En papel oficial de su organización, Fundación Operación Gaya Internacional, el costarricense Fernando Murillo desarrollaba las fases a ejecutar con los jóvenes cubanos. Fue enviado a La Habana en abril de 2010 por Creative Associates, que lo contrató, según las revelaciones de la agencia AP. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:53 pm
InterAction, una alianza de varios grupos de asistencia internacional, dijo que el uso de un grupo contra el VIH para actividades de espionaje es «inaceptable».
Añadió que el Gobierno estadounidense «nunca debería sacrificar el suministro de programas sanitarios o cívicos en favor de objetivos de espionaje».
Las declaraciones tuvieron lugar luego de que la develación por la agencia AP de un nuevo plan subversivo contra Cuba utilizando a jóvenes latinoamericanos con fachada de activistas sociales, levantara revuelo internacional el lunes.
Al menos en los últimos dos años, la agencia de Estados Unidos para el Desarrollo International (Usaid), que supuestamente está dedicada a la ayuda humanitaria estadounidense a países necesitados, contrató a la firma Creative Associates International, con sede en Washington, para enviar a una docena de jóvenes inexpertos de Venezuela, Costa Rica y Perú con el objetivo de fortalecer a la «oposición» política cubana, había dicho en su revelación la agencia noticiosa. Entre los ardides para penetrar a los jóvenes cubanos estaba la realización de talleres, como uno dedicado supuestamente a prevenir el VIH.
Creative Associates International fue también fundamental en la creación del ZunZuneo, una especie de «Twitter cubano» que pretendía, mediante una red de mensajes de texto, provocar el disenso entre los cubanos y enfrentarlos al Gobierno.
La vocera del Departamento de Estado, Jen Psaki, reconoció el proyecto de la Usaid cuando dijo que el programa «permitió apoyar a la sociedad civil cubana a la vez que tuvo el efecto secundario de responder a los deseos expresos cubanos de información y entrenamiento para la prevención del VIH».
La investigación de la AP halló que el programa apuntaba deliberadamente a reclutar a una joven generación para instigar la oposición al Gobierno de Cuba, aunque en la Isla eso es ilegal (colaborar con programas extranjeros que supuestamente «promueven la democracia»). Documentos preparados para el programa patrocinado por Usaid dicen que el taller de VIH era la «excusa perfecta» para realizar actividad política.
El senador demócrata Patrick Leahy, titular de una comisión que supervisa el presupuesto de la Usaid, declaró desde Washington que será «peor que irresponsable» si la agencia «tramó» para inventar una campaña contra el VIH para fines políticos.
El senador Leahy dijo en respuesta a las conclusiones de AP que «tal vez fue un buen negocio para el contratista de Usaid, pero mancha la larga trayectoria de Usaid como líder en asuntos de salud global».
Los EE.UU. aún deben responder a preguntas sobre el proyecto, antes secreto, del llamado ZunZuneo, lanzado por Usaid en 2009 y descubierto por la AP en abril de este 2014. Leahy calificó el programa ZunZuneo de «necio, necio, necio».
Pero no todos los legisladores criticaron el último programa, agregó AP. La agencia mencionó a la representante republicana anticubana de fuertes vínculos con los grupos terroristas con sede en Miami, Ileana Ros-Lehtinen, quien aseveró: «Debemos seguir presionando al régimen de Castro y apoyando al pueblo cubano que es oprimido diariamente».
En cuanto a los proyectos de salud, la AP recuerda que meses atrás la CIA prometió dejar de usar los programas de vacunación como el de Paquistán, que en realidad buscaba información para encontrar a Osama bin Laden.
Tanto el programa de viajeros juveniles como ZunZuneo formaban parte de una campaña multimillonaria más amplia de Usaid para lograr cambios en «países políticamente volátiles», según indican datos del Gobierno.
El dinero para el proyecto de los viajeros salió del mismo fondo federal que pagó el ZunZuneo. Pero Usaid aún debe proporcionar a la AP una copia completa de los contratos cubanos solicitada bajo la Ley de Libertad de Información hace más de tres meses.
La revelación de AP ha recibido amplia divulgación en la prensa estadounidense, fundamentalmente en sus medios digitales.
Costa Rica espera más información
Por su parte, Notimex reportó desde San José, la capital costarricense, que el canciller de ese país, Manuel González, indicó el lunes que el Gobierno actual, instalado el pasado 8 de mayo, «tiene que conocer los detalles, y tiene que empaparse del asunto».
