Fue una experiencia enriquecedora, asegura el joven Marcos Barroso. Autor: Orlando Ocaña Gómez Publicado: 26/10/2024 | 07:58 pm
SANTIAGO DE CUBA.— El final de la tarde del lunes 21 de octubre de 2024 se escurría denso, con la severidad de los grandes momentos. Por tercera vez en tres días se intentaba el llamado arranque en negro de la central termoeléctrica (CTE) Antonio Maceo (Renté), una compleja maniobra que implicaba la puesta en funcionamiento desde cero, sin energía propia, alimentada por un tercero, de una de sus unidades de generación.
Los más experimentados, como los ingenieros Jesús Aguilar, director general de la CTE, y Alexis Quintana, jefe de producción en funciones, ambos con más de 25 años de trabajo y vivencias de todo tipo aquí, eran conscientes del rigor técnico del proceso, que habían estrenado en la planta en otro octubre doloroso, tras el azote del huracán Sandy.
Doce años después, la caída del Sistema Electroenergético Nacional (SEN), al mediodía del viernes 18 de octubre, los ponía de nuevo ante el desafío, y toda la pericia y entrega de los especialistas y técnicos de Renté, los consagrados y los noveles, se ponían en función de vencerlo.
En un arranque no programado en ninguna norma de operación como este, eran inevitables las complicaciones. El encendido de las calderas, relata Alexis Quintana, fue uno de los grandes problemas. «Trabajamos con crudo nacional que necesita 150 grados para prender y teníamos solo 30; tuvimos que ingeniárnosla para calentar el combustible, prender la caldera con un mechero, como en los años 60 o 70».
Conseguido el vapor necesario para generar, acotó el especialista, se iniciaba una tarea de precisión: ir colegiando paso a paso, en estrecha comunicación con el Despacho Provincial y en dependencia de la carga servida, e ir incorporando equipos hasta conseguir los parámetros requeridos para la sincronización.
Todo aquel riguroso protocolo había sido cumplido en la tarde noche del lunes 21. La sala de control del bloque tres anunciaba que se habían conseguido los parámetros para sincronizar y aquella imagen avivaba las miradas de rostros cansados y expectantes, entre los que se encontraban los de las máximas autoridades del Partido y el Gobierno en Santiago de Cuba, quienes durante la dura contingencia fueron asiduos en la central.
La alegría empezaba a fluir desde Renté, mientras se iniciaban las manipulaciones eléctricas con el Despacho Santiago y el nacional, cuando una caída de frecuencia provocó de nuevo la desconexión total de la planta y llevó a cero el esfuerzo.
No bastó el puño cerrado y hasta alguna que otra palabrota para retratar las emociones del momento. Cuentan que hubo lágrimas en los rostros de aquellos hombres y mujeres corajudos, comprometidos con su misión.
Sabían que aquel nuevo disparo del sistema acribillaba por tercera vez la esperanza de los más de 168 000 clientes santiagueros, ansiosos de que la CTE se convirtiera en el corazón del microsistema local y les aportara al menos unas horas de corriente, tras días de apagón total.
Fueron horas difíciles, repiten todos, pero el desánimo no pudo más que la voluntad.
Lidia tenaz
A media mañana del 18 de octubre, cuando una avería en la Guiteras condujo a la desconexión total del SEN, la unidad seis de la Antonio Maceo se mantenía en línea y los especialistas santiagueros alistaban el arranque de la unidad tres, tras 48 horas de mantenimiento en las que habían realizado 90 acciones de mantenimiento para incrementar su potencia.
Unas 15 horas después del colapso del SEN, la central santiaguera consiguió su primera sincronización y se mantuvo generando 40 MW hasta el amanecer del sábado cuando un fallo tecnológico le impidió seguir.
En lo adelante, cada caída fue acicate para continuar intentándolo. Sabían que miles de personas esperaban por la luz para satisfacer sus necesidades, y eso les llevaba a empezar todo de cero una y otra vez con más empeño.
