Aún cuando la tormenta destruyó varios nidos de tortugas, el equipo de gestión toma medidas para garantizar la reproducción. Autor: Cortesía de la fuente Publicado: 02/10/2023 | 09:17 pm
PINAR DEL RÍO.— Varias son las preocupaciones que invaden a los especialistas del Parque Nacional Guanahacabibes tras el paso de la tormenta tropical Idalia, el 28 de agosto pasado, cuando los vientos y las olas provocaron penetraciones del mar en zonas bajas del litoral.
Una valoración preliminar de la huella de este evento hidrometeorológico en los principales ecosistemas, hábitats y sitios relevantes, apunta a que el impacto de mayor envergadura es en los nidos de tortugas.
Lázaro Márquez Llauger, director del Parque, recogió en un informe detallado las impresiones de los especialistas Lázaro Márquez Govea y Alejandro Camejo Vergara, quienes junto a él recorrieron el área en los días siguientes al paso de la tormenta.
Según destacan, el oleaje intenso alcanzó los sitios de anidación de tortugas marinas en todas las playas del litoral sur, donde cientos de nidos ubicados en la primera línea de playa pueden haber sufrido daños irreversibles.
Este es un dato a confirmar mediante una inspección más pormenorizada, señalan, que incluye un análisis detallado de cada anidación. «En playa Antonio, por ejemplo, se encontraron 62 tortuguitas muertas como resultado del impacto repentino del oleaje sobre el área».
Precisamente este año el programa de monitoreo y protección de esas especies de reptiles marinos cumple 25 años, y en la temporada se comprueba una cifra considerable de tortugas que han llegado a anidar en las costas de Guanahacabibes.
Explican los especialistas que «ahora corresponde puntualizar con mayor detalle los daños y adoptar las medidas para que los nidos salvados puedan evolucionar sin otros contratiempos hasta la reproducción. Se reforzarán las acciones de protección para asegurar que las tortugas sigan anidando durante lo que resta de temporada».
La exploración evidenció, además, árboles derribados y caída masiva de flores y frutos. Las penetraciones del mar dejaron como saldo «el arrastre y la acumulación de arena, corales muertos, piedras y basura oceánica en el interior de la vegetación costera».
Los especialistas documentaron también los daños a la infraestructura del área protegida. En imagen, la pasarela derribada de Caleta Larga. Foto: Cortesía del Parque Nacional de Guanacabibes.
De igual forma, aseguran, «las playas arenosas recibieron los daños más relevantes, expresados en la disminución del espesor de arena y la ampliación de la franja arenosa por pérdida de la vegetación nativa, la cual fue severamente afectada y en algunos sitios totalmente eliminada, sobre todo las especies nativas incienso de costa y yanilla de playa».
Detectaron también efectos de erosión por remoción de arena desde la berma hacia la pendiente submarina. «En playa Antonio se pudo documentar que el espesor de arena disminuyó unos 25 centímetros como promedio. Las penetraciones del mar se extendieron hasta la posplaya y casi hasta la duna en varios puntos medidos: 80 metros en Perjuicio, 35 en Antonio, 60 en La Barca, 54 en El Holandés y 27 en Caleta del Piojo».
El oleaje a causa de los vientos provocó el desplazamiento, unos 20 metros hacia el interior de la playa, de los restos de un motovelero que encalló en La Barca en junio de 2020.
El equipo de gestión del área protegida se encuentra en condiciones de evaluar con precisión los daños y proyectar las acciones de recuperación a ejecutar en lo adelante.
La naturaleza de Guanahacabibes, bajo manejo efectivo, desplegará su capacidad sanadora, así lo aseguran sus trabajadores. «La biodiversidad del sitio es resiliente y los eventos meteorológicos extremos son parte de la dinámica natural», concluyeron los especialistas.