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Con una exhortación a «los soldados de la belleza» para que expusieran sus diferentes realidades, en busca de soluciones concretas a sus condiciones de trabajo y formación, el ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau, sostuvo recientemente un diálogo franco con instructores de arte de la capital, en el Pabellón Cuba.
El encuentro sirvió para tomarle el pulso al trabajo cultural en las comunidades y la atención al movimiento de artistas aficionados. Pero sin duda, los participantes coincidieron en el papel fundamental del instructor de arte como agente de cambio en el terreno local, al igual que en las deficiencias presentes en su labor.
«Pareciera que muchos instructores aún no entienden el trabajo que les toca. Tenemos que estar en las comunidades, insertarnos en las escuelas y para eso la superación constante es fundamental», reconoció Yoanet Torriente, presidenta provincial de la Brigada José Martí, cuyo núcleo agrupa a 714 brigadistas, de los cuales 574 están ubicados en centros escolares de todos los niveles de enseñanza.
Sobre el trabajo con los centros estudiantiles, los instructores contaron sus experiencias y explicaron las los obstáculos presentes en el trabajo en esas entidades, que van desde la falta de apoyo de algunos directores de escuela, hasta la desatención de algunas casas de cultura, fruto de la escases de recursos y el déficit de personal.
La ausencia de especialistas en algunas manifestaciones artísticas, sumada a la falta de sistematicidad en las reuniones del grupo coordinador de cada territorio, fueron situaciones narradas por Jailin Aguilera, subdirectora de la casa de cultura Justo Vega de Arroyo Naranjo, a las cuales se sumaron otros compañeros.
También hubo espacio para compartir buenas prácticas en el trabajo formativo, pues al decir de Humberto Monteagudo, instructor en el municipio Plaza de la Revolución, «han sido muy fructíferos los talleres de distintas manifestaciones artísticas, vía WhatsApp, algo que pensamos mantener después de la pandemia, porque permite llegar en todos los momentos y a casi todos los públicos».
Al final del encuentro, Alpidio Alonso agradeció la sinceridad de sus interlocutores y destacó la necesidad de hacer más efectiva la incidencia de los instructores de arte en la comunidad, pues «si no está presente la cultura, el diagnóstico y la transformación de los problemas locales estaría incompleta».