«Lo que he instruido es que se recopile información, que me den la información para analizarla, y ver qué es lo que procedería como un siguiente paso», agregó.
¿Hasta dónde sabían?
Dándole seguimiento a su revelación de que la Usaid contrató a jóvenes latinoamericanos para actividades de subversión contra Cuba, la agencia noticiosa AP dio el martes detalles sobre los participantes peruanos en el programa subversivo contra Cuba que develó la víspera.
Según los documentos comentados por The Associated Press, los universitarios limeños Felipe Valencia Dongo y José Gálvez estaban al tanto de la naturaleza clandestina de su misión, que se canceló después de enfrentar varios problemas de seguridad y aparentemente por el hecho de que no pudieron ganarse la confianza de sus objetivos cubanos.
En un reporte desde Lima, la AP afirmó que los peruanos Dongo y Gálvez no aceptaron hablar con la agencia a pesar de repetidos intentos de contactarlos, incluidas visitas a la casa de la familia Valencia Dongo, en un conjunto residencial de acceso restringido en la zona acomodada de La Molina, en la capital peruana, y a la oficina de una compañía de seguros de esa ciudad donde Gálvez trabaja.
Irving Pérez, de Creative Associates International, contratista de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y patrocinador de Gálvez y Valencia Dongo, les recordó en una charla por Skype el 3 de septiembre de 2010 que «es necesaria una discreción total» sobre la misión, iniciada hacía un año y que entonces comenzaba a trastabillar, comentó AP.
El perfil de Gálvez en la red social digital LinkedIn dice que estudió el año pasado Administración de Empresas en la Universidad de Stanford, en California.
Por su parte, Valencia Dongo tranquilizó igualmente a Pérez, con su pulido inglés ha trabajado en la organización Grameen de micropréstamos en Colombia y es miembro de la iniciativa Global Shapers del Foro Económico Mundial.
El colapso de la operación de dos años que lideraron está detallado en una evaluación redactada por Pérez para la Usaid, con fecha del 15 de marzo de 2011, según los documentos obtenidos por AP en su investigación periodística.
La evaluación indica que los jóvenes cubanos se mostraron recelosos y temían que los expulsaran de la Universidad. De hecho, los peruanos reportaron haber perdido contacto con sus objetivos cubanos en enero de 2011 después de que aparentemente les interrumpieron el uso de un sistema cifrado de correo electrónico.
Los peruanos tampoco pudieron explicar el destino de 2 000 dólares que habían enviado a los cubanos ni pudieron conseguirles la visa de salida para que «se capacitaran» en el extranjero, de acuerdo con el cambio de la estrategia de Creative de no enviar a sus contratistas a capacitar a los jóvenes cubanos en la Isla.
A su vez, Bernarda Quintanilla, la madre de Valencia Dongo, era la representante legal de Strendia Social Consulting, la empresa asesora que su hijo y Gálvez crearon para recibir dinero de la Usaid, según confirmó en una breve conversación telefónica con la AP, que dice la agencia noticiosa la señora interrumpió abruptamente cuando se le preguntó si no se había preocupado por los peligros potenciales a que se enfrentaban su hijo al viajar a Cuba.
Valencia Dongo, que entonces tenía 21 años, viajó a Cuba en el 2009 con su amiga Geraldine García, de 22 años en ese momento, confirmó la propia García, quien agregó que Valencia Dongo la reclutó para una misión con el fin de «establecer contactos» y que sabía de la participación de la Usaid, «pero no sé hasta qué punto».
A preguntas del periodista de la AP en breve entrevista en un café, «García se mostró nerviosa y reticente al pedírsele detalles específicos de la misión y si las autoridades cubanas las habrían considerado espionaje».
«No me siento protegida», dijo la joven peruana. «Este tema no lo he hablado con nadie», y apuntó que no sabía lo que podía discutir del asunto porque «era confidencial». Tampoco pudo «recordar» si había firmado un acuerdo de confidencialidad.
A la pregunta de si creía que se arriesgaba al viajar a Cuba como parte de un programa financiado por el Gobierno de Estados Unidos, la joven peruana respondió: «No lo veía. Bueno, tal vez, pero no mucho».
El trabajo de Felipe Valencia Dongo y José Gálvez Agurto hacía parte de una operación más grande, añadió la agencia noticiosa.