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Tu nombre es mañana

Recorre caravana 50 aniversario del triunfo de la Revolución sitios históricos de Santa Clara. Hoy estarán en Yaguajay, Morón y Nuevitas

Autor:

Juventud Rebelde

Un hombre llega desde Chile. Atrás dejó la pesadilla de la dictadura, cuando Pinochet y los fascistas quisieron apresar la esperanza y aniquilar el futuro. Trae consigo la marca de meses en cautiverio y las llaves de la celda a la que lo confinaron, hurtadas a sus captores en el momento en que escapó a la muerte. Va a Santa Clara y quiere donarlas en el Monumento al Che. ¿Puede haber mejor sitio para que los jóvenes puedan apreciarlas como un símbolo de libertad?

De anécdotas parecidas, conmovedoras, a ratos insólitas, están llenos los espacios del Complejo Monumentario dedicado al Guerrillero Heroico en la ciudad que lo acogió como a un hijo. Ismary Fernández, la especialista principal de allí, las desgranó ante nuestros ojos como claras e inconfudibles cuentas de la devoción y el respeto que gente de todos los confines sienten por Guevara.

Algunas provocaron lágrimas. Pero las gargantas de los expedicionarios también se anudaron cuando, al alba, cambiaron las flores de los 39 nichos en que descansan el Che y otros guerrilleros. Fue difícil contener emociones, y más de un sollozo rompió el silencio de la veneración a tanta consecuencia revolucionaria.

El lugar, siempre cautivante nos reservaba otra experiencia sobrecogedora, la de conversar con Luis Monteagudo, compañero del Che en la gesta del Congo, donde llevó el nombre de combate de Angalía. Su misión de artillero allí puso a prueba este seudónimo —significa mirar bien—, pero los años parecen confirmar que también está ligado a otra misión, la de contar en versos aquel capítulo de la solidaridad de los revolucionarios cubanos con nuestros hermanos africanos.

No sabemos que impresionó más, si la sinceridad de esos versos o la modestia con que Monteagudo lleva sus méritos.

De Santa Clara viajamos a Limones Cantero y conocimos el sitio donde los bandidos contrarrevolucionarios apagaron, el 26 de noviembre de 1961, las vidas del alfabetizador Manuel Ascunce Domenech y de su alumno el campesino Pedro Lantigua. Todo joven cubano debiera pisar alguna vez aquel sitio de monte.

Hoy estaremos en Yaguajay, Morón y Nuevitas.

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