En apenas unos días, se extrajeron casi todos los escombros del puente provisional. Autor: Haydée León Moya Publicado: 04/09/2018 | 08:20 pm
BARACOA, Guantánamo.— Turbias y no muy apacibles corrían las aguas del Toa al filo del mediodía del jueves 30 de agosto, y muy poco quedaba de aquella enorme cantidad de escombros que cuatro días antes reposaban en el cauce del rio.
Los desechos eran resultado, en opinión de autoridades del lugar, de la incorrecta demolición de un paso a nivel construido provisionalmente, luego de que una avenida de esa corriente fluvial, hiciera sucumbir el puente sobre el río más caudaloso de Cuba, y que una vez terminada la nueva pasarela resultó innecesario mantenerlo.
Una acción que fue denunciada en estas mismas páginas (Después no le echen la culpa al río, domingo 26 de agosto) porque, según el especialista municipal del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) de esa localidad, cernían varios peligros sobre el río y su entorno, al tiempo que se destruían elementos de la construcción que podían utilizarse en otras obras.
Quien no se duerme, no se lo lleva la corriente, ¿o sí?
¿Y aquí qué pasó, el río arrastró los escombros?, le pregunto a Ramón Rodríguez Borges, al frente del grupo que ejecuta la mencionada demolición, mientras ante mí las aguas del Toa corrían fuerte y prácticamente sin barreras.
«No, qué va, esta crecida nos cogió limpio de escombros. El lunes 27 estaba todo como lo ves. Ahora estamos esperando que baje un poco para seguir en la tarea», asegura el experimentado constructor de 68 años de edad.
Le recuerdo al viejo Ramón las imágenes publicadas en el reportaje de marras, que muestran los restos de hormigón y rocas ocupando un largo trecho de un lado a otro de la corriente.
Él me señala una especie de islita de piedras afincada en el cauce y casi pegada a unas de las riberas del importante río, que forma parte de la Reserva de la Biosfera Cuchillas del Toa, y afirma:
«Trabajamos duro en las últimas horas, con todos los hierros al pie del río. En un día de trabajo se va lo que queda: unos cuantos cajones de hormigón (de cuatro metros por los cuatro costados) y un poco de tierra.
El Máster Ricardo Suárez Bustamante, especialista Municipal del Citma, quien me acompaña en este retorno periodístico al lugar y a los hechos, comenta sobre lo que considera una respuesta impresionante, 24 horas después de la mencionada publicación. «A las seis de la tarde del lunes 27 observé aquí un cambio rotundo», asegura.
Camino con Ramón por entre restos de hormigón, mientras él recuerda que con anterioridad tuvieron muchas paradas por las lluvias, y porque «el hormigón era más duro de lo que pensábamos», acota.
El joven técnico en construcción civil, Santiago Quintero Osorio, director de la Unidad Básica número 4 del Ministerio de la Construcción en Baracoa, cuyas polémicas declaraciones en el mencionado trabajo periodístico generaron decenas de comentarios de lectores de Juventud Rebelde y múltiples opiniones enviadas por correo electrónico a la dirección de este medio de prensa y a esta reportera, se interesa en aclarar algunos puntos.
«Tuvimos que cambiar la estrategia. Demoler por tramos no permitía avanzar, y dificultaba el movimiento de los equipos que rompían y los de evacuación y acarreo. Por eso la decisión fue romper primero toda la parte dura (hormigón armado) y posteriormente sacar los escombros para proceder, con el vial limpio, al desmontaje de los tubos, las cajas y el resto del material».
Los esclarece, y agrega elementos reveladores de que el Toa dio señales de lo que puede arrastrar aunque no crezca como cuando el huracán Matthew, y que si de derroche de irregularidades —y de dinero— se trata, abundó bastante durante la demolición de ese provisional paso a nivel y mucho antes.
«No contábamos con el martillo para la retroexcavadora cuando debíamos iniciar las labores. Luego apareció uno en una dependencia de la Industria de Materiales de la Construcción, porque mi unidad tiene dos, pero rotos.
«Esta construcción que demolemos fue la cuarta que se edificó en el mismo lugar. En tres ocasiones el río se lo llevó casi terminado. Tuvimos que hacerlo bien fuerte», aseveró Santiago Quintero.
Y una se pregunta si toda la culpa, en esas ocasiones y con tal falta de aseguramientos, también la tuvo el río.
Al pie de un promontorio de cajones rotos, Quintero Osorio explica que se destruyeron varios de esos componentes «porque fueron sellados con el mismo material que los conforma, y al extraerlos sabíamos que se romperían», dijo. Sin precisar cifra, agrega que algunos los podrán reconstruir, pero otros, de ninguna manera.
A reparar en la suerte de decenas de esas arcas de hormigón que no se quebraron, pero permanecen desde hace poco más de un mes en los alrededores del río, el directivo considera que «tendría que venir un huracán como el Matthew para que se los lleve, pues «pesan dos toneladas», precisa.
Cualquiera cuestionaría si con tantas evidencias repentinas de lo que la naturaleza le está cobrando al hombre por destruirla, ello no pudiera ocurrir. Como también pudiera suceder que cuando decidan resguardarlos ya no existan o estén como los que no se pudieron recuperar porque alguien que se crea con derecho a hacerlo, le extraiga, por ejemplo, el acero recubierto con hormigón.
Sanear todo, ¿cuándo?
