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¡Bravo por El Abra!

Aunque no todo está bien, el complejo recreativo El Abra, en la Isla de la Juventud, destaca como uno de los destinos elegidos por lugareños y visitantes para el ocio en familia

Autor:

Roberto Díaz Martorell

NUEVA GERONA, Isla de la Juventud.— El complejo recreativo El Abra, localizado a cuatro kilómetros de su ciudad cabecera entre el lomerío de igual nombre y un espejo de agua, destaca como uno de los destinos elegidos por lugareños y visitantes para el ocio en familia.

Hasta ese paraje agreste llegó Juventud Rebelde para conocer por qué en los últimos años sus opciones de esparcimiento y gastronómicas se mantienen en la preferencia.

«Este lugar tiene magia para atender a la familia, amigos, colegas de trabajo. El entorno envuelve en un aire de frescura, de calor humano, de tranquilidad y de ocio sano, es perfecto, una invitación a compartir en colectivo o en pareja», refiere Anisley Ferrer Balar, una de sus visitantes el día de nuestra visita.

Durante las cerca de tres horas en la instalación estos reporteros constataron cómo los interesados se agenciaron alternativas de transporte para acceder al entorno natural, cuyo éxito radica en la variedad de platos elaborados a la orden, servidos 45 minutos después y trato exquisito.

«A disposición del cliente está el salón principal o restaurante con capacidad para 60 personas, donde se oferta comida criolla y una variedad de coctelería a partir de bebidas de producción nacional y foránea», comenta Jorge Luis Más Peña, administrador de la instalación.

Precisa que La Estancia y La Acacia, son parrilladas donde se expenden alimentos elaborados al carbón acompañados de vinos y cervezas, opciones para quienes vienen con poco tiempo, o llegan a bañarse en la presa y no desean subir al restaurante.

«Contamos también con el bar El Puente, concebido para los bañistas, allí ofertamos entremés, quesos y bebidas, y el bar-restaurante solo sirve a los consumidores del salón principal», acota.

Más Peña apunta que los distingue la calidad de las ofertas y elaboración de los alimentos, máxima traducida a la postre en mayor concurrencia de clientes, quienes -a pesar de la distancia- llegan a pasar un día diferente.

UNA OPCIÓN PERMANENTE

«Nos preparamos para atender a todos los clientes como se merecen, ellos son nuestra razón de ser y el propósito es que la familia -segmento de mercado de ese destino- además de consumir, pase un día agradable y se quede con deseos de regresar, por eso nos esmeramos a fin de ofrecer una feliz estancia a quien nos visite, destaca el administrador.

«Venimos con frecuencia a El Abra, aquí la atención siempre es muy buena, los niños la pasan bien, tienen diferentes opciones para disfrutar, se divierten y la calidad de la comida es excelente», dice dispuesta Blanca Quintero, una de las habituales.

Más Peña comenta que además «se activa el parque para actividades náuticas, opcional que la Marina Marlin ofrece a quienes prefieran pasear a bordo de botes, kayaks, catamaranes veleros y bicicletas acuáticas y aunque los precios son en CUC, goza de aceptación».

NO TODO ESTÁ BIEN

El administrativo declara que constantemente se comunican con la empresa para que asuman el suministro de mercancías a falta de un transporte propio destinado al abasto de recursos, una de las dificultades más latentes para cumplir el encargo social de ese establecimiento.

«Aunque en los últimos tiempos se aprecia una mejoría, gracias a la gestión de la actual subdirectora de la técnica, tenemos problemas con los abastecimientos de cárnicos, nuestras ofertas son a base de cerdo y la empresa no lo está recibiendo porque en el territorio no se cumple la entrega de carne porcina a la industria, solamente ofrecemos pollo asado en las parrilladas», dice.

La carencia de cerveza enlatada y la poca disponibilidad de la embotellada, figuran también entre los escollos que deben sortear los trabajadores de El Abra para mantener la calidad del servicio que ofrecen a sus clientes.

TRAS BAMBALINAS

El recorrido por la instalación permite a los reporteros conocer lo que se esconde tras «bambalinas». Así hallaron a Carlos Rodríguez Escalona, quien interrumpe por unos minutos su labor, para comentar cuanto disfruta observar a los clientes admirando los jardines, cuyas áreas repasa todos los días para mantenerlos bellos.

En ese andar Indira Carrillo Rosa, cantinera, una de las veteranas de la unidad, no oculta el orgullo que tiene al trabajar en una instalación preferida por el pueblo, donde tras el ambiente familiar del colectivo y la calidad del servicio, están la exigencia y el control como divisa.

«Me siento muy orgulloso de ser un obrero más en El Abra, por la cantidad de comensales que recibimos todos los días, oigan…, si nos eligen es porque les gusta nuestra sazón», manifiesta con desenfado el cocinero Salvador Gil Sardiña.

POR QUÉ EL ABRA

Es común encontrar a las personas en grupos sobre las áreas verdes, a bordo de las embarcaciones de la Marlin, tras una instantánea a pavorreales azules y albinos que lucen su plumaje por los jardines. «Muchos de nuestros visitantes los ven por vez primera. Les pido cuidarlos», acotó Más Peña.

«Todo el mundo habla muy bien de El Abra, vinimos a probar y hasta ahora la atención ha sido bastante buena», expresó Alberto Durán mientras le servían su bebida de preferencia. Y es que en este sito no se nota el paso del tiempo, el ir y venir de clientes y trabajadores, siempre sonrientes los primeros y los segundos atentos para dar un servicio de excelencia, lo demuestra.

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