Así fue hasta que, a las 00:02 minutos de la madrugada del miércoles 23 de octubre consiguieron poner en línea el bloque seis y un rato después, a las 5:30 de la mañana, sincronizar la unidad tres, las que se mantiene generando de manera estable, la tres con 72 MW y la seis con 50 MW.
«Lo hicimos y lo vamos a seguirlo haciendo, de eso que no le quepa dudas a nadie. Nos queda la satisfacción de poder aportar a la generación del país y al bienestar del pueblo», afirma Ricardo Rodríguez Poll, jefe de turno, con toda la autoridad que le dan sus 47 años de servicio en Renté, quien define lo vivido en estos días como un momento excepcional de tensión extrema.
La generación en venas jóvenes
«Fueron momentos tensos, pero jamás nos rendimos, dimos lo mejor de nosotros en largas horas de trabajo continuo, no paramos, la unidad salía, entraba, pero seguíamos ahí, echando para adelante». Así los describe Marcos Barroso, de 28 años, operador de control de unidad de la CTE y jefe de brigada, quien aún cuando su turno de trabajo terminó pidió permiso a la dirección para quedarse en la planta.
«Estar lejos de la familia en esa situación todo ese tiempo fue duro», afirma el muchacho, pero estaba convencido de que esa sería una experiencia única en los cinco años que llevo aquí y que mucho iba a contribuir a mi formación como ingeniero mecánico.
«Y así fue, por la vivencia de un proceso complejo, que no siempre se da, y porque pude apreciar la preparación y responsabilidad de nuestros especialistas y dirigentes junto a los trabajadores, colegiando entre todos las decisiones y asegurando cada paso. Fue una experiencia contundente y muy enriquecedora», asegura.
Tras más de 80 horas de esfuerzo, Leissiam Pérez se mantenía en Renté, monitoreando los parámetros químicos del proceso. Fotos: Orlando Ocaña Gómez
Leissiam Pérez Alonso, especialista en ensayos físico-químicos y mecánicos de Renté, es otro de los noveles que durante todo el tiempo se mantuvo en la planta, cumpliendo con sus funciones para el estricto control y monitoreo químico del ciclo agua vapor, aún en esas difíciles condiciones.
Estuvo 82 horas y 45 minutos durante la contingencia, y luego de la sincronización, aún se mantenía allí, realizando las verificaciones que garanticen la generación con eficiencia y confiabilidad de los bloques. En el propio centro fue el primero en extender su brazo para donar sangre, como una veintena de sus compañeros, para los afectados por el huracán Oscar en la vecina provincia de Guantánamo.
Es un apasionado de la Química y se forma como ingeniero en esa especialidad en la Universidad de Oriente, y asegura que adonde vaya llevará las vivencias de estas horas de entrega, donde ha crecido como hombre y profesional.
Es ese compromiso y sentido de pertenencia el que lleva al ingeniero Jesús Aguilar Hernández, director general de Renté, a aseverar que la respuesta de su colectivo es una muestra de los valores formados entre los trabajadores de la industria eléctrica, un gremio en el cual el sacrificio, la voluntad y responsabilidad social pueden lograr cualquier proeza, a pesar de carencias o dificultades tecnológicas.
El restablecimiento del SEN y la dura porfía en Renté en pos de la luz, recalca, «es el éxito de un país entero volcado a recuperar la energía, y en nuestro caso, también la confirmación de nuestra divisa de trabajo: sacar fortalezas de las debilidades e irle arriba a los problemas, dispuestos a solucionarlos».
Lo vivido, enfatiza el director general de Renté, también ilustra cómo trabajar con los nuevos, que es aquí una prioridad, da sus frutos, no solo en la formación de profesionales competentes y responsables, la orientación vocacional a estudiantes del IPVCE o la atención a 40 alumnos de politécnicos, sino como forja de especialistas que llevan en venas la producción de energía.
De tales tintes está hecha esta historia, en la que luego de 80 horas de trabajo ininterrumpido, con el extra de experimentados y noveles, tras un oscuro arranque se hizo la luz en Renté, para orgullo de Santiago y Cuba toda.