Recibí una carta que agradezco muchísimo. Firma: Orlando, así, sin apellido. La transcribo: «Profesora Celima: Siempre he leído sus apuntes (también cuando estaba en el periódico Granma), y son muy atinados. Seguro que ya le habrán dicho del error que salió en su sección el pasado martes y estoy convencido de que se habrá dado algún pellizco. Claro que usted sabe que fue Gustave Flaubert quien dijo Madame Bovary c’est moi (Madame Bovary soy yo), así que siga publicando sus interesantes notas, pues un error se le va a cualquiera. Continúe haciéndonos disfrutar de sus enseñanzas. Un lector-admirador».
No, nadie me lo había hecho notar; ni siquiera al leerlo ya publicado, me percaté del disparate. ¡Qué vergüenza! Mis ex alumnos deben haber quedado espantados: Ambos escritores estaban en nuestros programas. Expliqué sus obras año tras año. No sé cómo confundí a un autor con el otro. Fue algo imperdonable. Lo peor, Orlando, es que te confieso que si no me escribes, no me pellizco; aunque el caso requería más bien de una buena ración de soga y sebo. ¿Le echamos las culpas a un alemán que anda por ahí haciendo de las suyas? ¡Ay, sí, por favor!
La respuesta de hoyHe leído con alegría, en la sección Palabras que van y vienen, una versión del origen del nombre Aitana, que me sorprendió, pues tengo entendido que es un nombre de origen vasco. Cuando nació mi hija, en octubre de 2001, le pusimos ese nombre —que en esa fecha era muy raro en Cuba—, por una joven, sobrina de un grande y viejo amigo, vascos ambos, quienes con orgullo y cariño me enseñaron acerca de su pueblo, su cultura, su lengua y la bellísima historia de su país. En febrero de 2002, un sacerdote cubano, que había hecho sus estudios eclesiásticos en Aránzazu, Euskadi, me dijo que era un nombre vasco, muy común en ese lugar y que su significado era Gloria, aunque algunos también le habían dicho que podía entenderse como «del padre» o «de su papá» pues la palabra euskera aita significa padre, pero en la forma más entrañable de ese vocablo, algo así como papá, papaíto o papito.
He hecho alguna búsqueda rápida en Internet y en efecto, aparece el nombre, pero siempre como de origen vasco, no solo en páginas vascas, sino en páginas argentinas y de otros países. Teniendo en cuenta el proverbial aislamiento de esa cultura y el hecho de que aún es un nombre común en el país vasco, me inclino a pensar que el origen del nombre Aitana está en ese lugar. Agradecería, si usted posee más datos, me los haga llegar, pues sigue siendo una curiosidad insatisfecha, probablemente de muchos padres, pues no son pocas las cubanitas que tienen ese nombre, sobre todo desde que Moneda Dura lo popularizó en una de sus canciones.
Reciba mis saludos, Fernando Martín (papá de una Aitana).
Solamente conocía los datos que me proporcionó un amigo; ahora, los suyos. Veré qué consigo, y se lo haré saber.