
Como todos sabemos, la técnica es la técnica, y si en una cola protestas por su descarada implementación y desarrollo, pudieran llamarte HP y CM, y no es en lenguaje científico precisamente.