Jóvenes de distintos sectores opinan sobre el papel que le toca al Partido como fuerza política dirigente superior de la sociedad y el Estado Autor: LAZ Publicado: 16/02/2019 | 11:36 pm
Yosnel Núñez Jiménez no se diferencia mucho de cualquier joven de hoy. Es delgado, casi pelado al rape y con una mota que le cae a un costado de la frente. Llegó agitado, ante el aviso de que lo buscaban para una entrevista. Y no era para menos. Yosnel, profesor en el preuniversitario Ernesto Guevara de la Serna, en la ciudad de Ciego de Ávila, no está acostumbrado a las entrevistas.
Pero, este joven de 33 años tiene mucho que decir sobre el papel que le toca al Partido Comunista de Cuba (PCC) como fuerza política dirigente superior de la sociedad y el Estado, y a la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) como organización de vanguardia de la juventud cubana, según destaca la nueva Carta Magna en sus artículos 5 y 6.
Profesor de Biología, cuando asumió la dirección del Comité de la Juventud en su centro, la nómina era solo de 20 militantes. Hoy cuentan con 615. «Hay que trabajar mucho, sacrificarse», confiesa. Y ante la pregunta de si le parece correcto que el Partido aparezca en la nueva Carta Magna como fuerza rectora de la sociedad, Yosnel dice: «Mi respuesta es muy sencilla y concreta, y se reduce a una palabra: Sí».
La historia enseña
¿Por qué el Partido y la Juventud deben tener el reconocimiento constitucional descrito anteriormente? ¿Qué desafíos implica ese voto de confianza de la nación expresado en su Ley de leyes? Con esas interrogantes Juventud Rebelde se acercó a un grupo de jóvenes, pertenecientes a distintos sectores y provincias del país.
Lisandra Rangel Balseiro, de 29 años y comunicadora institucional de la Asamblea Provincial del Poder Popular, refirió que tener un único Partido es la garantía de que en un solo liderazgo podamos tener bien claras las decisiones que deben adoptarse y se puedan planificar más eficazmente las acciones para cumplir los objetivos que nos proponemos: «Desde el Artículo 5 los cubanos tienen la oportunidad de ser ciudadanos dentro de una Revolución que ellos mismos están creando».
Los encuestados coincidieron en que despojar al Partido de su papel rector implicaría renunciar a la Revolución, y a las aspiraciones y valores que se han construido durante seis décadas. Naveira Carreño, secretario del Comité UJC de la Universidad de Matanzas, enfatizó en que el Artículo 5 responde a condiciones históricas vividas por Cuba, en las que la unidad se ha forjado en torno a un solo Partido y eso es lo que nos ha permitido al triunfo; desde Martí hasta Fidel ha sido un principio en las luchas del pueblo cubano por la independencia.
«Como joven es una aspiración ser militante del Partido, y pertenecemos a la UJC porque esa organización nos forma, nos prepara y educa para desempeñarnos como futuros militantes de la vanguardia organizada de la nación y contribuir a que nuestra sociedad alcance resultados superiores», expresó.
Precisamente la historia y los duros desafíos que ha debido enfrentar el pueblo cubano desde sus mismos orígenes fueron elementos en los cuales se detuvieron los jóvenes para examinar la necesidad de que se refrende en la Constitución el papel que tienen en nuestra sociedad cada una de las organizaciones.
Maipú Iguanzo Hernández, quien pertenece al sindicato de los trabajadores del sector del Comercio en Pinar del Río, se refirió a cómo los cubanos se unieron primero en el Partido Revolucionario Cubano, fundado por Martí, luego en el primer partido marxista-leninista, fundado por Julio Antonio Mella y Carlos Baliño, y por último en el Partido Comunista de Cuba, que surgió con la Revolución después de un amplio proceso unificador de varias organizaciones.
Abel Duniesky Valenzuela Vizcaíno, profesor de Historia de la secundaria Generación del Centenario, ahondó en que la importancia de que exista un único partido tiene sus raíces en el pasado nacional. «La historia ha demostrado que la falta de unidad fue la fuente del revés en muchos intentos antes de 1959 por lograr nuestra soberanía.
«Esa fue, por ejemplo, la experiencia de la Guerra de los Diez Años, y el mismo Martí llegó a la conclusión de que la vía para lograr esa unidad era la creación de una organización política capaz de aunar a todos los cubanos.
«La pluralidad de partidos no es sinónimo de democracia; nosotros contamos con un partido único, martiano, marxista y leninista, y en la nueva Carta Magna se ratifica también como fidelista. Y este tiene como objetivo organizar y dirigir los esfuerzos de todos por mantener a Cuba libre, soberana y próspera».
El principal apoyo
Pero ese reconocimiento constitucional implica encargos. Los encuestados refirieron que tanto el PCC como la UJC tienen ante sí el desafío de mantener la unidad y conducir el país en la complejidad de los nuevos tiempos, en medio del imperativo de relanzar la economía cubana. Todos coincidieron en que ese papel se garantizará a través de la ética y la unión de ambas organizaciones con el pueblo.
«Estas organizaciones siempre han mantenido entre sus principios y líneas los valores éticos de sus militantes y dirigentes —expresaron Maipú Iguanzo Hernández y Yusimí García Castellano, jefa del departamento Informativo de Radio Guamá, en Pinar del Río—, y añadieron: «Las personas que los integren deben ser ejemplo».
Yasmany Borrego Rodríguez, secretario del comité de base de la UJC en el Grupo Empresarial de Transporte Pinar del Río, coincide con Maipú y Yusimí en la necesidad de que las personas que integren ambas organizaciones sean ciudadanos íntegros, con valores éticos y morales que demuestren en sus centros de trabajo o de estudio y en su entorno.
Yosnel Núñez, por su parte, señala que una de las bases de esa responsabilidad constitucional implica mantener un nexo estrecho con la población. En el caso de la UJC, expresa que tiene que desarrollar políticas que tengan en cuenta a los militantes y a los no militantes.
«Eso solo puede hacerse con dirigentes bien preparados y con sensibilidad, que alcancen su protagonismo con acciones concretas, que no se queden en el decir», añade.
En el caso del Partido, Yosnel recuerda que esa organización es la columna vertebral de la sociedad. Y apunta: «El peligro se encuentra, precisamente, en que los dirigentes puedan distanciarse del pueblo y que la población deje de creer. Eso no puede pasar.
«Una prueba de la confianza de la población en el Partido se aprecia cuando un ciudadano tiene un problema, pasa por distintos niveles, sin que tenga solución y entonces ese espacio de justicia lo visibiliza en el Partido.
«El Partido debe hacer que prevalezcan la justicia y lo más bello dentro de nuestra sociedad. Por eso debe estar en la Constitución; es como sembrar una semilla. Como se ve, la que tiene es una tarea muy delicada, difícil, pero de alta responsabilidad y hermosa. Y vale la pena luchar por ella», concluye.