En la Licencia Ambiental otorgada por el Citma para la edificación de un nuevo puente para resolver la incomunicación de la Ciudad Primada, con varios de sus consejos populares y el colindante municipio holguinero de Moa, se especifica que una vez concluido el viaducto había que sanear toda el área. Y ello, según el especialista del Citma, incluye retirar los restos del puente derribado, como dijimos anteriormente.
Al volver al lugar, indagando qué respuesta hubo o habrá con esa prolongada presencia, denunciada en Después no le echen… de nuevo nos reciben allí varias de esas piezas reteniendo suciedades a su alrededor.
El Director de la Unidad Básica número 4 del Ministerio de la Construcción en Baracoa, que debe asumir esa labor, se voltea al especialista municipal del Citma. Busca, tal vez, una respuesta más acertada.
El experto en cuestiones medioambientales asegura que debe promoverse sin demora un nuevo estudio de impacto ambiental, como corresponde en este caso y, en coordinación con organismos que, como la Construcción, Recursos Hidráulicos, el Ministerio de Energía y Minas, el Instituto de Planificación Física, por mencionar algunos, tienen que ver con el asunto.
«Hay que revaluar, si es más conveniente retirarlos que dejarlos donde están», opina.
«Lo que nunca deberán prevalecer en esa valoración, son los criterios economicistas o facilistas, porque si bien será una tarea costosa y difícil, más caro y complejo puede resultar proceder incorrectamente», advierte Bustamante.
Se refiere el estudioso, y en eso coincide el directivo baracoense de la Construcción, —aunque se adelanta y opina que retirarlos resultará un remedio peor que la enfermedad—, a que exista la necesidad de ejecutar un vial desde una de las riberas del río hasta su centro, donde subsisten afincados varios pilotes y losas, para poder maniobrar el equipamiento pesado en el cauce, con los peligros de derrame de combustibles y otras agresiones en esa gran reserva cubana de agua dulce.
¿Y considera usted que es muy difícil, que no pueda ocurrir eso con prontitud? ¿No cree que debía estar ya esa evaluación de impacto?, inquiero al especialista.
«No es difícil, y sí, me parece que a estas alturas pudiéramos estar más adelantados», responde.
¿Quién es la autoridad?
No siempre la jerarquía se aparenta con la autoridad. Lo digo porque el director general de la Empresa Constructora Integral (ECI) de Guantánamo, Yusyf Borot Jiménez, en carta-respuesta enviada a la dirección de este diario, sugiere que, y cito, «se contacte directamente con los principales responsables: constructores e inversionistas en todo momento, para que podamos evacuar cualquier duda…».
Y me vuelvo a preguntar si no son responsables principales de lo que hacen o deshacen, los máximo directivos de una empresa o institución en un municipio, como es el caso de los entrevistados en Después no le echen…
¿O no será que les falta la luz para dar una respuesta acertada, o no reciben la información que deben ofrecerles o exigirles sus superiores?
Esta idea de que la fuente confiable está más arriba de quienes ejecutan directamente o están todo el tiempo dirigiendo a pie de la obra, en la práctica periodística a lo único que conlleva es a retardar o bloquear el acceso a la información, sobre todo cuando las cosas no marchan bien y es preciso denunciarlas.
Aclara el funcionario que «no se ha demolido todo de un viaje —como ilustra la propia foto de prensa—, solo la capa de hormigón armado que oscila entre los 20 y 30 centímetros de espesor».
Pero ese es el punto que alarmó a los especialistas entrevistados: casi de una punta a otra estaba llena la pasarela de escombros, lo levantaron todo durante varias jornadas y allí permanecían más de 200 metros de hormigón en medio del río, que podían ser arrastrados fácilmente por el Toa.
En su misiva, el máximo representante del Ministerio de la Construcción en Guantánamo asegura que en la actualidad, a pesar de trabajar ininterrumpidamente en jornadas que incluyen sábados y domingos, «se han visto afectadas por limitación de portadores energéticos en el municipio, lo cual redunda en que no hayamos sido todo lo ágiles que se requiere», reitera.
«Somos de la opinión que una vez concluida la labor, no quedará nada que pueda evaluarse como una amenaza para el medio ambiente, por lo que consideramos que se han apresurado en evaluar los resultados de un trabajo que se comenzó y que aún no se ha concluido», agrega el director de la ECI Guantánamo, arquitecto de profesión.
Su opinión al respecto, como la mía, no es especializada, por eso este diario contactó al experto en ese asunto. Pero, como se sabe, los resultados de la agresión al medio ambiente no siempre son inmediatos.
En nuestro andar de abajo hacia arriba contactando fuentes, procuramos y sorprendimos con nuestra llegada al Gobierno local de Baracoa, al vicepresidente del Consejo de la Administración que atiende las inversiones. Pero en el breve intercambio solo llegamos a saber que la semana pasada comenzó a chequear lunes y jueves las labores de demolición y que «hay que buscar dónde ubicar ahora todos esos cajones de hormigón».
Pero lo realmente revelador en el caso de este entrevistado fue su declaración de no haber leído el reportaje que abordó críticamente el proceder de un área que le corresponde atender.
En tiempos en que se habla de implementar la Política de Comunicación del Estado y el Gobierno, ya aprobada, prácticas como esa debieran ser empujadas, no al río, porque se puede contaminar, sino al olvido. De lo contrario, los desaciertos que reveló Después no le echen… seguirán haciendo de las suyas.