Uno de los «secretos» del CRCN es el trabajo de los anestesiólogos con una segunda opinión para garantizar el ciento por ciento de supervivencia. Autor: Cortesía del CRCN Publicado: 30/03/2018 | 07:07 pm
HOLGUÍN.— Después del susto y la separación obligada, Arlenis Acosta arrulla a su bebita a pocos centímetros de la incubadora, rodeada del personal médico y de servicio de la sala de Neonatología del Hospital Pediátrico Octavio de la Concepción y de la Pedraja.
Al calor de los brazos de su madre y con solo 33 días de nacida, Anett Aguilera parece estar tan a gusto que se ha quedado dormida. Justamente el día de la visita de JR a la institución, esta familia bayamesa celebraba el alta quirúrgica de su pequeña, tras haber sido sometida a varios procederes en el Centro Regional de Cirugía Neonatal (CRCN) ubicado en esta institución.
El primero de estos se le practicó tan solo con un día de nacida, pues la niña vio la luz en Bayamo a las 33 semanas. Al confirmar una compleja afección, diagnosticada previamente mediante ultrasonido, los especialistas granmenses decidieron trasladarla de inmediato a este Centro.
«La paciente llegó al Servicio de Cirugía con un cuadro de oclusión intestinal y se decidió intervenir quirúrgicamente. Ella presentaba un páncreas anular completo, por lo cual se le realizó una anastomosis duodeno-duodenal, con resultados exitosos. A los 20 días fue reintervenida para retirar la sonda transanastomótica y hoy se encuentra muy bien, con lactancia materna a libre demanda», explicó el joven doctor Héctor González Diéguez, residente de cuarto año de Cirugía pediátrica.
Anett y su madre no se conocieron hasta 25 días después de la cesárea, pues Arlenis también tuvo que ser sometida a una intervención quirúrgica debido a un hematoma retroplacentario que la obligó a permanecer en terapia intensiva en su ciudad natal, mientras la pequeña viajaba a Holguín junto a un equipo médico y a su padre, Juan Miguel Aguilera, quien reconoce la dedicación, el cariño y la comprensión de los doctores holguineros, que «respondieron atentamente todas mis preguntas y dudas».
Los casos más complejos
Como Anett, la santiaguera Érika León Mainet fue operada debido a una oclusión intestinal (a las 72 horas de nacida), en su caso debido a un íleo meconial, una afección muy poco frecuente, en la que existe una anormalidad en la producción del meconio (contenido intestinal fetal, que constituye la primera defecación expulsada por los recién nacidos).
La especialista de segundo grado en Cirugía pediátrica y neonatal Yanet Hidalgo Marrero, jefa de este servicio en la institución holguinera, explicó que la pequeña fue intervenida en varias ocasiones «para limpiar y tratar de evacuar su intestino, ayudándonos del uso de medicamentos y lavados con el fin de mejorar la motilidad y el estado del tracto afectado. Finalmente le realizamos una ostomía para poder liberar la obstrucción».
Entre los casos más difíciles atendidos durante el pasado año aquí se destaca el de un bebé polimalformado (con varias malformaciones mayores), el cual constituyó no solo un reto para los que participaron en sus cuidados, sino también un aprendizaje para residentes como Héctor González, quien estuvo al tanto de todo lo que sucedía con el paciente.
«Otra de las malformaciones era una ectopia cordis, es decir, un defecto de la pared torácica que dejaba expuesto el corazón y se acompañaba de un onfalocele (defecto de la pared abdominal). Este era tan grande que dejaba ver el corazón y también vísceras del abdomen», detalló por su parte la cirujana.
Ante tamaña complejidad, todo el equipo de expertos se puso en función de tomar las mejores decisiones para mantener con vida al bebé hasta que fuese posible su traslado al Cardiocentro del hospital William Soler, donde se realizaría la intervención quirúrgica.
