El Frigorífico es un tipo muy corpulento. Aunque mide más de seis pies y hasta sentado es gigantesco, no parece peligroso. Tiene un rostro tranquilo, de padre de familia. Pero las apariencias engañan. Que se haya podido saber, tiene más de cien víctimas fatales en su cuenta y por eso descuenta una larga condena en una cárcel de alta seguridad.
El silencio de el Frigorífico se rompe en esta entrevista a la que accedió para matar —fiel a su vocación de asesino—, el tiempo y el aburrimiento.
Ningún otro comentario antes de la transcripción del diálogo con el condenado revelará mejor que sus propias palabras quién es realmente el Frigorífico.
P: ¿Cómo comenzó su carrera de asesino a sueldo?
E.F.: Quería una casa grande y cambiar el carro pa’ ligar una jevita que se me estaba haciendo la difícil, y había gente que pagaba muy bien por lo que me pedían que hiciera.
P: ¿Cuánto le pagaban?
E.F.: Depende. Yo exigía una cantidad según la víctima, la época del año...
P: ¿La época? ¿Por qué la época?
E.F.: Muy sencillo: en la época en que no hay lluvia, por mucho que uno se esmere, siempre se dejan huellas. Y más si hay que arrastrarse, o si la víctima sangra mucho.
P: Ya que menciona eso... («...Matar», completa la frase con naturalidad el Frigorífico, mientras aplasta una mosca impertinente con una de sus grandes manos esposadas).
P: Sí, eso… matar. ¿Cómo mataba usted?
E.F.: Con un hierro bien afilado, bien cortante. De noche, en silencio. La noche y el silencio son muy importantes. Me acercaba despacio, sin hacer ruido y resolvía, de un solo golpe.
P: ¿Nunca sintió remordimiento?
E.F.: ¿Por qué? Jamás hubo nada personal entre mis víctimas y yo. Para mí era una manera de ganar dinero, y ganaba bastante.
P: ¿Cómo lo descubren a usted?
E.F: Por aceptar un encargo de un policía. Claro, después fue que supe que era policía. Si me entero antes no estaríamos conversando aquí ahora.
P: ¿Y por qué le dicen el Frigorífico?
E.F.: Debe ser porque después de descuartizar a mis víctimas las congelaba. Para eso me compré un frío, una nevera, que estaba echando humo. Me costó una pila, pero ponía la carne que era un hielo…
Estimados telespectadores, como habrán podido apreciar, el Frigorífico no es ningún buenazo, como parece a primera vista. Es un criminal sanguinario; un inescrupuloso, frío y despiadado asesino por encargo.
Desde la primera puñalada que le dio a una novilla propiedad de un vecino, hasta la última, que no pudo asestarle a una vaca campeona de producción de leche en una granja estatal, fue lo que vulgarmente conocemos como «matavacas», un exponente típico del hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor.
(Versión exclusiva para el ddt del programa de TV Paisaje muy conocido)