«Decidimos hacer un manejo conservador del defecto de la pared: realizamos una escarificación, o sea, creamos una gran escara de la piel (como una costra gigante) para cubrir la pared abdominal defectuosa, con embrocaciones de mercurocromo (como curar una herida para que cree lo que la población llama una “postilla”) y con eso permitir que el niño pudiera trasladarse a La Habana», explicó la también Doctora en Ciencias Médicas.
El CRCN cerró el pasado año sin fallecidos durante las intervenciones y en la etapa posoperatoria del período neonatal. Aquí todos los casos son trascendentales, pues se trata de pacientes con muy pocos días —incluso horas— de nacidos. Pero ciertamente se atienden algunos que, por el alto riesgo de la intervención, la poca frecuencia con que aparecen y el rigor científico que ameritan, llaman la atención de especialistas y residentes.
Uno de ellos fue una «gastrosquisis gigante con la cual batallamos duramente 21 días para reintroducir las asas a la cavidad abdominal del bebé, a pesar de todos los pronósticos desfavorables», refirió Hidalgo Marrero.
Teoría y práctica de la mano
Durante 2017 se realizaron 35 intervenciones quirúrgicas. La mayoría de los pacientes pertenecían a las provincias de Holguín y Santiago de Cuba, y entre las patologías más tratadas estuvieron las afecciones complejas (atresias esofágicas e intestinales y los defectos de la pared abdominal), además de las malformaciones anorrectales, perforación intestinal, tumor abdominal y la estenosis hipertrófica del píloro.
Estas son las razones por las cuales José Luis Roselló Sariol, residente de primer año de Cirugía pediátrica, se siente tan motivado por desarrollar sus cuatro años de especialidad en la institución holguinera. Proveniente del municipio de Yara, en Granma, el joven de 26 años asegura que «esta constituye una gran posibilidad porque en mi provincia me puedo formar como cirujano pediatra, pero no tengo la oportunidad de ver todas las intervenciones complejas que aquí se realizan».
El equipo de cirugía neonatal, de amplia preparación científico-técnica, inició sus labores en 2009 y desde entonces ha conjugado la experticia de profesores como el doctor Goar González Álvarez (con más de cuatro décadas de práctica continua), con la responsabilidad y los deseos de superación de los más jóvenes.
Los resultados del CRCN son el reflejo de lo que puede lograrse con el trabajo en equipo, pues los cirujanos nunca operan solos. A su alrededor hay todo un grupo multidisciplinario que incluye no solo al personal asistencial, sino a especialistas de Anestesiología, Neonatología, Otorrinolaringología, Oftalmología, Urología y Neurocirugía, entre otros.
La doctora Yanet Hidalgo aporta otro dato que revela el «secreto» de tantos resultados: «Todos los integrantes del equipo de anestesiólogos están bien entrenados en los procederes con el neonato quirúrgico, pero siempre trabajan con un especialista de mayor experiencia para la segunda opinión, porque con ello se garantiza un ciento por ciento de supervivencia».
Para verlos crecer felices
Después de la necesaria estancia en el hospital pediátrico holguinero, Érika y Anett crecen tranquilamente —una en Santiago y la otra en Granma—, ajenas a los sobresaltos de los cuales todavía se recuperan sus familiares.
Difícilmente los adultos olviden los días en que Holguín les abrió las puertas y sus médicos les devolvieron la esperanza.
Mientras tanto, el CRCN continúa protagonizando las batallas cotidianas que se libran diariamente en favor de las sonrisas infantiles, o como lo definiera la cirujana Yanet Hidalgo: «Muchas veces temiendo y desvelándonos, sin que los padres lo sepan; pensando en qué más hacer para salvarles la vida».
Anett, de 33 días de nacida, acababa de recibir el alta quirúrgica, luego de practicársele una anastomosis duodeno-duodenal a causa de un páncreas anular completo. Foto: Cortesía del CRCN